EL CANTAR DE LOS CANTARES DE SALOMON
INTRODUCCION
El Cantar de Salomón, llamado en la Vulgata y en la versión de los LXX, "El Cantar de los Cantares," por las primeras palabras del mismo. Este título denota su excelencia superior, de conformidad con el idiotismo hebraico; asimismo el santo de los santos, indica el lugar santísimo (Éxodo 29:37); el cielo de los cielos, equivalente a los cielos más altos (Deuteronomio 10:14). Es uno de los cinco tomos (megatoth) puestos inmediatamente después del Pentateuco en los MSS., de las Escrituras Judaicas. Es también el cuarto de la Hagiografía ("Cetubim," escritos), la tercera división del Antiguo Testamento, siendo las otras dos la Ley, y los Profetas. El orden judaico del Cetubim es: Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Ecclesiastés, Esther, Daniel, Esdras (inclusive Nehemías), y Crónicas. Su canonicidad está establecida; se halla en todos los MSS, hebreaicos de las Escrituras; también en la Griega de los LXX; en los catálogos de Melito, obispo de Sardis, 170 d. de J. C. (Eusebio H. E. iv. 26), y en otros de la antigua Iglesia.
Orígenes y Jerónimo dicen que los judíos prohibieron su lectura a todos los de menos de treinta años de edad. Por cierto es menester un grado de madurez espiritual para poder penetrar debidamente en el santo misterio del amor, que en forma alegórica expone. Para los que han alcanzado esta madurez, sea de la edad que fueren, el Cantar es uno de los escritos sagrados más edificantes. Rosenmuller dice con justicia: Las transiciones repentinas de la novia desde la corte hasta el bosque son inexplicables, en la suposición de que describe meramente el amor humano. De ser éste, hubiera sido positivamente reprensible, y nunca hubiera sido admitido en el santo canon. La alusión de los "carros de Faraón" (cap. 1:9) ha sido base para conjeturar que los amores de Salomón y la hija de Faraón son el tema del Cantar. Pero dicho pasaje alude a un evento notable de la historia de la Iglesia del Antiguo Testamento, la liberación de Israel de las huestes y carros del rey de Egipto en el Mar Rojo. (Véase con todo, la nota allí.) Las otras alusiones son bien contrarias a semejante noción; se representa a la novia a veces como una pastorcilla (cap. 1:7), oficio que era "una abominación a los egipcios" (Génesis 46:34); asimismo los capítulos 1:6; 3:4; 4:8; 5:7 son contrarios a tal idea. Los padres cristianos, Orígenes, Teodoret, compararon la enseñanza de Salomón a una escalera de tres escalones: Ecclesiastés, natural (la naturaleza de las cosas sensibles, vana); Proverbios, moral; Cantares, místico (figurativo de la unión de Cristo con la Iglesia). Los judíos comparaban los Proverbios al patio exterior del templo de Salomón. Ecclesiastés al lugar santo, y Cantares al Santísimo. Entendido alegóricamente. Cantares queda libre de toda dificultad. "Sulamita" (cap. 6:13), la novia, es así un nombre que viene bien al caso, Hija de Paz, siendo la forma femenina de Salomón, equivalente a Príncipe de Paz. Ella es por turno viñadora, pastora, atalaya nocturna, ya esposa, ya hija del príncipe, y él es ahora un suplicante empapado del rocío de la noche, ora rey en su palacio, en armonía con las varias relaciones de la Iglesia y Cristo. Como Ecclesiastés expone la vanidad del amor de la criatura, Cantares expresa la plenitud del amor que une a los creyentes y Cristo. La entera economía de la salvación, dice Harris, tiene por objeto restaurar al mundo el espíritu del amor que estuvo perdido. Dios es amor, y Cristo es la encarnación del amor de Dios. Como los demás libros de la Biblia presentan particularmente sus propios aspectos de la verdad divina, así Cantares proporciona al creyente el lenguaje del amor santo, con el cual su corazón puede gozar de la comunión con su Señor; y describe la intensidad del amor de Cristo para con uno; el efecto del amor fué creado en el hombre para ser una transcripción del amor divino, y Cantares envuelve a éste en un ropaje de palabras; si no fuera así, careceríamos