2 Crónicas 36:1-23
1 Luego el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, y lo proclamó rey en Jerusalén, en lugar de su padre.
2 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén.
3 Pero el rey de Egipto lo depuso en Jerusalén, e impuso al país una multa de tres mil trescientos kilos de plata y treinta y tres kilos de oro.
4 El rey de Egipto proclamó a Eliaquim, hermano de Joacaz, rey sobre Judá y Jerusalén, pero le cambió su nombre por el de Joacim. Y a Joacaz, su hermano, Necao lo tomó y lo llevó a Egipto.
5 Joacim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR su Dios.
6 Entonces Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él y lo ató con cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia.
7 Nabucodonosor también llevó a Babilonia algunos utensilios de la casa del SEÑOR, y los puso en su palacio en Babilonia.
8 Los demás hechos de Joacim, las abominaciones que hizo y lo que se halló en su contra, he aquí que están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. Y su hijo Joaquín reinó en su lugar.
9 Joaquín tenía dieciocho años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén. Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR,
10 y al año siguiente el rey Nabucodonosor mandó llevarlo a Babilonia, junto con los utensilios preciosos de la casa del SEÑOR. En lugar de él proclamó rey sobre Judá y Jerusalén a Sedequías, hermano de su padre.
11 Sedequías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.
12 Él hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, su Dios, y no se humilló delante del profeta Jeremías que le hablaba por mandato del SEÑOR.
13 Asimismo, se rebeló contra el rey Nabucodonosor, quien lo había hecho jurar por Dios. Endureció su cerviz y obstinó su corazón para no volver al SEÑOR Dios de Israel.
14 También todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, siguiendo todas las abominaciones de las naciones y contaminando la casa del SEÑOR, que él había santificado en Jerusalén.
15 El SEÑOR, Dios de sus padres, les envió sus mensajeros persistentemente, porque tenía misericordia de su pueblo y de su morada.
16 Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y hacían escarnio de sus profetas, hasta que la ira del SEÑOR estalló contra su pueblo, y ya no hubo remedio.
17 Así trajo contra ellos al rey de los caldeos, quien mató a espada a sus jóvenes en su mismo santuario, sin perdonar la vida de los jóvenes ni de las jóvenes, de los ancianos ni de los débiles. A todos los entregó en su mano.
18 Asimismo, todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y pequeños, los tesoros de la casa del SEÑOR y los tesoros del rey y de sus magistrados, todo lo llevó a Babilonia.
19 Luego incendiaron la casa de Dios y derribaron la muralla de Jerusalén. Incendiaron todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos.
20 A los sobrevivientes de la espada, los llevó cautivos a Babilonia, y fueron hechos esclavos del rey y de sus hijos hasta el establecimiento del reino de Persia,
21 para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubiera disfrutado de su reposo. Todo el tiempo de su desolación reposó, hasta que se cumplieron los setenta años.
22 En el primer año de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del SEÑOR por boca de Jeremías, el SEÑOR despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo pregonar por todo su reino, oralmente y por escrito, diciendo:
23 Así ha dicho Ciro, rey de Persia: “El SEÑOR, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha comisionado para que le edifique un templo en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre ustedes de todo su pueblo, que el SEÑOR su Dios sea con él, y suba”.
JOACAZ, EL SUCESOR, ES DEPUESTO POR FARAON.
