Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no entre en todo tiempo en el lugar santo detrás del velo, delante del propiciatorio, que está sobre el arca; para que no muera, porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.

No vengáis en todo momento... Los sacerdotes comunes iban todos los días a quemar incienso en el altar de oro en la parte del santuario sin el velo. Pero a nadie excepto al sumo sacerdote se le permitía entrar detrás del velo ( Levítico 4:6 ) y eso sólo una vez al año, con el mayor cuidado y solemnidad. "El lugar santo", para el lugar santísimo ( Hebreos 9:2 ) los escritores sagrados usan frecuentemente el positivo para los otros grados de comparación.

Esta disposición fue evidentemente diseñada para inspirar una reverencia por el lugar santísimo, y la precaución era necesaria, en una época en la que la presencia de Dios era indicada por símbolos sensibles, cuya impresión podría haber sido disminuida o perdida por la observación diaria y familiar.

Apareceré en la nube , es decir, en la oscuridad, según Bahr, quien supone que la referencia es a la densa nube de humo fragante mencionada en ( Levítico 16:13 ) . Pero esta visión de una oscuridad espesa e impenetrable se contradice con ( Éxodo 40:34 y Números 9:15 ). Vitringa ('Obs. Sac.,' tom. 1:, pp. 161-171) mantuvo la misma opinión, creyendo que, mientras que el arca del pacto era llamada la habitación de Dios, Él estaba presente sólo de manera invisible, siendo conocido a Su pueblo que Él estaba allí presente por los oráculos emitidos desde aquella sagrada cripta. Pero aquí se dice expresamente: "Apareceré х be`aanaan ( H6051 )] en la nube", la nube conocida por la cual Yahvé acompañó a los israelitas a través del desierto, y en forma condensada tomó posesión del tabernáculo.

En efecto, se ha discutido si esta nube se posaba constantemente sobre el arca, y no hay ninguna indicación clara al respecto, aunque los judíos posteriores creyeron que el símbolo visible estaba allí, y le dieron el nombre de shechinah, un halo brillante y glorioso. Pero no cabe duda de que en la entrada anual del sumo sacerdote en el adytum, el lugar santísimo, la presencia espiritual de Dios se encarnaba en la nube, como lo había hecho anteriormente, por encima del capporeth (véase Hengstenberg, 'Christol.', 2:, pp. 384-386), es decir, el humo del incienso que el sumo sacerdote quemaba en su entrada anual en el lugar santísimo: y ésta era la nube que en ese momento envolvía el propiciatorio.

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