Mientras que él respondió por sí mismo: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César, he ofendido en nada.

Mientras que él respondió por sí mismo: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César, he ofendido en nada. Esta respuesta, no dada en su totalidad, fue probablemente poco más que un desafío para probar cualquiera de sus cargos, ya fueran políticos o religiosos.

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