Apocalipsis 11:1-19
1 Entonces me fue dada una caña, semejante a una vara de medir, y se me dijo: “Levántate y mide el templo de Dios y el altar, y a los que en él adoran.
2 Y deja aparte el atrio de afuera del templo. Y no lo midas, porque ha sido dado a los gentiles, y ellos pisotearán la ciudad santa por cuarenta y dos meses.
3 Yo mandaré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
4 Ellos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.
5 Si alguien les quiere dañar, fuego sale de la boca de ellos y devora a sus enemigos. Cuando alguien les quiera hacer daño, tiene que morir de esta manera.
6 Ellos tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no caiga lluvia durante los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas, para convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.
7 Cuando hayan concluido su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará.
8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la gran ciudad que simbólicamente es llamada Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado el Señor de ellos.
9 Y por tres días y medio, la gente de los pueblos y de las razas y de las lenguas y de las naciones miran sus cadáveres; y no permiten que sus cadáveres sean puestos en sepulcros.
10 Y los habitantes de la tierra se gozan sobre ellos y se alegran. Y se enviarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas habían sido un tormento para los habitantes de la tierra.
11 Después de los tres días y medio el aliento de vida enviado por Dios entró en ellos, y se levantaron sobre sus pies. Y un gran temor cayó sobre los que los veían.
12 Oyeron una gran voz del cielo que les decía: “¡Suban acá!”. Y subieron al cielo en la nube, y sus enemigos los vieron.
13 Y en aquella hora se produjo un gran terremoto, y cayó la décima parte de la ciudad. Murieron por el terremoto siete mil hombres, y los demás estaban aterrorizados y dieron gloria al Dios del cielo.
14 Ha pasado el segundo ay. He aquí el tercer ay viene pronto.
15 El séptimo ángel tocó la trompeta. Y en el cielo se oyeron grandes voces que decían: “El reino del mundo ha venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo. Él reinará por los siglos de los siglos”.
16 Y los veinticuatro ancianos, que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios
17 diciendo: “Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras, porque has asumido tu gran poder y reinas.
18 Las naciones se enfurecieron, pero ha venido tu ira y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar su galardón a tus siervos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, tanto a los pequeños como a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra”.
19 Y fue abierto el templo de Dios que está en el cielo, y se hizo visible el arca de su pacto en su templo. Entonces estallaron relámpagos, voces, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.
CAPITULO 11
LA MEDICION DEL TEMPLO. EL TESTIMONIO DE LOS DOS TESTIGOS: SU MUERTE, RESURRECCION Y ASCENSION: EL TERREMOTO: EL TERCER AY: LA SEPTIMA TROMPETA INTRODUCE EL REINO DE CRISTO. HACIMIENTO DE GRACIAS DE LOS VEINTICUATRO ANCIANOS. Este capítulo once es un resumen compendioso y, a la vez, una introducción de las profecías más detalladas acerca de los eventos futuros de los capítulos doce al veinte. Por eso hallamos alusiones anticipadas a las profecías subsecuentes; comp. 11:7, “la bestia que sube del abismo” (no mencionada antes), con los detalles del 13:1-11; 17:8; también el 11:8, “la gran ciudad,” con el 14:8; 17:1, 5; 18:10.
1. una caña—el canon de la Escritura, la vara de medida de la Iglesia, nuestra regla de fe, habla.
