E hirieron a todas las personas que en él había a filo de espada, destruyéndolas por completo; no quedó ni una sola para respirar; y quemó a Hazor con fuego.

Quemó a Hazor con fuego, con calma y deliberadamente; sin duda, según la dirección divina, como siendo la metrópolis cananea del norte; porque su destrucción fue una excepción al trato habitual de las ciudades conquistadas de Canaán.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad