Hechos 15:1-41
1 Entonces algunos que vinieron de Judea enseñaban a los hermanos: “Si no se circuncidan de acuerdo con el rito de Moisés, no pueden ser salvos”.
2 Puesto que surgió una contienda y discusión no pequeña por parte de Pablo y Bernabé contra ellos, los hermanos determinaron que Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén a los apóstoles para tratar esta cuestión.
3 Entonces los que habían sido enviados por la iglesia pasaban por Fenicia y Samaria, contando de la conversión de los gentiles; y daban gran gozo a todos los hermanos.
4 Una vez llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y por los apóstoles y por los ancianos, y les contaron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.
5 Pero algunos de la secta de los fariseos que habían creído se levantaron diciendo: — Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés.
6 Entonces se reunieron los apóstoles y los ancianos para considerar este asunto.
7 Como se produjo una grande contienda, se levantó Pedro y les dijo: — Hermanos, ustedes saben que, desde los primeros días, Dios escogió entre ustedes que los gentiles oyeran por mi boca la palabra del evangelio y creyeran.
8 Y Dios, que conoce los corazones, dio testimonio a favor de ellos al darles el Espíritu Santo igual que a nosotros,
9 y no hizo ninguna diferencia entre nosotros y ellos, ya que purificó por la fe sus corazones.
10 Ahora pues, ¿por qué ponen a prueba a Dios, colocando sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?
11 Más bien, nosotros creemos que somos salvos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.
12 Entonces toda la asamblea guardó silencio. Y escuchaban a Bernabé y a Pablo, mientras contaban cuántas señales y maravillas Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles.
13 Cuando terminaron de hablar, Jacobo respondió diciendo: — Hermanos, óiganme:
14 Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para su nombre.
15 Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
16 “Después de esto volveré y reconstruiré el tabernáculo de David, que está caído. Reconstruiré sus ruinas y lo volveré a levantar,
17 para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre”,
18 dice el Señor que hace estas cosas, que son conocidas desde la eternidad.
19 Por lo cual yo juzgo que no hay que inquietar a los gentiles que se convierten a Dios,
20 sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de inmoralidad sexual, de lo estrangulado y de sangre.
21 Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes le prediquen en las sinagogas, donde es leído cada sábado.
22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos con toda la iglesia que enviaran a unos hombres elegidos de entre ellos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, quienes eran hombres prominentes entre los hermanos.
23 Por medio de ellos escribieron: Los apóstoles, los ancianos y los hermanos, a los hermanos gentiles que están en Antioquía, Siria y Cilicia. Saludos.
24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos instrucciones, les han molestado con palabras, trastornando sus vidas,
25 de común acuerdo nos ha parecido bien elegir unos hombres y enviarlos a ustedes con nuestros amados Bernabé y Pablo,
26 hombres que han arriesgado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
27 Así que hemos enviado a Judas y a Silas, los cuales también les confirmarán de palabra el mismo informe.
28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles ninguna carga más que estas cosas necesarias:
29 que se abstengan de cosas sacrificadas a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de inmoralidad sexual. Si se guardan de tales cosas, harán bien. Que les vaya bien.
30 Entonces, una vez despedidos, ellos descendieron a Antioquía; y cuando habían reunido a la asamblea, entregaron la carta.
31 Al leerla, se regocijaron a causa de esta palabra alentadora.
32 Judas y Silas, como también eran profetas, exhortaron a los hermanos con abundancia de palabras y los fortalecieron.
33 Después de pasar allí algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a los que los habían enviado.
34
35 Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con muchos otros.
36 Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: “Volvamos ya a visitar a los hermanos en todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están”.
37 Bernabé quería llevar consigo a Juan, llamado Marcos;
38 pero a Pablo le parecía bien no llevar consigo a quien se había apartado de ellos desde Panfilia y que no había ido con ellos a la obra.
39 Surgió tal desacuerdo entre ellos que se separaron el uno del otro. Bernabé tomó a Marcos y navegó a Chipre;
40 y Pablo escogió a Silas y salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor.
