¿Por qué este hombre habla así blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?

¿Por qué este hombre habla así blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios? Su primera pregunta tampoco era del todo antinatural, aunque en el único caso de nuestro Señor era infundada. Que un hombre, en apariencia como uno de ellos mismos, reclamara autoridad y poder para perdonar pecados, no podían, a primera vista, sino considerarlo en último grado asombroso; ni siquiera tenían derecho a considerar tal reclamo como digno de ser escuchado, excepto en la suposición de una prueba irrefutable proporcionada por Él en apoyo de la afirmación. En consecuencia, nuestro Señor trata con ellos como hombres que tienen derecho a tales pruebas, y se las suministra; al mismo tiempo los reprende por temeridad, al sacar conclusiones severas con respecto a sí mismo.

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