Porque me parece irrazonable enviar un preso, y no sin embargo señalar los delitos que se le imputan.

Porque me parece irrazonable enviar un prisionero, y no sin embargo señalar los delitos que se le imputan, [mee ( G3361 ) kai ( G2532 ) tas ( G3588 ) kat' ( G2596 ) autou ( G846 ) aitias ( G156 ) seemanei ( G4591 )] - 'sin exponer también los cargos en su contra.'

Observación:

Si Félix muestra una figura lamentable en el capítulo anterior, Festo en este no se muestra mucho mejor. Sin duda estaba perplejo a consecuencia de su ignorancia de la religión judía, los partidos que creó y las cuestiones que planteó. De modo que aunque al principio se negó a tratar la causa de Pablo en Jerusalén, e insinuó su intención de llevarla a cabo en Cesarea, podría haber estado ansioso, sin inconsistencia, de trasladarla a Jerusalén, al encontrar los medios de llegar a la parte inferior de la misma se podría tener mejor allí.

Pero cuando los cargos presentados contra el prisionero por Tértulo en Cesarea, y asentidos por sus acusadores judíos, se desmoronaron por completo, ya que no hubo crimen contra el Estado, e incluso sus cargos de sacrilegio en asuntos religiosos resultaron infundados, era el deber de un juez recto de absolver inmediatamente al reo. Si hubiera existido evidencia contra él, sus acusadores deberían haberla tenido lista cuando fueron formalmente llamados a comparecer en la causa en Cesarea.

En su defecto, no había pretexto para demorar la absolución del reo; y era una alternativa cruel encerrarlo, ya sea para que su causa fuera trasladada a Jerusalén, donde su vida, ya atentada, estaría a merced de sus enemigos, o para apelar al emperador. El agudo sentido de este mal aparece en la respuesta del apóstol a la propuesta de Festo de ir a Jerusalén; y por toda la injusticia, las dificultades y el peligro involucrados en esa propuesta, Festo fue el único culpable.

Tampoco cometió este mal bajo ningún malentendido. La explicación dada por el historiador, que él estaba "dispuesto a hacer un placer a los judíos"- es una que naturalmente se sugeriría aunque no se haya expresado; y deja una mancha sucia sobre su administración. Pero "fue del Señor", para que pudiera cumplir la palabra que habló en la noche a su siervo, cuando estaba encerrado en el castillo de Jerusalén por la furia de sus enemigos: "Ten ánimo, porque como tú has testificado de Mí en Jerusalén, así también debes dar testimonio en Roma” ( Hechos 23:11 ).

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