Hebreos 12:1-29

1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos enreda, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos delante de nosotros

2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo que tenía delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.

3 Consideren, pues, al que soportó tanta hostilidad de pecadores contra sí mismo, para que no decaiga el ánimo de ustedes ni desmayen.

4 Pues todavía no han resistido hasta la sangre combatiendo contra el pecado.

5 ¿Y ya han olvidado la exhortación que se les dirige como a hijos? Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor ni desmayes cuando seas reprendido por él.

6 Porque el Señor disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe como hijo.

7 Permanezcan bajo la disciplina; Dios los está tratando como a hijos. Porque, ¿qué hijo es aquel a quien su padre no disciplina?

8 Pero si están sin la disciplina de la cual todos han sido participantes, entonces son ilegítimos, y no hijos.

9 Además, teníamos a nuestros padres carnales que nos disciplinaban y los respetábamos. ¿No obedeceremos con mayor razón al Padre de los espíritus, y viviremos?

10 Ellos nos disciplinaban por pocos días como a ellos les parecía, mientras que él nos disciplina para bien a fin de que participemos de su santidad.

11 Al momento, ninguna disciplina parece ser causa de gozo sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados.

12 Por lo tanto, fortalezcan las manos debilitadas y las rodillas paralizadas;

13 y enderecen para sus pies los caminos torcidos, para que el cojo no sea desviado sino, más bien, sanado.

14 Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

15 Miren bien que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brote y cause estorbo, y que por ella muchos sean contaminados;

16 que ninguno sea inmoral ni profano como Esaú que, por una sola comida, vendió su propia primogenitura.

17 Porque ya saben que fue reprobado, a pesar de que después quería heredar la bendición, porque no halló más ocasión de arrepentimiento, aunque lo buscó con lágrimas.

18 Ustedes no se han acercado al monte que se podía tocar, al fuego encendido, a las tinieblas, a la profunda oscuridad, a la tempestad,

19 al sonido de la trompeta y al estruendo de las palabras que los que lo oyeron rogaron que no se les hablara más

20 porque no podían soportar lo que se mandaba: Si un animal toca el monte, será apedreado.

21 Y tan terrible era aquel espectáculo que Moisés dijo: “Estoy aterrado y temblando”.

22 Más bien, se han acercado al monte Sion, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, a la reunión de miríadas de ángeles,

23 a la asamblea de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el juez de todos, a los espíritus de los justos ya hechos perfectos,

24 a Jesús el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

25 Miren que no rechacen al que habla. Porque si no escaparon aquellos que rechazaron al que advertía en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos del que advierte desde los cielos.

26 Su voz estremeció la tierra en aquel entonces, y ahora ha prometido diciendo: Todavía una vez más estremeceré no solo la tierra sino también el cielo.

27 La expresión “todavía una vez más” indica con claridad que será removido lo que puede ser sacudido, como las cosas creadas, para que permanezca lo que no puede ser sacudido.

28 Así que, habiendo recibido un reino que no puede ser sacudido, retengamos la gracia y, mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia.

29 Porque nuestro Dios es fuego consumidor.

EXHORTACION A SEGUIR LOS TESTIMONIOS DE FE ANTES MENCIONADOS: A NO DESMAYAR EN LAS PRUEBAS: A QUITAR TODA AMARGA RAIZ DE PECADO: PORQUE NO ESTAMOS BAJO UNA LEY DE TERROR, SINO BAJO EL EVANGELIO DE LA GRACIA, EL DESPRECIO DEL CUAL TRAE MAS GRAVES PENALIDADES, EN PROPORCION A NUESTROS MAYORES PRIVILEGIOS.

1. nosotros también—así como aquellos relatados. tan grande nubeGriego, “Teniendo … tan grande nube (una multitud innumerable encima de nosotros, cual nube santa y transparente: Clemente de Alejandría) de testigos que nos rodea”. La figura viene de la “carrera”, figura común aun en la Palestina desde los tiempos del imperio grecomacedónico, que introdujo tales costumbres griegas como los juegos nacionales. Los “testigos” corresponde a los espectadores que se apretujaban en derredor por ver a los que competían en la contienda por el premio (Filipenses 3:14). Aquellos “testimoniados” (véase el griego del cap. 11:5, 39) vienen a ser a su vez “testigos” de dos maneras: (1) Atestiguan con su propio caso la fidelidad de Dios hacia su pueblo [Alford] (cap. 6:12), siendo algunos de ellos mártires en el sentido moderno; (2) son testigos oculares de nuestra lucha de fe; sin embargo, este segundo sentido, aunque concuerda con la figura aquí se insiste, no está apoyado, positiva, inequívoca y directamente por la Escritura. Da viveza a la imagen; como la multitud de espectadores da ánimo adicional a los combatientes, así la nube de testigos oculares, que también estuvieron en las mismas contiendas, deben hacernos aumentar nuestro ardor por testificar, como ellos, de la fidelidad de Dios. peso—La pesadez corpórea del candidato al premio de la carrera se deshacía por medio de una dieta disciplinaria; así todo deseo carnal o mundano, y toda otra cosa. sea de dentro o de fuera, que impidiera al contendiente celestial, son el peso espiritual que ha de dejarse a un lado. Obstáculos, todo peso superfluo; la codicia de la carne, la codicia del ojo, y el orgullo de la vida, y hasta las cosas innocuas y de otra manera útiles que positivamente nos retardarían (Marco 10:50); el ciego que arroja su manto por correr a Jesús; Marco 9:42; véase Efesios 4:22; Colosenses 3:9. que nos rodeaGriego, “todo peso y el pecado, que fácilmente (nos) rodea”; así Lutero: “que siempre se nos adhiere”; “propensidad pecaminosa que siempre nos rodea, siempre presente y lista” [Wahl]. No es el pecado especificado, sino el pecado en general, con especial referencia, sin embargo, a “la apostasía”, de la cual ya les había amonestado, pecado al cual ellos podrían ser gradualmente seducidos; el pecado acosador de los hebreos, la INCREDULIDAD. con pacienciaGriego, “en tolerancia perseverante” (cap. 10:36). Sobre “correr” véase 1 Corintios 9:24.

