INTRODUCCIÓN
En la Biblia hebrea estas Elegías de Jeremías, cinco en número, se colocan entre los Chetuvim, o "Escritos Sagrados" ("los Salmos", son composiciones que pertenecen a los Chetuvim), probablemente siguieron a las profecías de Jeremías originalmente. Porque sólo así podemos explicar que JOSEFO [ Contra Apión, 1.1.8] enumere los libros proféticos como trece: debió de contar Jeremías y las Lamentaciones como un solo libro, al igual que Jueces y Rut, los dos libros de Samuel, o Esdras y Nehemías. Las Lamentaciones siguen naturalmente al libro que expone las circunstancias que constituyen el tema de las Elegías. Los judíos lo leen en sus sinagogas el nueve del mes de Abid, que es un ayuno por la destrucción de su ciudad santa. Como en las "lamentaciones" se dice que fueron "escritas" por Jeremías a la muerte de Josías, además de haberse hecho "una ordenanza en Israel" que las "mujeres cantoras" debían "hablar" de ese rey en lamentaciones; Josefo [ Antigüedades, 10.5.1], y Jerónimo, pensaron que estaban contenidas en la presente colección. Pero es evidente que el tema aquí es el derrocamiento de la ciudad y el pueblo judíos, como declara expresamente la Septuaginta en un versículo introductorio de su versión. Lo más probable es que estas Lamentaciones contengan gran parte del lenguaje de la Elegía original de Jeremías sobre Josías, aplicado ahora a la calamidad más universal de todo el estado, de la que la triste muerte de Josías fue precursora. Así aplicada a Josías, fue "escrita", en su referencia posterior, no tanto de él, como del trono de Judá en general, cuyo último representante, Sedequías, acababa de ser llevado. El lenguaje, que es cierto para el buen Josías, es demasiado fuerte a favor de Sedequías, excepto cuando se ve como representante de la corona en general. Era natural incorporar el lenguaje de la Elegía sobre Josías en las lamentaciones más generales, ya que su muerte era el presagio del último desastre que derribó el trono y el estado.
El título más frecuentemente dado por los judíos a estas Elegías es, "Cómo" ( hebreo, Eechah), de la primera palabra, como el Pentateuco es llamado de manera similar por la primera palabra hebrea de la Septuaginta lo llama "Lamentaciones", de donde derivamos el nombre. Se refiere no sólo a los acontecimientos que ocurrieron en la toma de la ciudad, sino a los sufrimientos de los ciudadanos (el castigo del pecado nacional) desde el principio mismo del asedio; y tal vez desde antes, bajo Manasés y Josías; Joaquín, y Sedequías ( LOWTH dice: "Cada letra está escrita con una lágrima, cada palabra el sonido de un corazón roto"). El estilo está a medio camino entre la sencilla elevación de la escritura profética y el ritmo más elevado de Moisés, David y Habacuc. El original hebreo se caracteriza por su concisión, a pesar de que Jeremías es muy difuso en sus otros escritos. Las Elegías están agrupadas en estrofas según surgían en su mente, sin ningún sistema artificial de ordenación de los pensamientos. Las cinco Elegías son acrósticos: cada una está dividida en veintidós estrofas o versos. En las tres primeras Elegías, las estrofas están formadas por tres versos (excepto), cada una de los cuales comienza con las letras del alfabeto hebreo en orden regular (veintidós en número). En tres casos, la tercera Elegía, cada línea de las tres que forman cada estrofa comienza con la misma letra. Las estrofas de la cuarta y la quinta Elegía constan de dos versos cada una. La quinta Elegía, aunque tiene veintidós estrofas (el número de letras del alfabeto hebreo), igual que las cuatro primeras, no es alfabética; y sus versos son más cortos que los de las otras, que son más largos de lo que se encuentran en otros poemas hebreos, y contienen doce sílabas, marcadas por una cesura hacia la mitad, dividiéndolas en dos partes algo desiguales. La disposición alfabética se adoptó originalmente para ayudar a la memoria. GROTIUS cree que la razón de la inversión de dos de las letras hebreas es que los árabes utilizaban un orden diferente al de los hebreos; en la primera Elegía, Jeremías habla como un hebreo, en las siguientes, como un súbdito de los caldeos. Esto es dudoso.