Y les dirás: Esta es la ofrenda encendida que ofreceréis a Jehová; dos corderos de un año sin mancha cada día, para el holocausto continuo.

Esta es la ofrenda... dos corderos sin mancha, cada día. El Dr. Colenso cita este capítulo como prueba de la celebración continua del ritual mosaico durante la prolongada estancia en el desierto, y luego funda en este supuesto hecho uno de sus argumentos más fuertes para el carácter no histórico del Pentateuco, a partir de la imposibilidad tanto de obtener un suministro adecuado de víctimas como de que tres sacerdotes cumplieran con todos los requisitos de un servicio tan elaborado.

Todos los lectores desprejuiciados deducirán, de la renovación de las instrucciones que se habían dado cuarenta años antes, una conclusión diferente, a saber, que la necesidad de detalles tan minuciosos, y tales mandatos en cuanto al cuidado y la regularidad en la obediencia de las instituciones designadas de la religión, ofrece una prueba irresistible de que todo el ritual del sacrificio había sido suspendido. En particular, se había permitido que las ofrendas en el altar y la celebración de las solemnidades declaradas cayeran en desuso durante tanto tiempo que hubo que dar nuevas instrucciones con respecto a su naturaleza y su obligación; y puesto que estas instrucciones abarcaban asuntos tan importantes como el sacrificio matutino y vespertino, el holocausto continuo y la Pascua, se nos impone dolorosamente la convicción de que al final de los treinta y ocho años de peregrinaje la educación religiosa de los israelitas tuvo que comenzar de nuevo.

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