Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estuviere, allí también estará mi siervo; si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estuviere, allí también estará mi siervo: Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Jesús, se observará, reclama aquí la misma sujeción absoluta a sí mismo como la ley de la exaltación de los hombres al honor, como se rindió al Padre.

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