1. y se me dijo—Traducción literal, “Me fué dada una caña … diciendo” (que decía)”. Así entiende Wordsworth. Así en 16:7 el altar se personifica. El Espíritu habla en el canon de la Escritura (la palabra canon se deriva del hebreo kaneh, “una caña,” vocablo aquí usado; y Juan fué quien terminó el canon). Así Victorino, Aquiras y Vitringa. semejante a una vara—a saber, derecha: como la vara de hierro (2:27), inflexible, que destruye todo error y que “no puede ser quebrada.” 2:27; Hebreos 1:8, griego, “vara de rectitud;” esto se dice para que no se piense que era una “vara meneada por el viento.” El estilo abrupto del Apocalipsis puede permitir el indefinido, “se me decía.” Con todo, el parecer de Wordsworth concuerda mejor con el griego. Asímismo el del antiguo comentador, Andreas de Cesárea, a fines del siglo cinco (Nota,Hebreos 11:3). el templo—El griego naous (distinto de hieron, o templo en general), el lugar santo, “el santuario.” el altar—del incienso; porque éste solo estaba en el santuario (naous). La mensura del lugar santo me parece estar paralela con la selladura de los elegidos de Israel bajo el sexto sello. Los elegidos de Dios son simbolizados por el santuario de Jerusalén (1 Corintios 3:16, donde ocurre, como aquí el mismo vocablo griego naos, templo). El Israel literal con el templo restaurado (Ezequiel 40:3, Ezequiel 40:5, donde también el templo es medido con la caña medidora, 41, 42, 43, 44.), estará a la cabeza de la electa Iglesia. La mensuración denota en seguida la exactitud de las proporciones del templo que iba a ser restaurado, y la completación determinada del número de los israelitas y de los gentiles elegidos. El templo literal de Jerusalén será el precursor típico de la Jerusalén celestial, donde el todo será templo, y ninguna porción será exclusivamente apartada como el templo. El trazamiento acertado practicado por Juan en capítulos subsecuentes de la distinción entre los siervos de Dios y los que llevan la marca de la bestia, es su manera de cumplir la orden dada aquí de medir el templo. El hecho de que se distingue el templo de los que en él adoran, favorece la opinión de que no se significa el templo espiritual, o sea la Iglesia de judíos y de cristianos, sino más bien el templo literal. Será reedificado con el retorno de los judíos a su tierra. Allí expondrá el Anticristo sus blasfemas arrogaciones. Sólo los elegidos sellados de Israel, la cabeza de la Iglesia elegida, rechazarán aquellas pretensiones. Estos constituirán el verdadero santuario que aquí es medido, eso es, correctamente señalados y guardados por Dios, mientras que los demás cederán a las pretensiones del maligno. Objeta Words-worth el que en los veinticinco pasajes de Los Hechos donde se menciona el templo judío, se llama siempre hieron, y no naos; asimismo en las Espístolas; pero esto es sencillamente porque no hay ocasión en Los Hechos y las Epístolas para mencionar el literal lugar santo (naos); en efecto, en Hechos 7:48, ocurre el término naos, si bien no se refiere directamente al lugar santo del templo de Jerusalén. Cuando se hablaba a los cristianos gentiles, que no conocían los detalles del templo de Jerusalén, era de esperar el uso del término naos, pero en el sentido espiritual. En el 11:19 se emples naos en el sentido local; véase también en 14:15, 17; 15:5, 8.
2. patio … fuera—todo lo de fuera, todo menos el lugar santo. no lo midas—El pronombre es erfático; no ha de ser medido; “échalo fuera,” como profanado. es dado—Por la orden de Dios. a los Gentiles—En sentido más amplio, significa “los tiempos de los gentiles,” cuando Jerusalén será “hollada de las gentes,” como lo prueba el paralelo de Lucas 21:24, donde se usa la misma palabra (griego patein). cuarenta y dos meses—(Lucas 13:5.) El mismo plazo de Daniel, “tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo” (Lucas 12:14): y en 12:6, la mujer anduvo fugitiva en el desierto “mil doscientos sesenta días.” En sentido más amplio, podemos o adoptar la teoría de un año por día, que da 1260 años (sobre el cual, y el reinado papal de 1260 años, véanse mis notas, Daniel 7:25; Daniel 8:14; Daniel 12:11), o bien tomar los 2300 días (Daniel 8:14), los 1335 días (Daniel 12:11), 1290 días, y 1260 días, simbólicamente por el largo período de los tiempos de los gentiles, fechándose desde la subersión de la teocracia judaica en el cautiverio babilónico (el reino nunca fué restablecido a Israel desde entonces.), o desde la última destrucción de Jerusalén por Tito, y extendiéndose hasta la restauración de la teocracia con la venida de Aquel “cuyo derecho es;” los diferentes períodos nunca se entenderán claramente antes de la gran consumación: pero mientras tanto, nuestro deber y privilegio nos urgen a investigarlos. Alguno de los períodos explicados por muchos puede ser el verdadero, pero hasta ahora no está asegurado. Los tiempos de las monarquías gentiles, mientras Israel es castigado siete veces, serán en sentido restringido (Daniel 11:2), sucedidos por los tiempos mucho más limitados de la tiranía en la Tierra Santa del personal Anticristo. Los largos años del mal gobierno papal serán seguidos acaso por el corto período del hombre de pecado, quien reconcentrará en sí toda la apostasía y la maldad de los varios anticristos precursores, Antíoco, Mahoma, el papado, un poco antes del advenimiento de Cristo. En su tiempo se hará LA RECAPITULACION y la visible consumación del “misterio