Busque, pues, ahora Faraón un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto.

Ahora, pues, que el Faraón busque un hombre. La explicación dada, cuando se suministró la clave de los sueños, parece haber sido satisfactoria para el rey y sus cortesanos; y podemos suponer que surgiría una conversación abundante y ansiosa, en el curso de la cual se le podría haber preguntado a José si tenía algo más que decir. Sin duda, la providencia de Dios le proporcionó la oportunidad de sugerir lo que era necesario.

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