2. Puestos los ojos—es decir, “mirando desde lejos” (Nota, cap. 11:26); fijando los ojos en Jesús sentado en el trono de Dios. autor—“Príncipe guiador”. El mismo vocablo se traduce “Capitán (de la salvación)”, cap. 2:10; “Príncipe (de la vida)” Hechos 3:15. El que va delante de nosotros como Originador de nuestra fe, y el Jefe cuyo ejemplo sin igual siempre hemos de seguir. En esto se distingue de todos los demás ejemplos de la fe del capítulo anterior (véase 1 Corintios 11:1). Sobre su “fe” véase cap. 2:13; 3:2. Los creyentes siempre han tenido los ojos puestos en él (cap. 11:26; 13:8). consumadorGriego, “perfeccionador”, aludiendo al cap. 11:40. de la fe—no “nuestra fe” (Versión Inglesa); incluye tanto su fe de él (explicada en lo que sigue) como la nuestra. Cumple el ideal de la fe él mismo, y así como la ofrenda vicaria y como un ejemplo ideal, él es objeto de nuestra fe. propuesto gozo—a saber, el de sentarse luego a la diestra del trono de Dios; inclusive su propio gozo personal, el gozo de sentarse allí como Príncipe y Salvador, para dar el arrepentimiento y la remisión de pecados. El gozo venidero desarmó de su aguijón al presente dolor. cruz … vergüenza—la gran piedra de tropiezo de los hebreos.

3. Reducid—“considerad”, a guisa de comparación con vosotros mismos, así el griego. pues—en justificación de la exhortación anterior. contradicción—la incredulidad, y toda suerte de oposición (Hechos 28:19). pecadores—El pecado nos ataca a nosotros; no el pecado, sino los pecadores contradijeron a Cristo. [Bengel]. os fatiguéis … desmayando—Véase Isaías 49:4, como muestra de que Jesús no se fatigaba por la contradicción y la extraña incredulidad de aquellos entre los cuales trabajσ, predicando como nunca predicó hombre alguno, y demostrando milagros hechos por su inherente poder, que ningún otro podía hacer.

4. no habéis resistido hasta la sangre—Imagen del pugilismo, como acababa de usar la de una carrera, ambas sacadas de los grandes juegos nacionales griegos. Habéis sufrido el despojo de vuestros bienes, y sido hechos espectáculo tanto por reproches como por aflicciones; aun no habéis vertido vuestra sangre (Nota, cap. 13:7). “El atleta que ha visto su propia sangre, y quien, aunque derribado por su adversario, no se permite estar desanimado de espíritu, quien cuantas veces ha caído tantas veces se ha levantado aun más resuelto, baja al encuentro con grande esperanza” [Séneca]. contra el pecado—El pecado está personificado como un adversario: El pecado, ya dentro de vosotros, incitándoos a perdonar vuestra sangre, ya en vuestros adversarios, incitándolos a derramarla, si no pueden por vuestra fidelidad, aun hasta la sangre, inducirlos a apostatar.

5. olvidados—del todo, así el griego. Véase vv. 15-17, donde denota cuán absolutamente algunos se habían olvidado de la palabra de Dios. Su exhortación debía de haber tenido más efecto sobre vosotros del que tienen los vítores y exhortaciones de los espectadores sobre los competidores en el juego. exhortación que—de la cual lo siguiente es una muestra. [Alford]. habla con vosotros—a modo de diálogo o discurso, así el griego, expresando la condescendencia amorosa de Dios (véase Isaías 1:18). no menosprecies—es decir, “no tengas de poco valor”. Revelando un espíritu contumaz de incredulidad (cap. 3:12), como “desmayando” denota un espíritu roto, débil y pesimista. El “castigo” debe ser sobrellevado con “sujeción” (v. 9); la “reprensión” (v. 5), más severa que el “castigo” (v. 7), debe ser llevada con paciencia. “Algunos en la adversidad dan coces contra la voluntad de Dios, otros desesperan; no debe hacer lo uno ni lo otro el cristiano, porque es en sentido peculiar el hijo de Dios. A él tales cosas adversas acontecen sólo por el decreto de Dios, y eso a propósito en benignidad, a saber, para quitar las contaminaciones adherentes al creyente y ejercitar su paciencia” [Grocio].

6. (Apocalipsis 3:19). Porque—circunstancia adicional. azota—lo cual saca la “sangre” (v. 4). recibe—acepta. Toma a sí por hijo, “en quien se deleita” (Proverbios 3:12).

