1 Juan 1:1-10
1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos tocante a la Palabra de vida
2 — la vida fue manifestada, y la hemos visto; y les testificamos y anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y nos fue manifestada — ,
3 lo que hemos visto y oído lo anunciamos también a ustedes, para que ustedes también tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
4 Estas cosas escribimos nosotros para que nuestro gozo sea completo.
5 Y este es el mensaje que hemos oído de parte de él y les anunciamos: Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas.
6 Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad.
7 Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.
10 Pero si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros.
CAPITULO 1
LA AUTORIDAD DEL ESCRITOR COMO TESTIGO OCULAR DE LOS HECHOS EVANGELICOS, HABIENDO VISTO, OIDO Y TOCADO A AQUEL QUE FUE DESDE EL PRINCIPIO: SU FINALIDAD EN ESCRIBIR: SU MENSAJE SI QUEREMOS TENER COMUNION CON EL. DEBEMOS ANDAR EN LA LUZ, COMO EL ES LUZ.
1. En vez de un encabezamiento formal, Juan adopta una forma más bien virtual (1:4). Con descos de gozo para el lector, era la costumbre antigua de comenzar una carta. La proposición empezada en el v. 1, e interrumpida por la parentética del v. 2, se resume de nuevo en el v. 3 con la repetición de algunas de las palabras del v. 1. lo que era—no “lo que empezó a ser, sino lo que esencialmente era (Griego een, no egeneto) antes de ser manifestado (v. 2); corresponde a “aquél que es desde el principio” (2:13); así en el Evangelio de Juan (1:1), “En el principio era el Verbo.” Proverbios 8:23, “Eternalmente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.” nuestros—de los apóstoles. oído … visto … mirado … palpado—Una serie ascendente de graduación. El ver es una prueba más convincente que el oír, o rumor; palpar aun más que el ver. “Hemos oído … hemos visto” (en pretérito perfecto), como posesión permanente que tenemos; pero “hemos mirado”, como “palparon,” (no es el pret. perf. como cosa permanente, sino el aoristo) mientras Cristo el Verbo encarnado estaba aún con nosotros “Miramos,” a saber, su gloria revelada en la transfiguración y en sus milagros; y su pasión y muerte en un cuerpo real de carne y sangre. “Contemplamos” fijamente, como un espectáculo maravilloso (así el griego). palparon nuestras manos—Tomás y los otros apóstoles en distintas ocasiones después de la resurrección. Juan mismo se había reclinado sobre el pecho de Jesús en la última cena. Contrástese a los paganos más sabios que tantean (el mismo griego como aquí: tanteando con las manos) si acaso hallen a Dios (Hechos 17:27). Esto prueba, contra los socinianos, que está hablando aquí del personal Verbo encarnado, no de la enseñanza de Cristo desde el principio de su vida oficial. tocante—complemento de “hemos oído.” “Oír” es el verbo que más se aplica al propósito de la Epístola, a saber, la verdad que Juan había oído tocante a la Palabra (Verbo) de vida, (Cristo), el Verbo que es la vida. “Oído,” eso es de Cristo mismo, con todas sus enseñanzas acerca de él mismo. Por tanto pone “tocante” con “el Verbo de la vida,” que es inaplicable a los otros verbos; además, es sólo sobre el verbo “oír” que vuelve en el 1:5 abajo.
2. la vida—Jesús, el Verbo de la Vida. fué manifestada—quien anteriormente había estado “con el Padre.” aquella vida eterna—Griego, “la vida eterna.” Como la Epístola empieza, así termina, con “la vida eterna”, la que hemos de gozar para siempre con aquel y en aquel que es “la vida eterna.” la cual—la antes mencionada (1:1), que estaba con el Padre “desde el principio” (comp. Juan 1:1). Esto prueba la distinción entre la Primera y Segunda Personas de la Divinidad.
3. lo que … oído—Resumiendo desde el v. 1, donde la proposición fué interrumpida por el paréntesis del v. 2, y quedó sin terminar. os anunciamos—Los manuscritos más antiguos: “a vosotros también”, que no le visteis ni oísteis. para … que tengáis—Vosotros que no habéis visto, tengáis la comunión que gozamos nosotros los que hemos visto: lo que es dicha comunión sigue explicando, “Nuestra comunión es con el Padre y con el Hijo.” La fe realiza lo que no hemos visto, como virtualmente visible; sólo cuando por la fe hayamos visto nosotros también, hemos de conocer toda la excelencia del verdadero Salomón. El mismo es nuestro; él en nosotros, y nosotros en él. Somos “participantes de la naturaleza divina.” Conocemos a Dios sólo teniendo comunión con él; puede ser así conocido, pero no comprendido. La repetición de la preposición “con” ante “el Hijo”, distingue las personas, mientras que la comunión, o participación, con el Padre así como con el Hijo denota su unidad. No se añade “y con el Espíritu Santo;” porque es por el Espíritu Santo o el Espíritu del Padre y del Hijo en nosotros, que se nos hace aptos para tener comunión con el Padre y con el Hijo (comp. 3:24). Los creyentes gozan de la comunión del Espíritu Santo, pero no con el Espíritu Santo. “Por medio de Cristo Dios cierra la sima que le separaba de la raza humana, y se les imparte a ellos en la comunión de la vida divina.” [Neandro].