del lenguaje, que tuviera sanción divina, con que expresar, sin presunción, el fervor del amor que hay entre Cristo y nosotros. La figura de la novia, del esposo, y el casamiento, para representar la unión espiritual, goza de la sanción de todas las Escrituras; y más, la unión espiritual fué el hecho original en la mente de Dios, del cual el matrimonio es la copia (Isaías 54:5; Isaías 62:5; Jeremias 3:1, etc.; Ezequiel 16 y 23; Mateo 9:15; Mateo 22:2; Mateo 25:1, etc.; Juan 3:29; 2 Corintios 11:12; Efesios 5:23, donde Pablo no va de la relación conyugal a la unión de Cristo con la Iglesia, como si aquélla fuese la primera; sino que desciende desde ésta poniéndola primero, que es el hecho reconocido como el mejor en que basar la relación del matrimonio; Apocalipsis 19:7; Apocalipsis 21:2; Apocalipsis 22:17). Sobre todo, Cantares parece corresponder a los Salmo 45 y 72 y forma con ellos una trilogía, que contiene el mismo fondo figurativo; así como el Salmo 37 corresponde a los Proverbios, y los Salmo 39 y 73 a Job. El amor a Cristo es el más fuerte, pues es el más puro, de las pasiones humanas, y necesita por tanto el lenguaje más fuerte para expresarlo; a los puros de corazón la fraseologia, sacada del rico fondo imaginativo de la poesía oriental, no sólo no parecerá indecoroso o exagerado, sino más bien inferior a la realidad. Un solo emblema es tipo: los ritos en efecto, incidentes, y personas del Antiguo Testamento fueron tipos ordenados de verdades para ser reveladas después. Pero la alegoría es una metáfora continuada, en la que las circunstancias son palpablemente a menudo puras creaciones poéticas, mientras que la cosa figurada es del todo real. La clave del sentido de Cantares no debe buscarse en la alegoría misma, sino en otras partes de la Biblia. "Reposa en el estuche de la revelación una exquisita joya, cincelada con caracteres emblemáticos, sin ningún realismo que destruya la consecuencia de su hermosura." (Burrowes.) Esto explica la razón de que el nombre de Dios no aparezca en el libro. Mientras que en la parábola el escritor narra, en la alegoría nunca lo hace. Cantares consiste por completo en pláticas inmediatas, o de Cristo al alma, o del alma a Cristo. "El conocimiento experimental de la hermosura de Cristo y del amor del creyente es el mejor comentario, en suma, de este Cantar alegórico." (Leighton.) Como las lámparas orientales curiosamente labradas no revelan la hermosura de sus emblemas transparentes hasta que son iluminadas desde adentro, así los tipos y alegorías de las Escrituras, "la lámpara a nuestro camino," necesitan la luz íntima del Espíritu Santo de Jesús para revelar su significado. No debe darse a los detalles de la alegoría interpretacíones forzadas. En Cantares, con la profusión de la creación imaginativa oriental, numerosos objetos hermosos y plausibles se reúnen, que no son estrictamente congruentes, pero describen conjuntamente mediante su misma diversidad las mil hermosuras variadas y al parecer contradictorias que encarnan en Cristo.
La unidad del tema del principio al fin, y la repetición de las mismas expresiones (caps. 2:6, 7; 3:5; 8:3, 4; 2:16; 6:3; 7:10; 3:6; 6:10; 8:5), comprueban la unidad del poema, en contra de los que hacen que consista en un número de canciones exóticas, separadas. Las transiciones repentinas—por ejemplo, del golpeteo a la puerta de una humilde choza a la medianoche, a la gloriosa descripción del Rey—, concuerda con las experiencias alternativas del creyente. Entre las muchas divisiones sugeridas de Cantares, los más de los comentadores han observado cuatro intervalos (otros se han imaginado muchos más), seguidos por cuatro comienzos abruptos (caps. 2:7; 3:5; 5:1; 8:4). Así resultan cinco partes, terminando cada una en pleno reposo y refrigerio. Leemos (1 Reyes 4:32) que los versos de Salomón fueron "mil y cinco." El número raro de cinco añadido además del número completo de mil sugiere la probabilidad que el "cinco" se refiera a Cantares, que consiste en cinco partes.