de la iniquidad”, que tanto tiempo ha leuda al mundo. Las iglesias que testifican podrán ser seguidas por los individuos que testifiquen, aquéllas durante el período mayor, éstos durante el más breve. Los tres y medio (los 1260 días siendo tres años y medio de 360 días cada uno, tiempo durante el cual pofetizarán los dos testigos vestidos de saco) forman la mitad del sagrado número siete, lo que denota que el poder mundial del Anticristo a más y mejor es quebrantado; correponde al período (tres años y medio) cuando Cristo testificó de la verdad, rechazado por su propio pueblo, y crucificado por el pagano poder imperial (Daniel 9:27). Señala, en fin, el tiempo cuando el reino terrenal domina sobre el celestial. De la misma duración es la holladura por Antíoco del templo y de la persecución de los israelitas fieles. La resurrección de los dos testigos después de tres días y medio corresponde a la resurrección de Cristo después de tres días. Los tiempos del poder mundial nunca alcanzaron la sagrada plenitud de las siete veces 360, o sea, 2520, aunque se aproximaron a ella en los 2300 (Daniel 8:14). Los cuarenta y dos meses corresponden a las cuarenta y dos jornadas de Israel (Números 33:1) en el desierto, en contraste con el reposo sabático en Canaán; lo que hace recordar a la Iglesia que aquí, en el desierto que es este mundo, no puede esperar su descanso sabático. También, fué por tres años y medio que se cerraron los cielos y sobrevino el hambre en días de Elías. Representa, pues, a los cristianos la idea de fatigas, peregrinajes, y persecuciones.
3. daré—autoridad, o la orden. a mis dos testigos—“Los dos testigos míos:” el artículo denota que eran bien conocidos al menos a Juan. profetizarán—predicarán bajo la inspiración del Espíritu, anunciando juicios en contra de los apóstatas. Se los describe como “los dos olivos, y “los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra”. La referencia es a Malaquías 4:3, Malaquías 4:12, donde se significa dos individuos, Josué y Zerubabel, que sirvieron a la Iglesia Judaica, así como los dos olivos que se vaciaron de su aceite para llenar el depósito del candelero. Así pues en la apostasía final Dios levantará a dos testigos inspirados para que animen y consuelen a los afligidos del remanente sellado. Como son dos los candeleros aquí mencionados, y uno solo en Zacarías 4., paréceme que podrán significar la Iglesia doble, judaica y gentil, representada por los dos testigos: así como en el capítulo 7 se describe primero a los sellados de Israel, luego a los de todas las naciones. Mas véase Nota,Malaquías 11:4. Las acciones de los dos testigos son precisamente las de Moisés, cuando testificó por Dios contra Faraón (tipo del Anticristo, el último y el mayor enemigo de Israel), tornando las aguas en sangre, e hiriendo con plagas; y las de Elías (testigo de Dios durante una apostasía de Israel casi universal—restando los 70000, sin embargo, como los 144.000 sellados,Malaquías 7:4), que por su palabra hizo que el fuego devorara al enemigo, y cerró los cielos para que no lloviera por tres años y seis meses, igual tiempo (1260 días) en que profetizaron los dos testigos. Además, las palabras “testigo” y “profetizar” comúnmente se aplican a individuos, no a abstracciones (Salmo 52:8). De Burgh cree que Elías y Moisés volverán a aparecer, como Malaquías 4:5 parece enseñar (véase Mateo 17:11; Hechos 3:21). Moisés y Elías aparecieron con Cristo en la transfiguración la que prefiguró el futuro reino milenario. En cuanto a Moisés, véase Deuteronomio 34:5; Judas 1:9. El genio y modo de proceder de Elías llevan la misma relación con la segunda venida de Cristo que los de Juan el Bautista llevaron con la primera venida. [Bengel.] Muchos de la Iglesia primitiva creyeron que los dos testigos eran Enoc y Elías. Esto evitaría la dificultad de que murieran ellos dos veces, porque éstos nunca murieron; pero acaso serán los testigos muertos. Con todo, la conversión del agua en sangre, y las plagas (Deuteronomio 11:6), se aplican mejor a Moisés que a Enoc (comp. el 15:3, “el cántico de Moisés”). La gloria de Moisés y Elías en la transfiguración no era su permanente estado de resucitados, el que no será hasta que Cristo venga para glorificar a sus santos, porque él solo es primicias de los que durmieron. Una objeción a esta interpretación es que aquellos dos siervos bienaventurados de Dios tendrían que someterse a la muerte, y Moisés por segunda vez, lo que es negado por Hebreos 9:27. Véase mi Nota, Malaquías 4:11. sobre los dos testigos, que corresponden a “los dos olivos.” Estos son medios de proveer el aceite para alimentar a la Iglesia, y símbolos de paz. El Espíritu Santo es el aceite en ellos. Los testigos de Cristo, en los notables tiempos de la historia de la Iglesia, aparecieron generalmente en pares: como Moisés y Aarón, las autoridades civil y espiritual; Caleb y Josué; Ezequiel sacerdote y Daniel profeta; Zerubabel y Josué. de sacos—El género de vestir de los profetas, especialmente cuando llamaban al pueblo a contrición y arrepentimiento. Su mismo aspecto exterior concordaba con sus enseñanzas: así Elías, y Juan, que vino en el espíritu y poder de él. El saco de los dos testigos es una palabra clave que liga este episodio con la sexta trompeta, y con el sexto sello, cuando el sol se vuelve negro como saco de cilicio (en justa retribución sobre los apóstatas, que rechazaron a los testigos de Dios. 6:12).