7. En los vv. 7, 8 se inculca la necesidad del “castigo” o “disciplina”; en el v. 9, el deber de los que lo recíben. Si sufrís—Los manuscritos más antiguos rezan (eis, preposición por ei, condicional, y sufrid por sufrís): “Para vuestro castigo (puesto que el castigo es para vuestra corrección, vuestro mejoramiento disciplinario) aguantad con paciencia”; así la Vulgata. se os presenta—“Se porta hacia vosotros” en el mismo acto del castigo. ¿qué hijo es aquel—“¿Qué hijo hay” eh la misma vida ordinaria? Con tanta más razón Dios, para con los hijos suyos (Isaías 48:10; Hechos 14:22). Los más eminentes de los santos de Dios fueron los más afligidos. Dios los guía por el camino que ellos no conocen (Isaías 42:16). Miramos demasiado cada prueba por sí, sin tenerla en cuenta en relación con todo el plan de la salvación, como si el viajero se quejara de lo escarpado y áspero de una vuelta del camino, sin considerar que le conduce hacia prados verdes en el camino a la ciudad de habitación. El Nuevo Testamento solo usa el término griego (paideia) por educación, para expresar “la disciplina” o corrección, como la que recibe un niño del padre.

8. si estáis fuera del castigo—excluídos de la participación en el castigo, y contentos con ello. todos—todos los hijos: todos los dignos señalados en el capítulo once: todos los testigos (v. 1). luego sos bastardos—de los tales a sus padres no les importa si se los educa o no; mientras que cada padre recto se preocupa por el bienestar moral de su legítimo hijo. “Puesto que el no ser castigados es señal de la bastardía, debemos (no rechazar, sino) regocijarnos en el castigo como marca de nuestra genuina filiación” [Crisóstomo].

9. obedeceremosGriego, “Nos sujetaremos”. Nótese el castigo por la insubordinación, Deuteronomio 21:28. Padre de los espíritus—en contraste con “los padres de nuestra carne”. “Lo engendrado por los hombres es carnal, lo engendrado por Dios es espiritual” [Bengel]. Como “Padre de los espíritus” Dios es a la vez el Originador, el Proveedor y el Sustentador de la vida animal como de la espíritual. Nótese “y viviremos”, es decir, espiritualmente; también el v. 10, “para que participemos de su santidad” (2 Pedro 1:4). Dios es espíritu, y el Creador de los espíritus como él mismo, en contraste con los hombres, que son carne y progenitores de carne (Juan 3:6). Jesús, nuestro ejemplo, “aprendió la obediencia” experimentalmente por el sufrimiento (cap. 5:8). y viviremos—y haciendo así viviremos espiritual y eternamente.

10. Enseña cómo el castigo de nuestro Padre celestial es preferible al de nuestros padres terrenales. por pocos días—para procurar nuestro bienestar en los pocos días de nuestra vida terrenal; así el griego. como a ellos les parecía—Su norma de castigo es lo que les parece propio a sus propios variables juicios, temperamento o capricho. Los dos defectos de la educación humana son: (1) la preponderancia en ella de nuestro corto plazo terrenal de días; (2) la ausencia en los padres de la sabiduría infalible de nuestro Padre celestial. “Yerran ellos mucho unas veces en la severidad, otras veces en la indulgencia (1 Samuel 3:13; Efesios 6:4), y no castigan tanto cuanto PIENSAN que castigan” [Bengel]. para que recibamos su santificaciónGriego, “participemos de su santidad”. Ser santos como él es santo (Juan 15:2). Llegar a ser santos como Dios, es equivalente a ser educados para pasar la eternidad con Dios (v. 14; 2 Pedro 1:4). De modo que esta “participación de la santidad de Dios” está en contraste con “los pocos días” de esta vida, para los cuales los padres terrenales educan a sus hijos.

11. causa de gozo … de tristeza—La objeción de que el castigo es gravoso, “asunto de tristeza”, se anticipa aquí y se contesta. Parece así sólo a los castigados, cuyo juicio se confunde por el presente dolor. Su fruto posterior recompensa ampliamente por todo dolor pasajero. El objeto verdadero de los padres al castigar no es que hallen placer en el dolor de sus hijos. Deseos satisfechos, sabe nuestro Padre, serían a menudo nuestras maldiciones en verdad. fruto … de justicia—La rectitud (en la práctica, brotando de la fe) es el fruto que rinde el castigo del árbol (Filipenses 1:11). apacible—(Véase Isaías 32:17) en contraste con las pruebas de conflictos, de las que es recompensa “Fruto de justicia a ser gozado en paz, pasados los conflictos” [Tholuck]. Como la guirnalda de olivo, emblema de paz tanto como de victoria, se colocaba sobre la frente del vencedor en los juegos. en él son ejercitados—como los atletas ejercitados en la preparación para la lucha. El castigo es el ejercicio que da la experiencia, y hace que el combatiente espiritual sea irresistiblemente victorioso (Romanos 5:3). “¡Feliz aquel siervo para cuyo desarrollo el Señor es celoso, con el cual se digna enojarse, a quien no engaña, disimulando amonestaciones (dejando de amonestarle, haciéndole creer que no lo necesita)!” [Tertuliano]. Nótese el “después”; ése es el tiempo a menudo cuando Dios obra.

12. Se dirige a corredores, a pugilistas y a guerreros. [Crisóstomo]. El “por lo cual” se resume del “por tanto” del v. 1. alzad las manos—En Isaías 35:3, citado por Pablo, se dice: “Confortad las manos cansadas”. La mano es símbolo de la fuerza de uno. Alford traduce: “Enderezad de nuevo las manos aflojadas”. Pero nuestra versión lo expresa bien. paralizadas—vocablo usado en el Nuevo Testamento solo por Lucas, compañero de Pablo. La exhortación tiene tres partes: La primera referente a nosotros mismos (vv. 12, 13); la segunda, a otros (v. 14). “la paz con todos”; la tercera, a Dios: “Seguid la santidad” (v. 14b); a la primera se hace referencia en el v. 15: “que ninguno se aparte de la gracia”; a la segunda también en el v. 15: “que ninguna raíz de amargura”, etc.; la tercera en el v. 16: “que ninguno sea fornicario”, etc. “Esta relación triple ocurre a menudo en las Epístolas de Pablo. Véase nota, Tito 2:12 : “sobria, justa y píamente”. El verbo griego en voz activa, no en la media o reflexiva, requiere el sentido de “Alzad” no sólo las manos y rodillas propias, sino también las de vuestros hermanos” (véase el v. 15; Isaías 35:4).