Cantares corresponde a la poesía idílica de otras naciones. Los judíos lo explican como símbolo de la unión de Jehová y el antiguo Israel; las alusiones hechas al templo y al desierto concuerdan con esto; algunos cristianos lo explican como símbolo de la unión de Cristo y la Iglesia; otros, de Cristo y el creyente individual. Todo esto es verdad; porque la Iglesia es una en todas las edades, la antigua tipificando a la moderna, y correspondiendo su historia a la de cada alma individual que la compone. Jesús "ve a todos, como si los todos fuesen uno; ama al uno, como si aquel uno fuese todos." "La fecha concordaba con el modo de esta revelación; porque los tipos y las alegorías pertenecían a la antigua dispensación, que alcanzó su madurez bajo Salomón, cuando se edificó el templo." (Moody Stuart.) "La hija de Sión estaba a aquella sazón abiertamente casada con Jehová;" porque es desde entonces cuando los profetas comienzan a reprender el subsecuente pecado de Israel, hablando de él como una violación del pacto matrimonial. Las canciones por ella cantadas anteriormente eran himnos preparatorios de su niñez: "el último y mejor Cantar de los cantares quedó ya compuesto para la doncella ya preparada, para el día de su casamiento con el Rey de reyes." (Orígenes.) Salomón estaba peculiarmente preparado para adornar este santo misterio con la hermosa creación natural en que abunda Cantares, porque "habla de los árboles, desde el cedro del Líbano, aun hasta el hisopo que nace en la pared" (1 Reyes 4:33). Preparación superior fué su conocimiento de la eterna Sabiduría, o Palabra de Dios (Proverbios 8), el Esposo celestial. David, su padre, había preparado el camino, en los Salmo 45 y 72; el hijo perfeccionó la alegoría. Parece haber sido escrito en su vida temprana, mucho antes de su apostasía; porque después de ella una canción de santa alegría apenas hubiera sido adecuada. Fué la canción de su primer amor, en la benignidad de sus esponsales de joven con Jehová. Como otros libros inspirados, su sentido no está limitado a aquella edad local y temporaria en que el escritor lo hubiera entendido; alcanza a todas las edades, y manifiesta verdades eternas (1 Pedro 1:11; 2 Pedro 1:20).
"Quisiera saber cómo tus luces se combinan,
Y conocer la configuración de su gloria,
Pues veo no sólo como sus versos iluminan;
Contemplo además cada estrella de la historia."
Herbert.
Tres notas de cronología se sugieren. (Moody Stuart.) (1.) La Iglesia judaica habla a la gentílica (cap. 8:8) hacia el fin; (2.) Cristo habla a los apóstoles (cap. 5:1) hacia la mitad; (3.) La Iglesia habla de la venida de Cristo (cap. 1:2) al principio. Así tenemos, en orden directo, a Cristo por venir, y el clamor por su advenimiento; a Cristo al acabar su obra en la tierra, y la última cena; a Cristo ascendido, y el llamamiento de los gentiles. En otro aspecto tenemos: (1.) El anhelo en el alma individual de la manifestación a ella del Señor Jesús, y las varias alteraciones en la experiencia (caps. 1:2, 4; 2:8; 3:1, 4, 6, 7)) de su manifestación; (2.) El goce abundante de sus consuelos sensibles, que pronto son retirados a causa del descuido de la novia (cap. 5:1-3, etc.), sus anhelos de su retorno y la reconciliación (caps. 5:8-16; 6:3, etc., 7:1, etc.); (3.) Los efectos en el creyente de la manifestación de Cristo, a saber, la seguridad, obras de amor, pasión por las almas perdidas, celo por la vuelta segunda del Señor (caps. 7:10, 12; 8:8-10, 14).