4. delante del Dios de la tierra—A, B, C, la Vulgata, la Siríaca, la Cóptica, y Andreas dicen: “Señor por “Dios:” así Malaquías 4:14. Sirviéndole (Lucas 1:19), y como delante de los ojos de él, desconocido por gran parte de la tierra ahora, pero siendo al Rey de ella por derecho, y pronto a ser reconocido como tal abiertamente (Lucas 11:15). La frase alude a Malaquías 4:10, Malaquías 4:14, “los dos ungidos que están delante del Señor de la tierra.” El artículo “los” indica la alusión. Son “los dos candeleros,” no que sean la Iglesia, sino como luminares representativos (Filipenses 2:15) de ella, y ministros de consuelo en tiempo de apostasía. Vale la pena considerar la opinión de Worsworth, si acaso constituye un sentido secundario: los dos testigos, los dos olivos, son LOS DOS TESTAMENTOS que administran su testimonio a la Iglesia de la antigua dispensación así como a la de la nueva, lo que explica que los dos testigos son llamados también los dos candeleros (las Iglesias del Antiguo y Nuevo Testamentos: el candelero en Zacarías 4. es uno solo, como entonces había una sola Iglesia, la judaica. La Iglesia en ambas dispensaciones no tiene luz en sí, sino que la deriva del Espíritu por medio del testimonio de la palabra doble, los dos olivos: comp. el 11:1 (Nota), relacionado con éste, la caña, el canon de la Escritura, siendo la medida de la Iglesia: así Primasius X., pág. 314: los dos testigos predican en paño de cilicio, en señal del trato ignominioso que la palabra, como Cristo mismo, recibe en el mundo. Así los veinticuatro ancianos representan a los ministros de las dos dispensaciones por el doble de doce. Pero el 11:7 prueba que los dos testamentos en primer orden no pueden ser lo que se significa; porque éstos nunca serán “muertos”, ni “acabarán su testimonio” hasta que el mundo acabe.
5. sale fuego—No literalmente, sino que Dios hace que las denunciaciones de juicios de ellos se verifiquen y devoren (Jeremias 5:14; Jeremias 23:29) a sus enemigos. quisiere hacer daño—Dos veces repetido, para marcar la certeza inmediata de la realización. así muerto—así, de la misma manera que él trate de dañarlos (véase 13:10). Retribución en especie.
6. potestad—“poder autorizado.” no llueva—lit., “no llueva agua,” no riegue la tierra.
7. acabado su testimonio—El mismo verbo se emplea por Pablo acerca de la terminación de su ministerio con la muerte violenta. bestia que sube—Esta bestia (Griego, bestia salvaje, fiera) no se mencionó antes, porque ya estaba descrita por Daniel (7:3, 11), y ha de serlo en pleno más adelante (13:1; 17:8). Así, Juan de una vez se apropia las profecías del Antiguo Testamento; y también, mirando todo el tema de un golpe de vista, menciona como conocidos (aunque no lo sean al lector) objetos que describirá él mismo después. Es una prueba de la unidad que atraviesa toda la Escritura. hará guerra contra ellos—Alusión a Daniel 7:21, donde se dice lo mismo del pequeño cuerno, que brotó entre los diez cuernos de la cuarta bestia.