41 Luego recorría Siria y Cilicia, fortaleciendo a las iglesias.
CAPITULO 15
1-35. EL CONCILIO DE JERUSALEN PARA RESOLVER EL ASUNTO DE LA CIRCUNCISION DE LOS CONVERTIDOS GENTILES.
1, 2. Entonces algunos que venían de Judea—“Ciertos hombres”. Véase una descripción de ellos en Gálatas 2:4. suscitada una disensión y contienda no pequeña a Pablo y Bernabé—Ahora están reconocidos como cabezas de la Iglesia de Antioquía. determinaron—es decir, la iglesia—que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalem, y algunos otros—Tito fué uno de ellos (Gálatas 2:1); probablemente como convertido gentil incircunciso, dotado de dones del Espíritu. No se le menciona en Los Hechos, sino solamente Efesios 2 Corintios, Gálatas y 2 Timoteo, y en la Epístola a él dirigida. [Alford], sobre esta cuestión—Que una comisión como ésta fuese despachada formalmente por la iglesia de Antioquía fué cosa natural, puesto que ella podría llamarse la iglesia madre del cristianismo gentil.
3-6. acompañados por la iglesia—una especie de acompañamiento oficial. pasaron por Fenicia—Véase nota, cap. 11:19. y Samaria, contando la conversión de los Gentiles, y daban gran gozo a todos los hermanos—Como los convertidos de aquellas partes eran judíos (cap. 11:19), su espíritu se contrasta favorablemente con el de otros de su nación. Y llegados a Jerusalem—Este fué el tercer viaje de Pablo a Jerusalén después de su conversión, y en esta ocasión tuvo lugar lo relatado en Gálatas 2:1. fueron recibidos de la iglesia y de los apóstoles y de los ancianos—Evidentemente convocaron una reunión formal con este motivo, ya que la comisión era de tanta influencia y provenía de una iglesia de tanta nota. refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos—Véanse notas, cap. 14:14-27. Y se juntaron los apóstoles y los ancianos para conocer este negocio—pero en presencia, como parecería, del pueblo (vv. 12, 22, 23).
7. Pedro, les dijo: etc.—Esta es la última mención de él en los Hechos, y mención digna de su categoría, pues aquí se declara formalmente, basándose en la decisión divina del asunto hecha ya en caso de él, a favor de los principios a los cuales se habían dedicado todas las labores de Pablo para establecer, ya hace algún tiempo—Probablemente hacía unos quince años. que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca—Comp. nota, cap. 11:21.
8. Y Dios, que conoce los corazones—Pedro infiere que la verdadera condición de entrada en la plena comunión de la iglesia visible es el estado del corazón. Por lo tanto, aun cuando éste no puede ser conocido de los hombres, no puede ser correcto ningún otro principio de admisión a la iglesia que sea contrario a éste.
9. ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando con la fe sus corazones—La “purificación” aquí se refiere al “rociamiento (que la sangre de Jesús efectúa sobre la conciencia) de las obras muertas para servir al Dios vivo”. (Véase nota, 1 Corintios 6:11). ¡Qué rica esta breve descripción del gran cambio interior obrado en el verdadero discípulo del Señor Jesús!
10. ¿por qué tentáis [“provocáis”] a Dios—oponiéndoos a los propósitos declarados de él. poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo, etc.—El que fuera circuncidado, por esto se obligaba a guardar toda la ley. (Véase Gálatas 5:1). No era pues el mero yugo de ceremonias gravosas, sino el de una obligación que, cuanto más sinceros y espirituales se hacían los hombres, tanto menos capaces se sentían para cumplir. (Véase Romanos 3:5; Gálatas 2:4, etc.).
11. por la gracia del Señor Jesús—es decir, por ella solamente. seremos salvos, como también ellos—Siendo la circuncisión, en nuestro caso, de ningún provecho, y la incircuncisión, en el caso de ellos, ninguna pérdida; mas la gracia lo hace todo para ambos grupos, y lo mismo para cada uno”.
