Entonces Simón Pedro le respondió: Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna.

Luego, Simón Pedro , cuyo atrevimiento en este caso fue noble, y sin duda muy agradecido al espíritu herido de Su Señor.

Respondióle, Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna. 'No podemos negar que hemos quedado tambaleados como ellos, y al ver partir a tantos que, según pensábamos, podrían haberse retenido, si enseñabas algo un poco menos difícil de asimilar, pues hasta nuestra propia resistencia ha sido severamente probada, y no hemos sido capaces de detenernos antes de la pregunta, ¿Debemos seguir el resto y abandonarte? Pero cuando llegamos a este punto, nuestra luz volvió y nuestros corazones se tranquilizaron. Porque tan pronto como pensamos en irnos, surgió sobre nosotros esa terrible pregunta: "¿A QUIÉN iremos?" ¿Al formalismo sin vida y a las miserables tradiciones de los mayores, o a los muchos dioses y señores de los paganos que nos rodean? No, Señor, estamos callados, es porque ellos no tienen nada de esa "VIDA ETERNA" para ofrecernos de la que has estado disertando, en palabras ricas y deslumbrantes, así como en palabras asombrosas para la sabiduría humana. Esa vida no la podemos desear; esa vida que hemos aprendido a anhelar como una necesidad de la naturaleza más profunda que Tú has despertado; "las palabras de esa vida eterna" (la autoridad para revelarla y el poder para conferirla) solo Tú la tienes: Por lo tanto, nos quedaremos contigo.'

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