8. sus cuerpos—Así la Vulgata, la Siríaca y Andreas pero A, B, C, los manuscritos más antiguos, y la Cóptica dicen en singular, “el cuerpo de ellos.” Los dos caídos por una sola causa son considerados como uno. la grande ciudad—Ocho veces en otras partes del Apocalipsis aplicada a BABILONIA (Daniel 14:8; Daniel 16:19; Daniel 17:18; Daniel 18:10, Daniel 18:16, Daniel 18:18, Daniel 18:21). El 21:10 no es excepción, referente a la nueva Jerusalén, pues los manuscritos más antiguos omiten las palabras anexas, “la grande.” Debe tener, pues, una referencia anticipada a la Babilonia mística. que—mejor “la cual,” conforme al griego. espiritualmente—en sentido espiritual. Sodoma—El mismo término aplicado por Isaías 1:10 a la Jerusalén apóstata (comp. Ezequiel 16:48). Egipto—La nación, apoyarse en la cual era el pecado tentador de los judíos. donde … Señor fué crucificado—Esto identifica a la ciudad por Jerusalén, aunque el Señor fué crucificado fuera de la ciudad. Eusebio menciona el hecho de que el escenario de la crucificción fué incluído dentro de la ciudad por Constantino; así lo será también probablemente en la fecha cuando los dos testigos sean muertos. La bestia (por ejemplo, Napoleón y los esfuerzos de Francia) hace mucho que lucha por conseguir bases en Palestina; después de su ascenso desde el abismo, sus luchas se acrecentarán mucho más. [Bengel.] Alguno de la dinastía napoleónica puede ser que obtenga una base allí, y que hasta sea tenido por Mesías por los judíos, en virtud de restaurarles él la patria, y que resulte así ser el último anticristo. La dificultad es: ¿cómo puede llamarse a Jerusalén “la grande ciudad,” es decir, Babilonia? Por llegar a ser ella la capital mundial de la apostasía idolátrica, de la misma manera que Babilonia lo fué, y luego Roma lo ha sido; así como se le llama también “Sodoma y Egipto.” también nuestro—A, B, C, Orígenes, Andreas, etc., dicen “También su Señor.” Donde el Señor de ellos, así como ellos, fué muerto. Véase 18:24, donde la sangre de todos los muertos en la tierra se dice hallada EN BABILONIA así como en Mateo 23:35, Jesús dice que “sobre los judíos y Jerusalén” vendrá TODA la sangre justa vertida sobre la tierra;” de donde sigue que Jerusalén será la última capital de la apostasía mundial, y recibirá así la última y la peor visitación de todos los juicios jamás infligidos al mundo apóstata, las arras de la cual les fueron dadas en la destrucción de Jerusalén por los romanos. En el sentido más amplio, en el período histórico eclesiástico, la Iglesia siendo el santuario, todo lo exterior a ella es el mundo, la grande ciudad, donde el martirio de todos los santos tuvo lugar. Babilonia tipifica su idolatría, Egipto su tiranía, Sodoma su honda corrupción, Jerusalén sus pretensiones de la santidad en base a los privilegios espirituales, mientras que es siempre la que mata a Cristo en la persona de sus miembros. Todo lo cual es exacto referente a Roma. Así Vitringa. Pero en el sentido más definido, Jerusalén es tenida, aun en Hebreos (Mateo 13:12), por la ciudad mundial, de donde los entonces creyentes debían de salir, a fin de buscar la venidera.
9. los—Más bien, “algunos (tαcito) de los pueblos y linajes …,” el orden del griego. linajes—Griego, “tribus;” todos salvo los elegidos (por eso no se dice los pueblos, sino algunos de los pueblos; o bien la idea partitiva puede referirse a individuos de las naciones, etc., que entonces hayan de tener la posesión de Palestina y Jerusalén). verán—Así la Vulgata, la Siríaca y la Cóptica; pero A, B, C, Andreas, dicen en presente: “Ven;” o mejor, “Miran.” El presente profético. los cuerpos—Así la Vulgata, la Siríaca, Andreas; pero A, B, C, la Cóptica, en singular, como en el 11:8, “el cuerpo de ellos.” Los tres días y medio corresponden a los tres años y medio (Notas, 11:2, 3), la mitad de siete, el número pleno y perfecto. no permitirán—Así B, la Siríaca, la Cóptica y Andreas; pero A, C, y la Vulgata dicen, “no permiten.” en sepulcros—Así la Vulgata y Primarius; pero B, C, la Siríaca, la Cóptica, y Andreas en el singular, “en un sepulcro,” lit., en un monumento. De consiguiente, en justa retribución, la carne de las anticristianas huestes no es enterrada, sino dada a las aves del cielo (19:17, 18, 21).