1. el pueblo de la tierra tomó a Joachaz—Inmediatamente después de la derrota y muerte de Josías, el pueblo elevó al trono a Sallum (1 Crónicas 3:15), después llamado Joacaz, en preferencia a su hermano mayor Eliacim, de quien los ciudadanos no esperaban gran cosa. Se dice que Joacaz (2 Reyes 23:30) recibió en Jerusalem la real unción, ceremonia ésta que no se creía necesaria en circunstancias de la regular sucesión indisputada. Pero en el caso de Joacaz, se valió de ella para dar más validez al acto de la elección popular, y tal vez hacer menos probable que el acto fuese molestado por Necao, quien como todos los egipcios, asociaba la idea de santidad con el ungimiento real. Joacaz era el hijo menor de Josías, pero el favorito popular, debido probablemente a su espíritu marcial (Ezequiel 19:3) y su oposición firme a los propósitos agresivos de Egipto. A su accesión al trono la tierra estaba libre de la idolatría; pero este príncipe, en vez de seguir en las pisadas de su excelente padre, adoptó la política criminal de sus predecesores apóstatas, y por su influencia, usada directa o indirectamente, creció la idolatría (véase 2 Reyes 23:32).
2. y tres meses reinó en Jerusalem—Su posesión del poder soberano fué de una duración muy corta; porque Necao resolvió aprovechar la ventaja ya ganada en Judá, y, creyendo conveniente tener un rey nombrado por él sobre el trono de aquel país, depuso al monarca elegido por el pueblo, y elevó al trono a su hermano Eliacim o Joacim, quien creía sería un vasallo muy obsequioso. El curso de los acontecimientos parece haber sido así: al recibir informes, después de la batalla, de la accesión de Joacaz al trono, y tal vez también como consecuencia de alguna queja que Eliacim llevara ante él respecto a este asunto, Necao salió con parte de sus tropas para Jerusalem, mientras las demás tropas suyas marchaban pausadamente hacia Ribla; puso tributo sobre el país, elevó a Eliacim (Joacim) al trono como vasallo suyo, y al irse llevó consigo cautivo a Joacaz a Ribla. Los antiguos expositores generalmente suponían que Necao, después de la batalla de Megiddo, marchó directamente contra Carquemis, y luego a su regreso vino a Jerusalem. La improbabilidad, o más bien la imposibilidad, de que hubiera hecho así, se ve de esto: Que Carquemis distaba setecientos u ochocientos kilometros de Megiddo, de modo que en “tres meses” un ejército no habría podido hacer este camino, vencer la ciudad cercada de Carquemis, y después, marchar hacia atrás una distancia todavía mayor hasta Jerusalem, y tomar aquella ciudad. (Keil). cien talentos de plata—3418 libras esterlinas, y uno de oro—5475 libras; total del tributo, 8893 libras, y llevólo (Joacaz) a Egipto—Allí murió (Jeremias 22:10).
5-8. JOACIM, REINANDO MAL, ES LLEVADO A BABILONIA.
5. Joacim … hizo lo malo en ojos de Jehová—es decir, siguió el curso de sus antepasados idólatras, y el pueblo, en gran parte indispuesto a la política reformadora de su padre, ardientemente se valía del libertinaje vicioso que su negligente administración restablecía. Su carácter es retratado por mano maestra en la profecía de Jeremías (cap. 22:13-19). Como agente del rey de Egipto, se alejó más que su predecesor de los principios de gobierno de Josías; y tratando de satisfacer la codicia insaciable de su amo, por su excesiva exigencia a sus súbditos, Joacim temerariamente se metió en toda suerte de mal.