13. Cita de Proverbios 4:26, de la versión de los Setenta: “Haced caminos derechos para vuestros pies”. Derechos, eso es, dirigirse por un camino recto al gozo y a la gracia (vv. 1, 2, 15). Dejad de “vacilar” entre el judaísmo y el cristianismo. [Bengel]. “Pasos”, “rodadas”. Sea vuestro camino tan firme y tan unánime en la debida dirección que así se establezca una senda patente, un “camino real”, para que los que os acompañen y los que os sigan lo perciban y caminen por él (Isaías 35:8) [Alford]. lo que es cojo—“aquellos débiles en la fe” (Romanos 14:1), que retienen aún los prejuicios judaizantes. no salga fuera del camino—(Proverbios 4:27)—y así errando el camino, pierdan el premio de “la carrera”. antes sea sanado—El debido ejercicio de sí mismo contribuye a la salud: el hábito de proseguir derecho en el camino debido tiende a sanar.

14. Seguid la paz con todos—en especial con los hermanos (Romanos 14:19), de modo que los “cojos” entre ellos “no salgan del camino” (v. 13), y ninguno de ellos “carezca de la gracia de Dios” (Romanos 12:15). santidad—un término griego distinto de la “santidad” de Dios. Tradúzcase aquí “la santificación”. La de Dios es santidad absoluta; nuestra porción es vestirnos la santidad de él, volviéndonos “santos como él es santo”, por la santificación. Mientras sigamos “la paz con todos”, no hemos de procurar complacerlos, de modo que hagamos de la voluntad de Dios y de nuestra santificación un objeto secundario; esto último debe ser nuestra primera finalidad (Gálatas 1:10). nadie verá al Señor—no lo verá como hijo; en la gloria celestial (Apocalipsis 22:3). En el Oriente nadie salvo los favoritos más grandes son admitidos al honor de ver al rey (véase 2 Samuel 14:24). El Señor siendo puro y santo, sólo los puros y santos lo verán (Mateo 5:8). Sin la santidad en ellos, no podrían gozar de él, quien es la santidad misma (Malaquías 14:20). La conexión de la pureza con el ver al Señor aparece en 1 Juan 3:2; Efesios 5:5. Contrástese el v. 16 de este capítulo (véase 1 Tesalonicenses 4:3). En Mateo 24:30; Apocalipsis 1:7, se dice que todos verán al Señor; pero eso será como Juez, no como su porción perenne y a su Dios, como es el significado aquí. El verbo griego no denota meramente la acción de ver, sino el estado de mente del vidente a la que se presenta el objeto: así en Mateo 5:8 : “Ellos verdaderamente comprenderán a Dios” [Tittmann]. Nadie sino los santos podrían apreciar al Dios santo; nadie sino ellos solos permanecerán en su presencia. “Los malos sólo lo verán en su forma como Hijo del hombre (véase Apocalipsis 1:13, con el v. 7; Mateo 24:30; Hechos 1:11; Hechos 17:31); sin embargo, será en la gloria en donde él juzgará, no en la humildad, en la cual fué juzgado. Su forma como Dios, en la que es igual al Padre, sin duda los impíos no lo verán; son sólo los puros de corazón los que verán a Dios” [Agustín]. “Vendrá a juzgar, quien estuvo delante de un juez. El vendrá en la forma en que fué juzgado, para que vean al que traspasaron; el que antes estuvo velado, vendrá manifestado en poder; él, como juez, condenará a los verdaderos culpables, el mismo que fué falsamente tenido por culpable.”

15. ninguno se aparteGriego, “que ninguno (por la pereza al correr) careciendo de …” o “errando el blanco de la gracia de Dios … os impida”. La imagen se saca de una compañía de viajeros, uno de los cuales queda atrás, y así nunca alcanza el fin del largo y laborioso jornal. [Crisóstomo]. raíz de amargura—no meramente una raíz amarga, la que posiblemente produciría frutas dulces; esta raíz, cuya esencia es la “amargura”, nunca podría. Pablo aquí se refiere a Deuteronomio 29:18 : “Quizás habrá en vosotros raíz que eche veneno y ajenjo” (véase Hechos 8:23). Raíz de amargura comprende toda persona (v. 16) y todo principio de doctrina o práctica tan radicalmente corrupto como para desparramar la corrupción por doquiera. La única seguridad está en desarraigar semejante raíz de amargura. muchos—mejor, “los muchos”, es decir, toda la congregación. Mientras queda escondida en la tierra, no se le puede remediar; pero cuando “brota”, debe ser tratada con fortaleza. Que se acuerde, con todo, de la precaución (Mateo 13:26) tocante a desarraigar personas. No hay tal peligro en extirpar los malos principios.