4. estas cosas—toda esta Epístola. os escribimos—Algunos manuscritos más antiguos omiten “os”, y hacen hincapie en “nosotros”. Así la antítesis está entre “nosotros” (apóstoles y testigos oculares) y “vuestro.” Nosotros escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Otros empero rezan “nuestro,” y no “vuestro” a saber que nuestro gozo sea cumplido, trayéndoos a vosotros también a esta comunión con el Padre y con el Hijo. Comp. Juan 4:36; Filipenses 2:2, “Cumplid mi gozo;” 2:16; 4:1; Joel 1:8. Es posible que “vuestro” sea una corrección de copistas, para armonizar este texto con Juan 15:11; Juan 16:24; sin embargo, como Juan repite a menudo sus frases favoritas, puede ser que lo haga aquí y que “vuestro” sea lo que él dijo. Así Joel 1:12 tiene “vuestro gozo” en los manuscritos más antiguos. La autoridad de los manuscritos y versiones en ambos sentidos es casi igual. Cristo mismo es la fuente, el objeto y el centro del gozo de su pueblo (Juan 1:3); es en la comunión con él que tenemos gozo, el fruto de la fe.
5. Aquí empieza la primera división de la Epístola (comp. Introducción). anunciamos—No es el mismo griego como Efesios 1:2, Efesios 1:3; significa, “anunciamos a nuestra vez:” como el Hijo anunció el mensaje que oímos de parte del Padre, como apóstol de él, así los apóstoles de Cristo anuncian a su vez lo que han oído del Hijo. Juan en ninguna parte usa la palabra “evangelio;” pero sí el testigo, testimonio, la palabra, la verdad, y aquí el mensaje. Dios es luz—Lo que la luz es en el mundo natural, Dios, fuente también de la luz material, lo es en el mundo espiritual, la fuente de sabiduría, de pureza, de hermosura, de gozo y de gloria. Toda la vida y el crecimiento materiales dependen de la luz, así toda la vida y crecimiento espirituales dependen de Dios. Como Dios aquí, así Cristo en el 2:8, se llama “la luz verdadera.” ningunas tinieblas—Negación fuerte: no hay tinieblas algunas, nada de tinieblas: ni ignorancia, ni error, ni falta de veracidad, pecado ni muerte. Juan oyó estas cosas de parte de Cristo, no sólo en palabras expresas, sino también en hechos reveladores; es decir, toda su manifestación en la carne, como “el fulgor de la gloria del Padre.” Cristo mismo fué la encarnación del “mensaje”, que representa plenamente en todos sus dichos, hechos y padecimientos, a aquel que es la Luz.
6. dijéremos—si profesamos. tenemos comunión—la esencia de la vida eterna. andamos—en acciones íntimas y exteriores, dondequiera que nos dirijamos. [Bengel.] en tinieblas—Griego, “en la oscuridad;” en oposición a la “luz” (comp. 2:8, 11). mentimos—(2:4.) no hacemos—en la práctica, en todo cuanto hablamos. la verdad—(Efesios 4:21; Juan 3:21.)
7. Comp. Efesios 5:8, Efesios 5:11, “Andamos;” “Dios está (esencialmente en su misma naturaleza como “la Luz,” 1:5) en la luz.” Caminar en la luz, el elemento en que Dios mismo está, constituye la prueba de la comunión con él. Cristo, como nosotros, anduvo en la luz (2:6). Alford observa que, andar en la luz como él está en la luz, no es meramente la imitación de Dios, sino una identidad del elemento esencial de nuestro andar diario con el elemento esencial del eterno ser de Dios. tenemos comunión entre nosotros—los unos con los otros, y por supuesto, con Dios (sobreentendido del v. 6), porque sin tener comunión con Dios, no puede haber verdadera comunión cristiana de los unos con los otros (1:3) Y—como resultado de andar “en la luz como él está en la luz.” la sangre … todo pecado—contraído diariamente por la debilidad pecaminosa de la carne, y por el poder de Satanás y del mundo. No está hablando de la justificación por su sangre hecha una vez por todas, sino de la santificación presente (verbo en presente), la que el cristiano andando en la luz y teniendo comunión con Dios y con los santos, goza como su privilegio. Comp. Juan 13:10, Griego, “El que está bañado, no necesita lavarse sino los pies, pues que está del todo limpio.” Comp. 1:9, “nos limpie de toda maldad,” paso adicional después que “nos perdone nuestros pecados.” La sangre de Cristo es el medio de purificación, por el cual, gradualmente, estando ya justificados y en comunión con Dios, llegamos a ser limpios de los pecados que estorbarían nuestra comunión con Dios. Algunos manuscritos antiguos dicen “de Jesucristo;” otros, “de Jesús.”
