Entonces el carpintero animó al orfebre, y el que alisaba con el martillo al que golpeaba el yunque, diciendo: Está listo para soldar; y lo aseguró con clavos para que no se moviera.

Entonces el carpintero animó al orfebre, Un obrero anima al otro a ser rápido en terminar el ídolo, para evitar el peligro inminente.

Lo fijó con clavos, para mantenerlo firme en su lugar. Sab 11, 1-26; Sab 12, 1-27; Sab 13, 1-19, dan una imagen similar de la locura de la idolatría.

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