16. fornicario—(cap. 13:4; 1 Corintios 10:8) o profano—La fornicación es muy semejante a la glotonería, el pecado de Esaú. Profanamente arrojó de sí su privilegio espiritual por satisfacer su paladar. Génesis 25:34 lo pinta gráficamente. Un ejemplo bien propio para horrorizar a los hebreos, cualesquiera que fuesen, como Esaú, hijos de Isaac solamente según la carne. [Bengel]. por una vianda—la pequeñez de la incitación solamente agrava la culpabilidad de tirar la eternidad por tal bagatela, tan lejos está de ser razón de conmiseración (véase Génesis 3:6). Un solo acto muchas veces tiene el poder mayor o para bien o para mal. Así en los casos de Rubén y Saúl, para mal (Génesis 49:4; 1 Crónicas 5:1; 1 Samuel 13:12), y por otra parte, para bien, Abrahán y Fineas (Génesis 12:1; Génesis 15:5; Números 25:6). su primogenituraGriego, “sus propios (así rezan los mandamientos antiguos, haciendo mayor la locura suicida y el pecado del acto) derechos de primogenitura”, que implicaban el alto privilegio espiritual de ser el antecesor de la prometida simiente, y heredero de las promesas en él. Los hebreos a quienes Pablo escribía, tenían, como cristianos, los derechos espirituales de primogenitura (v. 23); les intima que deben ejercer la continencia corporal si no querían perder como Esaú, los mismos.

17. aun después—Despreció su primogenitura, por consiguiente también fué despreciado y rechazado cuando quiso tener la bendición. Como en el caso del creyente, así también en el caso del incrédulo, viene un “después”, cuando el creyente contempla sus tristezas pasadas y el incrédulo sus goces pasados, en una luz diferente de la que en un tiempo los miraba respectivamente. Compárese el “mas después” del v. 11 con el “aun después” de aquí. Véase “al aire del día” de Génesis 3:8 con el v. 6. deseando—cuando más tarde deseaba tener la bendición. “El que, cuando pueda, no querrá, cuando quiera, no podrá”. (Proverbios 1:24; Lucas 13:34; Lucas 19:42). fué reprobado—no tocante a toda bendición, sino sólo a la que hubiera resultado de la primogenitura. no halló lugar de arrepentimiento—La causa está puesta aquí en lugar del efecto, el “arrepentimiento”, por el objeto que Esaú procuraba en su así llamado arrepentimiento, a saber, el cambio, de determinación de su padre de dar la bendición principal a Jacob. Si hubiera buscado el verdadero arrepentimiento con lágrimas, lo hubiera hallado (Mateo 7:7). Pero no lo encontró, porque esto no fué lo que buscaba. Lo que prueba que sus lágrimas no eran de quien procuraba el verdadero arrepentimiento es que, luego de ver frustrado su deseo, resolvió matar a Jacob. Derramó lágrimas, no por el pecado, sino por su sufrimiento de la pena del pecado. Las suyas eran las lágrimas del vano pesar y remordimiento, no de arrepentimiento. “Antes, podría haber tenido la bendición sin lágrimas; después, no obstante sus lágrimas derramadas, fué rechazado. Aprovechemos el tiempo” (Lucas 18:27) [Bengel]. Alford explica el “arrepentimiento” aquí como una oportunidad, arrepintiéndose, para reparación (es decir, para recuperar la bendición perdida). Estoy de acuerdo con él cuando dice que la traducción, “no halló lugar para cambiar la mente de su padre”, es forzada; aunque esto sin duda fué el verdadero fin del “arrepentimiento” que procuraba. El lenguaje está compuesto para aplicarse a los profanos despreciadores que voluntariamente rechazan la gracia y buscan arrepentimiento (eso es, no el verdadero; sino el escape de la pena de sus pecados), pero en vano. Véase “después” de Mateo 25:11. Las lágrimas no son prueba del arrepentimiento real (1 Samuel 24:16; contrástese Salmo 56:8).

18. Porque—El hecho de que no estamos bajo la ley, sino bajo una dispensación superior, y ésa la última, el evangelio, con sus gloriosos privilegios, es la razón por qué especialmente los cristianos hebreos deberían “mirar con diligencia” (vv. 15, 16). habéis llegado—Aludiendo a Deuteronomio 4:11 : “Y os llegasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego … con tinieblas, nube y oscuridad”. “Acercándoos a Dios, no es al monte a donde llegasteis …” al monte—omitido en los manuscritos más antiguos y la Vulgata. Con todo, debe ser suplido del v. 22. que se podía tocar—Monte (si no el monte, ¿qué?) palpable y material. No que a alguien salvo Moisés fuese permitido tocarlo (Éxodo 19:12). Los hebreos se acercaron al monte Sinaí material en sus cuerpos materiales; nosotros, en espíritu, al monte espiritual. La “obscuridad” era aquélla formada por las nubes que rodeaban; “la tempestad” se acompañaba con el trueno.

19. la trompeta—sonada para despertar al pueblo, y anunciar la llegada de Dios (Éxodo 19:16). no se les hablase—no que se negasen a escuchar la palabra de Dios, sino que deseaban que Dios mismo no les hablara sino que emplease a Moisés como su portavoz mediador. “La voz de las palabras” fué el decálogo pronunciado por Dios mismo, una voz emitida, sin que se viera forma alguna; después de lo cual, “no agregó palabra alguna” (Deuteronomio 5:22).

20. lo que se mandaba—“el interdicto” [Tittmann]. Significa un severo mandato de interdicción. Si bestia—“Si una bestia (siquiera, cuanto más un hombre) tocare …” o pasada con dardo—frase omitida en los manuscritos más antiguos. El interdicto completo de Éxodo 19:12 está abreviado aquí, poniéndose la “bestia” sólo por “hombre y bestia”: especificando el apedreo para el ofensor humano, siendo implícito el castigo de la bestia, ser pasada por dardo.

