Y sucederá en aquel día, dice el Señor, que eliminaré de en medio de ti tus caballos, y destruiré tus carros de guerra.

Eliminaré tus caballos y carros de guerra, es decir, aquellos utilizados para fines de guerra. A Israel se le había prohibido el uso de la caballería, o ir a Egipto para multiplicar los caballos, para que no confiaran en fuerzas mundanas en lugar de en Dios. Salomón había ignorado este mandamiento. Su desobediencia trajo su consecuente castigo. Hadad, su enemigo, fue apoyado por un faraón de Egipto, y no solo fue protegido, sino que también se le dio en matrimonio a la hermana de Tahpenes, la reina. Después de esto, dice Dios, eliminaré estos obstáculos al libre curso de mi gracia, caballos, carros, etc., en los que confías. La iglesia nunca estará segura hasta que se despoje de todas las confianzas creadas y descanse solo en Yahweh (Calvino). La paz universal dada por Dios hará que los instrumentos de guerra sean innecesarios. Él los eliminará de Israel  como ella los eliminará de Babilonia, representante de las naciones ("Contigo (Israel) desmenuzaré el caballo y su jinete; y contigo desmenuzaré el carro y su conductor"). Así como Isaías profetizó la eliminación de los caballos y los carros, las ciudades y las torres fuertes en las que Judá confiaba, en lugar de en Dios, también Miqueas predice que su eliminación sería una misericordia para aquellos que confían en el Mesías.

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