10. los moradores—los que pertenecen a la tierra, como ciudadanos de ella, no al cielo (3:10; 8:13; 12:12; 13:8). se gozarán—Así la Vulgata, la Siríaca y la Cóptica; pero A, B, C, dicen el presente; véase sobre “no permitirán,” sobre ellos—El anticristianismo de los últimos días probablemente estará bajo el nombre de la iluminación filosófica y de la civilización, pero en realidad será la deificación hecha por el hombre de sí mismo. El fanatismo llevará a los seguidores del anticristo a festejar el hecho de haber sido silenciados aparentemente en la muerte sus reprochadores cristianos. Como el Señor de ella, la Iglesia tendrá su funesta semana de pasión, seguida por la hermosa mañana de la resurrección. Es una curiosa coincidencia histórica que, en el quinto Concilio Laterano, el 5 de mayo de 1514, ningún testigo (ni aun los moravos, que fueron citados) testificó en favor de la verdad, como lo habían hecho Hus y Jerónimo en Constanza; un orador ocupó la tribuna ante los representantes de la cristiandad papal, y dijo: “No hay quien reclame, quien he oponga” Lutero, el 31 de octubre de 1517, precisamente tres años y medio después, clavó sus famosas tesis en la iglesia de Wittemberg. Se objeta que los años son de 365 días, no de 360 y que así faltan dos días y medio; pero con todo la coincidencia es curiosa; y si se le permite a esta profecía otros cumplimientos que el final y literal, es razonable que éste sea tenido por uno de ellos. atormentado—a saber, con las plagas que tuvieron el poder de infligir (11:5, 6); también por su testimonio en contra de los mundanos.
11. después …—Tradúzcase como el griego, “Después de los tres días …” el espíritu de vida—el mismo que alentó la vida en los huesos secos de Israel, Ezequiel 37:10 (véase mi Nota allí), “y entró espíritu en ellos.” El texto aquí, como allí, se relaciona íntimamente con la restauración de Israel como nación a la vida política y religiosa. Véase también sobre lo mismo, Oseas 6:2, donde Efraín dice, “Darános vida después de dos días: al tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.” se alzaron sobre sus pies—las palabras idénticas de Ezequiel 37:10, lo que prueba que la alusión es a la resurrección de Israel, en contraste con “los tiempos de los gentiles,” cuando “es hollada la santa Ciudad.” gran temor—como el que cayó sobre los soldados que guardaban la tumba de Cristo cuando resucitó (Mateo 28:4), cuando hubo también gran terremoto.
12. oyeron—Así A, C, y la Vulgata; pero B, la Cóptica, la Siríaca y Andreas dicen “Oí”. en una nube—Griego, “en la nube;” lo que puede ser meramente la expresión por lo que bien conocemos, como solemos decir “las nubes.” Pero yo prefiero tomar el artículo por alusión definida a LA nube que recibió a Jesús en su ascensión (Hechos 1:9, donde no hay artículo, pues no hay alusión a nube anterior como es el caso presente). Como ellos se asemejaban a él en sus tres años y medio de testimonio, sus tres días y medio de yacer muertos (no precisamente por el mismo tiempo, ni fueron enterrados. como él) así también en su ascensión es el traslado y transfiguración de los sellados de Israel, y los elegidos de todas las naciones, arrebatados fuera del poder del enemigo anticristiano. sus enemigos los vieron—y fueron así abiertamente reprochados por su incredulidad y por la persecución de los fieles; a diferencia de la ascensión de Elías, a la vista de amigos solamente. La Iglesia arrebatada al encuentro del Señor en el aire, y transfigurada en cuerpo, es justificada delante del mundo por su Señor, así como el hijo varón (Jesús) fué “arrebatado a Dios y al trono” de delante del dragón que estaba esperando para devorar al niño una vez nacido.