21. lo que se veía—la visión de la majestad de Dios. temblando—El temor le afectó la mente; temblaba su cuerpo. No se registran estas palabras de Moisés en el Exodo; pero Pablo, por inspiración, nos da este detalle (Hechos 20:35; 2 Timoteo 3:8). Leemos en Deuteronomio 9:19, versión de los Setenta, palabras algo parecidas empleadas por Moisés después de quebrar las dos tablas, por el temor de la ira de Dios por el pecado del pueblo de hacer el becerro de oro. Sin duda “se asombró” de manera similar al oír los diez mandamientos pronunciados por la voz de Jehová.

22. habéis llegado—(Véase Deuteronomio 4:11). No meramente llegaréis; sino, ya habéis llegado. monte de Sión—Sión antitípico, la Jerusalén celestial, de la que la iglesia espiritual invisible (de la cual los primeros cimientos fueron echados en la Sión literal, Juan 12:15; 1 Pedro 2:6) es ahora las arras; y de la cual la Jerusalén literal restaurada en el futuro será la representante terrenal, a ser reemplazada por la eterna y “nueva Jerusalén, que bajo del cielo de Dios” (Apocalipsis 21:2; véase cap. 11:10).

22, 23. a la compañía de muchos millares de ángeles, y a la congregación—Después de hacerse mención de la ciudad de Dios, sigue la mención de sus ciudadanos. Los creyentes siendo como los ángeles de Dios (Job 1:6; Job 38:7), “hijos de Dios”, son sus “iguales” (Lucas 20:36); y siendo reconciliados por Cristo, son adoptados en la gran familia bendita de Dios. Por la consumación de esto oremos (Mateo 6:10). El arreglo de la versión inglesa se refuta (1) por la conjunción “y” ante cada vocablo de la frase; (2) la “asamblea general e iglesia” forma una especie de tautología; (3) “asamblea general”, o más bien, “plena asamblea festival”, “plena compañía jubilosa” (tal como los juegos olímpicos, celebrados con gozo, canto y danzas, etc.), se aplica mejor a los ángeles arriba que cantan siempre las alabanzas de Dios, que a la iglesia, de la que buena parte es militante en la tierra. Tradúzcase pues: “A miríadas (diez mil, véase Deuteronomio 33:2; Salmo 68:17; Daniel 7:10; Judas 1:14; a saber), la plena asamblea festiva de ángeles, y la iglesia de los primogénitos”. Los ángeles y los santos constituyen los millares. Véase “todos los ángeles, todas las naciones”, Mateo 25:31. El Mesías es preeminentemente el Primer Nacido, o Primogénito (cap. 1:6), y todos los creyentes llegan a serlo por la adopción. Véase el tipo, Levítico 3:12, Levítico 3:45, Levítico 3:50; Levítico 1 Pdero 1:18. Como la sucesión real y sacerdotal era en el primogénito, y como Israel era el “primogénito” de Dios (Éxodo 4:22; véase cap. 13:2), y un “reino de sacerdotes” a Dios (Éxodo 19:6), así también lo son los creyentes (Apocalipsis 1:6). alistados en los cielos—como ciudadanos allí. Todos los que a la venida de “Dios el Juez de todos” (la cual frase naturalmente sigue aquí) serán hallados “alistados en los cielos”, es decir, en el libro de la vida del Cordero de Dios. Aunque estáis todavía peleando la buena batalla en la tierra, con todo, respecto de vuestro destino y presente vida de fe, que comprueba las cosas esperadas, sois ya miembros de la ciudadanía celestial. “Somos una ciudadanía con los ángeles, a la que se dice en el Salmo: Cosas gloriosas de ti se dicen, oh ciudad de Dios” [Agustín]. Creo equivocado a Alford, quien restringe “la iglesia de los primogénitos alistados en los cielos” a los militantes en la tierra; son más bien todos los que a la venida del Juez serán hallados alistados en los cielos (la verdadera norma de la nobleza celestial; contrástese “escritos en la tierra”, Jeremias 17:13, y la profana venta por Esaú de su primogenitura, v. 16); todos éstos, desde el principio hasta el fin del mundo, que forman una iglesia, a la que todo creyente ya ha venido. Los primogénitos de Israel “se inscribían” en el rollo (Números 3:40). los espíritus de los justos hechos perfectos—en la resurrección, cuando el “JUEZ” aparezca, y la dicha de los creyentes sea consumada por la unión del cuerpo glorificado con el espíritu; la grande esperanza del Nuevo Testamento (Romanos 8:20; 1 Tesalonicenses 4:16). La colocación de esta frase después de “el Juez de todos”, constituye mi objeción a la explicación de Bengel y Alford: las almas de los justos en su estado separado perfeccionados. Véase nota, cap. 11:39, 40, al que se refiere aquí y que creo confirma mi parecer: aquellos hasta ahora espíritus, pero ahora a ser perfeccionados con ser sobrevestidos del cuerpo. Sin embargo, la frase, “espíritus de los justos hechos perfectos”, y no meramente “justos perfeccionados”, puede favorecer la referencia a los felices espíritus separados del cuerpo. El griego no dice “los espíritus perfeccionados”, sino los “espíritus de los perfeccionados justos”. En ningún otro texto se dice que los justos sean perfeccionados antes de la resurrección, y el cumplimiento del pleno número de los elegidos (Apocalipsis 6:11); pienso, por tanto, que “espíritus de los justos” puede que se use aquí para expresar los justos, cuyo predominante elemento en su estado perfeccionado será el espíritu. Así espíritu y espíritus se emplean de un hombre o de hombre en el cuerpo, bajo la influencia del espíritu, en oposición a la carne (Juan 3:6). Los cuerpos de resurrección de los santos serán cuerpo en que el espíritu preponderá sobre al alma animal (Nota, 1 Corintios 15:44).