8. La confesión de los pecados es una consecuencia necesaria del “andar en la luz” (1:7). “Si te confiesas como pecador, la verdad está en ti; porque la verdad misma es luz. Aun no ha llegado tu vida a ser perfectamente luz, pues aún hay pecados en ti, pero con todo ya comenzaste a ser iluminado, porque hay en ti confesión de pecados.” [Agustín.] que no tenemos pecado—“Tenemos,” no “hemos tenido,” no debe referirse a la pasada vida pecaminosa de uno aún inconverso, sino a la condición presente, en la que los creyentes tienen pecado todavía. Nótese, “tenemos pecado” (en el singular; pero confesamos nuestros pecados”, en el plural). El pecado se refiere a la corrupción del viejo hombre aún presente en nosotros, y la mancha creada por los mismos pecados actuales que manan de aquella antigua naturaleza en nosotros. Confesar nuestra necesidad de limpieza del pecado presente es esencial para poder “andar en la luz;” tanto es la presencia de algún pecado incompatible, en la realidad, con nuestro “andar en la luz.” Pero el creyente odia el pecado, lo confiesa, y anhela ser librado de todo pecado, que es oscuridad. “Los que defienden sus pecados, verán en el día grande si los pueden defender.” nos engañamos—No podemos engañar a Dios; sólo nos hacemos a nosotros mismos errar de la senda recta. la verdad—(2:4.) La verdadera fe. “La verdad respecto a la santidad de Dios y a nuestra pecaminosidad, que es la misma chispa primera de la luz para nosotros, no tiene cabida en nosotros.” [Alford.]
9. si confesamos—con los labios, hablando de un corazón contrito; abarca también la confesión a nuestros prójimos de las ofensas cometidas contra ellos. él es fiel—Dios es fiel a sus promesas; es “veraz” en sus dichos. justo—No solamente la misericordia, sino también la justicia de Dios está expuesta en la redención del arrepentido creyente en Cristo. Las promesas del Dios de misericordia, a las que es fiel, están en consonancia con su justicia. para que—El perdonarnos nuestros pecados y el limpiarnos de toda maldad está en el cumplimiento de los propósitos de su eterna fidelidad y justicia. perdone—remitiendo la culpa. limpie—purificar de toda inmundicia, de modo que de aquí en adelante seamos más y más libres de la presencia del pecado por el Espíritu de santificación (comp. Hebreos 9:14, y Nota,Hebreos 1:7. toda maldad—Griego, “injusticia;” ofensiva a Dios, quien es “justo,” y “recto.” “De todo pecado” en el 7, así llamado porque “el pecado es la transgresión de la ley,” y la ley es la expresión de la justicia de Dios, de modo que el pecado es la injusticia.
10. Paralelo con el v. 8. no hemos pecado—Se refiere a la comisión de pecados reales, aun después de la regeneración y la conversión; mientras que el v. 8, “no tenemos pecado,” significa la culpa actual que queda (hasta ser limpiada) de los pecados cometidos por el creyente y el pecado de nuestra vieja naturaleza corrupta que aun se adhiere a nosotros. El pretérito perfecto, “hemos pecado”, trae hasta el presente la comisión de pecados, no sólo los pecados cometidos antes de la conversión, sino también después. lo hacemos a él mentiroso—Una gradación: “mentimos” (Hebreos 1:6); “nos engañamos” (Hebreos 1:8); lo peor de todo, “hacemos mentiroso a Dios;” con negar su palabra al efecto, de que todos los hombres son pecadores (comp. 5:10).—su palabra no está en nosotros—“Su palabra”, que es la verdad (v. 8), nos acusa verdaderamente; con negarla la arrojamos del corazón (comp. Juan 5:38). Nuestro rechazamiento de “su palabra” tocante a ser nosotros pecadores, presupone como la consecuencia, nuestro rechazamiento de su palabra y voluntad reveladas en la ley y en el evangelio como un todo; porque éstas en todas sus partes descansan sobre el hecho de que hemos pecado y que tenemos pecado.