En aquel día jurará, diciendo: No seré sanador; porque en mi casa no hay pan ni vestido; no me hagáis príncipe de pueblos.

En aquel día jurará, literalmente, levantar; a saber, su mano: el gesto utilizado en la atestación solemne. O, su voz, es decir, respuesta: así la Vulgata.

No seré un sanador ,del cuerpo político, incurablemente enfermo.

Porque en mi casa (no hay) ni pan ni vestido, para aliviar al pueblo y mantener la dignidad de un gobernante. El estado de una nación debe ser realmente malo cuando ninguno de los hombres, naturalmente ambicioso, está dispuesto a aceptar un cargo.

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