El alma del impío codicia el mal, Su prójimo no halla gracia ante sus ojos.

El alma del impío desea el mal con avidez. La parte más noble del hombre está en él totalmente absorto en el mal.

Su prójimo no encuentra gracia ante sus ojos; no perdona ni siquiera a su prójimo, por muy amistoso que se haya mostrado su prójimo. Su amor por el mal supera cualquier otra consideración, como el amor, la amistad, la gratitud.

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