13. gran temblor de tierra—que corresponde al “gran terremoto” (el mismo griego) bajo el sexto sello, con el acercamiento del Señor (Hechos 6:12). Cristo fué entregado a sus enemigos en el quinto día de la semana, en el sexto fué crucificado, y en el sábado descansó; así es bajo el sexto sello y la sexta trompeta que el último padecimiento de la Iglesia, empezado bajo el quinto sello y la quinta trompeta, debe ser consumado antes que ella entre al sabatismo eterno. Seis es el número del mayor triunfo del imperio mundial, pero al mismo tiempo linda con siete, el número divino, que presagia su completa destrucción. Comp. 666 en el 13:18, “el número de la bestia.” la décima parte de la ciudad cayó—eso es, “la grande ciudad” (16:19; Malaquías 14:2). Diez es el número de los reinos del mundo (Malaquías 17:10), y de los cuernos de la bestia (Malaquías 13:1) y del dragón (Malaquías 12:3). Así, en la interpretación histórico eclesiástica, se enseña aquí que cae uno de los diez reinos mundiales apóstatas. Pero en el sentido restringido una décima parte de Jerusalén que está bajo el anticristo, cae. Quedan las nueve décimas, y una vez purificadas llegan a ser el reino de Cristo en la tierra. de los hombres—Lit., “fueron muertos … siete mil nombres de hombres;” tan exactamente enumerados como si sus nombres estuviesen dados. siete mil—Elliott interpreta quiliadas o provincias, a saber, las siete Provincias Unidas holandesas perdidas al papado; y “nombres de hombres”, por títulos de dignidad, ducados, señoríos, etc. Antes, siete mil combina los dos místicos números perfectos y comprensivos, siete y mil, lo que denota la plena y completa destrucción de los impenitentes. los demás—habitantes israelitas que no fueron muertos. Su conversión forma un contraste bendito con el 16:9, y 9:20, 21. Estos arrepentidos (Malaquías 12:10; Malaquías 13:1) vienen a ser en carne los súbditos leales de Cristo, que reinará sobre la tierra con sus santos transfigurados. dieron gloria al Dios del cielo—lo que no hacían mientras eran apóstatas y adoraban la imagen de la bestia. Dios del cielo—Los apóstatas de los últimos días, con su pretendida iluminación cientifica, no reconocen poder celestial alguno, sino solamente las fuerzas naturales de la tierra que llegan ante su observación. El recogimiento al cielo por Dios de los dos testigos, que tuvieron poder durante sus días en la tierra de cerrar el cielo para que no lloviera (Malaquías 11:6) constriñó a los enemigos, de él y de ellos, que lo habían presenciado, a reconocer al Dios del cielo como Dios también de la tierra (Malaquías 11:4). Como se declaró (en 11:4) ser Dios de la tierra por medio de sus dos testigos, así ahora se comprueba ser Dios del cielo también.
14. El segundo ¡Ay!—El de la sexta trompeta (9:12-21), inclusive la profecía Deuteronomio 11:1: ¡Ay del mundo; gozo para los fieles conforme se acerca su redención! el tercer ¡Ay! vendrá presto—No se menciona en detalle por el presente, hasta que se dé un bosquejo de la historia del origen, padecimiento y fidelidad de la Iglesia en tiempo de persecución y apostasía. En lugar de darse los detalles del tercer ¡ay!, se nota sumariamente la gran consumación, el hacimiento de gracias de los veinticuatro ancianos en el cielo por el establecimiento del reino de Cristo en la tierra, juntamente con la destrucción de los que destruyeron la tierra.
15. tocó la trompeta—Evidentemente “EL ULTIMO sonido de la trompeta.” Seis está cerca de siete, pero no lo alcanza. Los juicios del mundo se completan en seis, y por el cumplimiento de siete los reinos del mundo llegan a ser de Cristo. Seis es el número del mundo entregado a juicio. Es la mitad de doce, el número de la Iglesia, como tres y medio es la mitad de siete, el número divino de la perfección. Bengel cree que el ángel aquí habrá sido Gabriel, nombre compuesto de El, Dios y Geber, hombre fuerte (10:1). Gabriel pues propiamente anunció a María el advenimiento del fuerte Dios-hombre; véase el relato del nacimiento del niño varón que sigue (12:1-6), al que el presente pasaje forma la transición, aunque la séptima trompeta es en tiempo subsecuente, siendo la consumación del episodio histórico de Caps. 12 y 13. La séptima trompeta, como el séptimo sello y la séptima copa, siendo la consumación, es acompañada de una manera diferente de aquéllos: se nos exponen, no las consecuencias que siguen en la tierra, sino las que siguen EN EL CIELO, las grandes voces y el hacimiento de gracias de los veinticuatro ancianos en el cielo, como el silencio de media hora en el cielo con el séptimo sello, y la voz de dentro del templo en el cielo, “Hecho es” (16:17), con la séptima copa. Esto es paralelo a Daniel 2:44, “Levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá; y no será dejado a otro pueblo este reino, desmenuzará y consumirá todos estos reinos, y él permanecerá para siempre.” Es el establecimiento visible de la soberanía del Cielo sobre la tierra, la que, visiblemente ejercida una vez, fué rechazada hasta ahora por los gobernantes terrenales. La diferencia entre lo terrenal y lo espiritual cesará entonces. No habrá bestia que se oponga a la mujer. La poesía, el arte, la ciencia, y la vida social serán a la vez mundanas y cristianas. reinos—A, B, C, y la Vulgata dicen en el singular, “El reino (soberanía) del (sobre el) mundo llegó a ser de nuestro Señor y de su Cristo.” No hay buena autoridad para la versión común. Los reinos del mundo ceden lugar al señorío del mundo ejercido por Cristo. Los reinos terrenales son muchos; el de él será uno. El nombre “Cristo,” el ungido, aquí donde se menciona su reino, aparece propiamente por primera vez en el Apocalipsis. Porque equivale a REY. Aunque se ungía también a sacerdotes y profetas, sin embargo este término se aplica especialmente a él como Rey, por cuanto “el Ungido del Señor” es su título como REY, en los textos donde se le distingue de los sacerdotes. El glorificado Hijo del hombre gobernará a la humanidad por medio de su transfigurada Iglesia en el cielo, y por el pueblo de Israel en la tierra: Israel será el mediador sacerdotal de bendiciones a toda la tierra, habiéndolas recibido primero. y reinará—“hasta los siglos de los siglos.” Aquí empieza el reino milenial, la consumación del “misterio de Dios” (Daniel 10:7).