24. nuevo—No en el término común (kaine) que se aplica al pacto cristiano (cap. 9:15), el que significaría otro, o diferente, que substituye al antiguo; sino el griego nea, reciente, recién establecido, que tiene la frescura de la juventud, lo contrario de edad. La mención de Jesús, el Perfeccionador de la fe (v. 2), y él mismo perfeccionado por el sufrimiento y la muerte, en su resurrección y ascensión (caps. 2:10; 5:9), se sugiere naturalmente por la mención de “los justos hechos perfectos” en la resurrección de ellos (cap. 7:22). Pablo emplea “Jesús” haciendo hincapié en él como la persona reconocida por nuestro amigo amante, no meramente en su carácter oficial como Cristo. la sangre del esparcimiento—aquí enumerada aparte de “Jesús”. Bengel razonablemente arguye de esta manera: Su sangre fué del todo derramada de su cuerpo por los varios modos vertida, por su sudor sangriento, la corona de espinas, los azotes, los clavos, y después de la muerte, la lanza, así como la sangre enteramente derramada y extravasada de los sacrificios legales de animales. Era incorruptible (1 Pedro 1:18). No hay texto que diga que su sangre fuese devuelta a sus venas. En su ascensión entró, como nuestro gran Sumo Sacerdote, en el lugar santísimo “por su propia sangre” (no después de verter su sangre, ni con la sangre en su cuerpo, sino) llevándola aparte de su cuerpo (véase el tipo, caps. 9:7 12, 25; 13:11). Pablo no dice: por la eficacia de su sangre, sino “por su propia sangre” (cap. 9:12); no sangre material, sino “la sangre de aquel que por el eterno Espíritu, se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (cap. 9:14). Así en el cap. 10:29, “el Hijo de Dios y la sangre del pacto en la cual (el creyente) fué santificado” se mencionan separadamente. También en el cap. 13:12, 20; también en el 10:19 con el 21. Así en la Cena del Señor (1 Corintios 10:16; 1 Corintios 11:24), el cuerpo y la sangre se representan por separado. La sangre misma, pues, queda aún en el cielo delante de Dios, el perpetuo precio de rescate del “pacto eterno” (cap. 13:20). Una vez por todas Cristo roció la sangre en particular por nosotros en su ascensión (cap. 9:12). Pero se llama la “sangre del esparcimiento” a causa de su uso continuo también en el cielo, y en la conciencia de los santos en la tierra (caps. 9:14; 10:22; Isaías 52:15). Este esparcimiento es análogo a la sangre rociada en la pascua. Véase Apocalipsis 5:6 : “En medio del trono, un Cordero como inmolado”. Su cuerpo glorificado no requiere carne, ni la circulación de sangre. Su sangre introducida en el cielo quitó el derecho del dragón de acusar. Así la teoría romanista de la concomitancia de la sangre con el cuerpo, la excusa por dar sólo el pan a los laicos, cae por tierra. La mención de “la sangre del esparcimiento” naturalmente sigue a la mención del “pacto”, el que no podía ser consagrado sin sangre (cap 9:18, 22). habla mejor que la de Abel—es decir, que el esparcimiento (los mejores manuscritos tienen el artículo masculino, que se refiere a rociamiento y no a sangre, que es neutro en griego) de la sangre de Abel, que habló en su sacrificio. Esta comparación entre dos cosas de la misma clase (el sacrificio de Cristo y el sacrificio de Abel) es más natural que entre dos cosas diferentes en clase y en resultado (es decir, el sacrificio de Cristo y la sangre de Abel mismo [Alford], la que no fué nada de sacrificio), véase cap. 11:4; Génesis 4:4. Esto concuerda con todo el tenor de la Epístola, y de este pasaje en particular (vv. 18-22), que tiene por fin enseñar la superioridad del sacrificio de Cristo y el nuevo pacto, a los sacrificios del Antiguo Testamento (de los que el de Abel es el primero registrado; fué atestado, además, por Dios de ser acepto a él y superior al de Caín), véanse caps. 9 y 10. La palabra “mejor” denota superioridad a algo bueno; pero la sangre de Abel mismo no era nada buena para el propósito para el cual la sangre de Cristo fué eficaz; antes, la de Abel demandaba la venganza. Así Magee, Hammond y Kantchbull. Bengel interpreta “la sangre de Abel” en representación de toda la sangre derramada en la tierra que clama en demanda de venganza, y que grandemente aumenta los otros clamores motivados por el pecado del mundo, contrarrestada por la sangre de Cristo que habla con calma en el cielo por nosotros, y desde el cielo a nosotros. Yo prefiero el parecer de Magee. Sea esto como fuere, negar que la propiciación de Cristo sea de veras una propiciación, derrumba el sacerdocio de Cristo y hace que los sacrificios de la ley una momería sin sentido, y representa el sacrificio de Caín como que fuera tan bueno como el de Abel.

