Cuando le va bien a los justos, la ciudad se alegra; y cuando perecen los impíos, hay gritos de júbilo.

Cuando le va bien a los justos, la ciudad se alegra. Porque el bienestar de los justos en un Estado tiende al bienestar de todo el estado: porque los justos usan su prosperidad para el bien de todos los que los rodean, y Dios, por ellos, bendice a todos con quienes están aliados. ( cf.).

Y cuando los impíos perecen, hay gritos de júbilo por la liberación de las vejaciones, opresiones y escándalos causados ​​por los impíos.

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