6. Y subió contra él Nabucodonosor rey de Babilonia—Esto se refiere a la primera expedición de Nabucodonosor contra la Palestina, en vida de su padre Nabopolasar, quien, siendo viejo y enfermo, tomó a su hijo como ayudante, y le despachó, con el mando de su ejército, contra los egipcios que invadían su imperio en Carquemis, y echándolos fuera de Asia, redujo todas las provincias al oeste del Eufrates a obediencia, y entre los demás el reino de Joacim, quien vino a ser vasallo del imperio asirio (2 Reyes 24:1). Joacim al fin de tres años rechazó el yugo, instigado probablemente a rebelarse por consejo del rey de Egipto, quien proyectaba una nueva expedición contra Carquemis. Pero fué completamente vencido por el rey babilonio, quien le quitó todas sus posesiones entre el Eufrates y el Nilo (2 Reyes 24:7). Entonces marchando contra el aliado de Egipto en Judá, tomó Jerusalem, se llevó una porción de los vasos sagrados del templo, tal vez en lugar del tributo que no le había sido pagado, y los depositó en el templo de su dios, Bel, en Babilonia (Daniel 1:2; Daniel 5:2). Aunque Joacim había sido tomado prisionero, y se pensaba primeramente transportarlo en cadenas a Babilonia, se le permitió quedar en su trono tributario. Pero habiendo hecho un poco después alguna nueva ofensa, Jerusalem fué sitiada por un ejército de subalternos, en una salida contra los cuales Joacim fué muerto (vease 2 Reyes 24:2; también Jeremias 22:18; Jeremias 36:30)
9. De ocho años era Joachín—llamado también Jeconías, o Conías (Jeremias 22:24). “Ocho”, debería haber sido “dieciocho”, como aparece en 2 Reyes 24:8, como también se ve en el completo desarrollo de sus principios y hábitos irreligiosos (véase Ezequiel 19:5). Siendo de tan corta duración su reinado, no puede considerarse en desacuerdo con la denunciación profética contra su padre (Jeremias 36:30). Pero su nombramiento por el pueblo causó resentimiento a Nabucodonosor, quien “a la vuelta del año” (v. 10), es decir en la próxima primavera cuando generalmente empiezan las campañas, fué personalmente contra Jerusalem, capturó la ciudad, y envió en cadenas a Babilonia a Joaquín, transportando al mismo tiempo a todos los nobles y artesanos más hábiles, hurtando todos los demás tesoros tanto del templo como del palacio (véase 2 Reyes 24:8).
11-21. EL REINADO DE SEDECIAS.
11. Sedecías—Lo nombró Nabucodonosor. Su nombre, originalmente Mattanías, fué, según la costumbre de los conquistadores orientales, cambiado a Sedecías, y aunque era hijo de Josías (1 Crónicas 3:15; Jeremias 1:2; Jeremias 37:1), es llamado (v. 10) hermano de Joaquín según la amplitud del estilo hebreo en palabras que expresan parentesco (véase 2 Reyes 24:18; 2 Reyes 26:1).
13. al cual había jurado por Dios—Sedecías recibió su corona bajo la condición expresa de un solemne juramento de lealtad al rey de Babilonia (Ezequiel 17:13), de modo que su rebelión al unirse con Faraón-hofra, rey de Egipto, significaba un crimen de perjurio. Su propia vanidad y su obstinada impiedad, la incurable idolatría de la nación y su temerario desprecio a las advertencias proféticas, trajeron sobre su reino ya tristemente reducido, los juicios de Dios, ya desde mucho tiempo predichos. Nabucodonosor, el ejecutor de la venganza divina, empezó el tercer sitio de Jerusalem, que, después de resistir un año y medio, fué tomada en el undécimo año del reinado de Sedecías, terminando con la quema del templo, más probablemente, el arca, y la destrucción del reino de Judá (véase 2 Reyes cap. 25; Ezequiel 12:13; Ezequiel 17:16).
21. hasta que la tierra hubo gozado sus sábados—La vuelta de cada séptimo año había de tenerse como año sabático, tiempo de descanso a todas las clases, aun a la tierra misma, la cual tenía que ser barbechado. Esta institución divina, sin embargo, fué descuidada—cuán pronto y cuánto tiempo, aparece en la profecía de Moisés (Levítico 26:34) y de Jeremías en este pasaje (véase también referencia marginal), la cual dijo que por retribución divina había de quedar desolada por setenta años. Como los conquistadores asirios colonizaban generalmente sus provincias conquistadas, tan notable desviación de la costumbre general de Palestina tendrá que atribuírse a la providencia soberana de Dios.
22, 23. PROCLAMACION DE CIRO.
22. Jehová excitó el espíritu de Ciro—(Véase Esdras 1:1).