LIBRO DE AMOS

INTRODUCCION

AMOS (que significa en hebreo "una carga") (1:1) fué un pastor de Tecoa, pueblo de Judá, que está como a diez kilómetros al sudeste de Belén y diecinueve de Jerusalén, sobre los límites del gran desierto (2 Crónicas 20:20; véase ibid 11:6). Siendo arenosa la región, se prestaba mejor para el pastoreo que para los fines de la agricultura. Amós pues fué dueño de rebaños, y hacía el trabajo de pastor, y fué cosechador de cabrahigos (higos de sicómoro); no que aquél fuese oficio humilde, porque ha habido hasta reyes, como Mesa de Moab (2 Reyes 3:4) que lo ejercieron. Amós, sin embargo (según el cap. 7:14, 15), parece haber sido de condición humilde. Aunque pertenecía a Judá, fué comisionado por Dios para ejercer su función profética en Israel, como en este reino abundaban impostores, y los profetas de Dios, por lo general, huían a Judá por temor a los reyes de Israel, hacía mucha falta allí que un verdadero profeta fuera desde Judá. Su nombre no debe ser confundido con el del padre de Isaías, Amoz.

El tiempo de su ministerio profético fué durante los reinados de Uzías de Judea y de Jeroboam II de Israel (1:1), es decir una parte del tiempo cuando estos dos reyes eran contemporáneos: probablemente en los últimos años de Jeroboam, después que este monarca hubo recuperado de Siria "los términos de Israel desde la entrada de Amat hasta la mar de la llanura" (2 Reyes 14:25); porque Amós predice que estos mismos términos, "desde la entrada de Amat hasta el río del desierto," serían el escenario donde Israel había de ser oprimido (2 Reyes 6:14); asimismo, sus referencias al estado de lujuriosa seguridad entonces existente (2 Reyes 6:1, 2 Reyes 6:4, 2 Reyes 6:13), y a la rápida terminación del mismo por el enemigo asirio (2 Reyes 1:5; 2 Reyes 3:12, 2 Reyes 3:15; 2 Reyes 5:27; 2 Reyes 8:2), indican la última parte del reinado de Jeroboam, que terminó en el año 784 a. de J. C. en el vigésimo séptimo año del reinado de Uzías, el cual continuó hasta el año 759.

Fué contemporáneo con Oseas, solamente que éste continuó profetizando en los reinados subsecuentes a Uzías (Oseas 1:1), mientras que Amós cesó de profetizar en el reinado de dicho monarca. El escenario de su ministerio fué Betel, donde se había establecido el culto idolátrico a los becerros (Oseas 7:10). Allí sus profecías llevaron al sacerdote del ídolo, Amasías, a acusarlo de conspiración, y a tratar de hacerlo retornar a Judá.

Los primeros seis capítulos están sin figuras; los últimos tres son simbólicos, pero con la explicación añadida. Amós denuncia primero a los pueblos vecinos, luego a los judíos, y entonces a Israel (desde el cap. tres hasta el fin) y termina con la promesa de restauración bajo el Mesías (Oseas 9:11). Su estilo lo consideró Jerónimo como revelador de su origen humilde; pero aunque no es sublime, es regular, claro y enérgico; sus imágenes se sacan de las escenas de la naturaleza, con la cual Amós estaba familiarizado; sus ritmos son fluyentes; sus paralelismos exactos, y sus descripciones, minuciosas y gráficas. Ocurren algunas expresiones raras, como: "la limpieza de dientes," eso es: falta de pan (Oseas 4:6); "la grandeza de Jacob" (Oseas 6:8; Oseas 8:7); "los altares de Isaac" (Oseas 7:9); "la casa de Isaac" (Oseas 7:16); "el que cría el viento" (Oseas 4:13).

Hengstenberg saca un poderoso argumento para la autenticidad de los registros mosaicos, de la evidencia en el libro de Amós de que las instituciones entonces existentes en Israel tanto como en Judá (salvo los becerros de Jeroboam) estaban formadas de acuerdo con las reglas del Pentateuco.

Dos citas de Amós se mencionan en el Nuevo Testamento (véase Hechos 7:42, con el 5:25, 26; y Hechos 15:16, con el 9:11).

Filón, Josefo, Melito (Catálogo) Jerónimo, Justino Mártir (sección 22, que cita Amós 5 y 6, como "uno de los doce profetas menores"), y el 60o. canon del concilio de Laodicea, apoyan la canonicidad del libro de Amós.

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