16. delante de Dios—B y Siríaca dicen “delante del trono de Dios;” pero A, C, la Vulgata y la Cóptica concuerdan con nuestra versión. sillas—Griego, “tronos.”
17. gracias—por la contestación a nuestras oraciones (Daniel 6:10), destruyendo a los que destruyen la tierra (Daniel 11:18), preparando así el camino para el establecimiento del reino tuyo y de tus santos. y que has de venir—Omitida la frase en A, B, C, la Vulgata, la Siríaca, Cipriano y Andreas. Llegada en efecto ya la consumación, no se dirigen a él ya como cuando era aún futura, “que has de venir.” Comp. 11:18, “Es venida.” Desde la voz de la séptima trompeta es a su pueblo JAH, el siempre presente Señor, el que es, más propiamente que JEHOVA “el que es, era y ha de venir.” has tomado—Cristo toma el reino como suyo por derecho.
18. se han airado las naciones—Aludiendo al Salmo 99:1, Versión de los Setenta “Jehová reinó”; enójense los pueblos.” La ira de ellos se combina con la alarma (Éxodo 15:14; 2 Reyes 19:26, 2 Reyes 19:28, “Te has airado contra mí, y tu estruendo ha subido a mis oídos, yo por tanto pondré mi anzuelo en tus narices …”). ¡Cuán fútil es la impotente ira del hombre al lado de la del omnipotente Dios! muertos … juzgados—lo que prueba que la séptima trompeta viene al fin de todas las cosas, cuando tendrá lugar el juicio sobre los enemigos de Cristo, y la recompensa de sus santos, tan largo tiempo reclamada por ellos en oración. los profetas—por ejemplo, los dos testigos profetizantes, y los que los trataron benignamente por amor a Cristo. Jesús vendrá para efectuar por su presencia aquello que en su ausencia esperábamos en vano, y por otros medios. destruyas … destruyen—La retribución en especie (comp. 16:6; Lucas 19:27). Mis Notas, Daniel 7:14.
19. Una conclusión solemne similar a la del séptimo sello (Daniel 8:5) y a la de la séptima copa (Daniel 16:18). Parece pues que los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas, no representan acontecimientos consecutivos, sino paralelos, y terminan en la misma consumación. Presentan el desarrollo de los planes de Dios para llevar a cabo la gran finalidad bajo tres diferentes aspectos, que se complementan mutuamente. el templo—El santuario o lugar santo (naos), no el templo entero (hieron). abierto en el cielo—A y C dicen, “el templo de Dios que está en el cielo fué abierto.” el arca de su testamento—o “de su convenio,” “pacto.” Como en el primer versículo el santuario terrenal fué medido, así aquí su antitipo celestial queda descubierto, y el antitipo del arca del pacto del lugar santísimo terrenal, queda a la vista, la garantía de la fidelidad de Dios a su pacto, salvando a su pueblo y castigando a los enemigos de ellos y de él. De modo que esto forma una terminación propia de la serie de juicios anunciados por las trompetas y una introducción al episodio de los capítulos 12 y 13, respecto a la fidelidad de Dios para con su Iglesia. Aquí se abre primero su lugar secreto, el santuario celestial, para reconfortar a su pueblo: y después siguen sus juicios a favor de ellos (Daniel 14:15, Daniel 14:17; Daniel 15:5; Daniel 16:17), juicios aplaudidos por la gran compañía en el cielo como “verdaderos y justos.” Esto es paralelo, pues, a la escena desarrollada ante el altar celestial, al final de los sellos y al comienzo de las trompetas (Daniel 8:3), a la clausura del episodio de los Caps. 12-15., y de la apertura de las copas (Daniel 15:7).