Porque no hay una palabra en mi lengua, pero he aquí, oh SEÑOR, tú lo sabes todo.

Porque (no hay) una palabra en (es decir, que suba a) mi lengua, (pero), he aquí, oh Señor, tú lo sabes todo.

'Sin Dios nadie puede expresar sus pensamientos, por tanto, Dios las conoce antes de que sean pronunciadas» (Cocceius).

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