25. no desechéis—por la incredulidad. al que habla—Dios en Cristo. Como la sangre del esparcimeinto se representa hablando a Dios por nosotros (v. 24), así Dios aquí está representado hablándonos a nosotros (cap. 1:1, 2). Su palabra ahora es el preludio de la última sacudida de todas las cosas (v. 27). La misma palabra que se oye en el evangelio desde el cielo, sacudirá el cielo y la tierra (v. 26). aquellos … que desecharon—Acto consumado final (aoristo). Su ruego de que no les fuese hablada más la palabra por Dios, encubría corazones refractarios, como lo comprobaron los hechos subsecuentes (cap. 3:16). al que hablabarevelando con amonestaciones oraculares su divina voluntad; así el griego. si desecháramosGriego, “los que nos apartáramos”. La palabra denota mayor refractariedad que el verbo “rechazar” o “declinar”. al que habla de los cielos—Dios, por el Hijo en el evangelio, hablando desde su trono celestial. Por tanto Cristo, en su predicación, hizo frecuente mención del “reino de los cielos” (griego, Mateo 3:2). Al dar la ley, Dios habló en la tierra (en el Monte Sinaí) mediante los ángeles (cap. 2:2, compárese cap. 1:2). En Éxodo 20:22, cuando Dios dice: “Hablé con vosotros desde el cielo”, nos enseña este texto de Hebreos que no se trata de los cielos más altos, sino de los cielos visibles, las nubes y las tinieblas, desde donde Dios por ángeles proclamó la ley en Sinaí.

26. entonces conmovió—cuando dió la ley en Sinaí. ahora—en el evangelio. ha denunciado—El anuncio de su venida para deshacer el presente orden de cosas es a los impíos un terror, a los piadosos una promesa (así el griego), el cumplimiento de la cual esperan con gozo. Aun una vez—Véanse mis notas, Hageo 2:6, Hageo 2:21, Hageo 2:22, dos textos condensados en uno aquí. La conmoción empezó con la primera venida del Mesías; será acabada en su segunda venida, cuando prodigios en el mundo de la naturaleza acompañaran el derrumbe de todos los reinos que se oponen al Mesías. El hebreo es, “hay aún un poquito”, es decir, un solo breve plazo hasta que empiece una serie de acontecimientos que terminará con la venida del Mesías. No meramente la tierra, como con el establecimiento del pacto sinaítico, sino aun el cielo será conmovido. Los dos advenimientos del Mesías son considerados como uno, en Hageo, el completo sacudimiento perteneciendo al segundo, el presagio del cual es dado en las conmociones de la primera venida: las relacionadas con la caída de Jerusalén, tipificando aquellas que ha de haber con la derrota de todos los reinos ateos por el Mesías que viene.

27. esta palabra, Aun una vez—Así Pablo, por el Espíritu, sanciona la versión de los Setenta de Hageo 2:6, añadiendo un rasgo a la profecía en el hebreo, como está en nuestra versión, de que no meramente ha de haber “de aquí un poco”, sino que habrá “una vez más” como acto final. El énfasis del argumento está en el “una vez”. Una vez por todas; una vez para siempre. “Al decir una vez más, el Espíritu infiere que algo ya ha pasado, y que habrá otro algo que ha de perdurar y que no ha de ser cambiado en otra cosa, o por otra cosa; exclusivamente para una sola vez, no para muchas veces” [Estio]. las cosas movibles—el cielo y la tierra. Como la conmoción ha de ser total, así será total la mudanza (metáthesis) dando lugar a cosas mejores que son inmoviles, insustituíbles. Véase la economía judaica (el tipo de todo el presente orden de cosas) que cedió lugar al nuevo pacto permanente: precursor del eterno estado de bienaventuranza. como de cosas hechas—es decir, de esta presente creación visible: véase 2 Corintios 5:1, y 9:11: “Hecho de manos … no de esta creación”, es decir, cosas de tal manera hechas en la creación que no permanecerían de sí mismas, sino serían mudadas. El nuevo cielo y la nueva tierra permanentes son también hechos por Dios, pero son de una naturaleza superior a la creación natural, hechos para participar de la naturaleza divina de Aquel que no es hecho; así que en esta relación como una cosa con el Dios increado, son considerados no ser de la misma clase de las cosas hechas. Las cosas hechas, en el primer sentido, no permanecen; las cosas del nuevo cielo y la nueva tierra, como el increado Dios, “PERMANECERAN delante de Dios”. (Isaías 66:22). El Espíritu, la simiente del nuevo ser celestial, no sólo del alma del creyente sino también de su futuro cuerpo, es un principio increado e inmortal. tomando—como lo tomamos, en segurísima esperanza, también en la posesión de las primicias del Espíritu. Tal es nuestro privilegio como cristianos. retengamos la graciaGriego, “tengamos gracia”. Según Alford, con Crisóstomo, “tengamos gratitud”, Pero (1) esta traducción no concuerda con el griego clásico, ni con la fraseología paulina de “ser agradecidos”. (2) En tal caso hubiera agregado la frase “a Dios”. (3) “Por la cual sirvamos a Dios”, cuadra bien aquí con la palabra “gracia” (la gracia evangélica, obra del Espírtiu, que produce fe exhibida en el servicio de Dios), pero no cuadra bien con “gratitud”. agradándoleGriego, “agradablemente”, de manera aceptable. Los manuscritos más antiguos leen: “Sirvamos … con reverente precaución y temor”. Con reverente precaución (véase el mismo vocablo en cap. 5:7; véase nota), no sea que ofendamos a Dios, cuyos ojos purísimos no contemplan la iniquidad. Con temor, por no traer la destrucción acaso sobre nosotros mismos.

29. El griego “Porque aun”, o “porque también”: introduce un adicional incentivo para la diligencia. Cita Deuteronomio 4:24. nuestro Dios—en quien esperamos, también ha de ser temido. Es amor; sin embargo, hay otro aspecto de su carácter: Dios siente ira contra el pecado (cap. 10:27, 31).

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