12. Entonces … oyeron a Bernabé y a Pablo—Sobre este orden de los nombres aquí, véase nota, v. 25. que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los Gentiles—Estos detalles de hechos, que siguieron inmediatamente a los que Pedro había recordado, harían que todos los que esperaban tan solamente recibir la enseñanza divina, entendiesen que Dios mismo declaraba que los convertidos gentiles eran discípulos en tan buena condición como los judíos, sin la circuncisión, y el testimonio de los milagros a que hace referencia Pablo tendería, en tal asamblea, a hacer callar la oposición.
13. Jacobo respondió, diciendo, etc.—Sea quien fuese este Jacobo (véase nota, Gálatas 1:19), era la cabeza reconocida de la iglesia de Jerusalén, y aquí, como presidente de la asamblea, habla el último, poniendo fin al debate. Su decisión, aunque fué dada, como su propio juicio solamente, no pudo sino ser de gran peso con el partido opuesto, por la reverencia conservadora que él sentía hacia los usos judaicos dentro del círculo del cristianismo israelita.
14-17. Simón—Antes, “Simeón”, que es una variante hebraica de “Simón”, como en 2 Pedro 1:1 (en el griego); el nombre judaico y familiar de Pedro. ha contado cómo Dios primero—que corresponde a la misma expresión de Pedro: “ya hace algún tiempo”, v. 7. visitó a los Gentiles para tomar de ellos—en el ejercicio de su adorable soberanía. pueblo para [el honor de] su nombre—o para la gloria de él.
15. con esto concuerdan las palabras de los profetas—en general; pero se especifican las de Amós (cap. 9:11) casi como están en la versión Septuaginta. El punto principal del pasaje está en el propósito predicho de Dios, bajo la nueva dispensación, de que “los paganos” o “gentiles” fuesen “llamados por su nombre”, o que fuese “llamado sobre ellos su nombre”. Por la reedificación de la “habitación (o ‘tabernáculo’) de David que estaba caída”, o la restauración de su esplendor corrompido, se entiende aquella sola y gloriosa restitución que había de experimentar bajo “el Hijo y Señor” de David.
18. Conocidas son a Dios desde el siglo todas sus obras—El que anunció estas cosas con tanta anticipación, y el que las puso por obra ahora, son uno y el mismo; de modo que no eran ninguna novedad.
19. Por lo cual yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser inquietados—“los que se están convirtiendo”, como si fuese un movimiento entre ellos, que en efecto avanzaba rápidamente. Estos no deben ser “inquietados” con obligaciones judaicas.
20. Sino … que se aparten [se abstengan] de las contaminaciones de los ídolos—Esto es, de cosas contaminadas por haber sido ofrecidas en sacrificio a los ídolos. Los paganos solían regalar o vender porciones de tales carnes. De tal comida Jacobo quiso mandar a los convertidos gentiles que se abstuviesen, no fuera que pareciese a los judíos que no estaban del todo apartados de la idolatría: y de la fornicación—El pecado característico del paganismo, practicado desvergonzosamente por todas las clases sociales; tal práctica de parte de los convertidos sería prueba para los judíos, cuyas escrituras la tenían como una abominación de los gentiles, de que estaban dichos convertidos todavía en la idolatría. y de ahogado—es decir, animales ahogados que tenían la sangre dentro de sí. de sangre—en toda forma, por estar terminantemente prohibida a los judíos; por tanto. el que la comiesen los convertidos gentiles, heriría los prejuicios de los judíos. Véase la nota, vv. 28, 29.
21. Porque Moisés desde tiempos antìguos tiene en cada ciudad quien le predique … cada sábado—Esto conservaba vivo en todo judío el sentimiento que tales prácticas ofenderían, sentimiento que los convertidos gentiles debían respetar cuidadosamente, si la unidad entre las dos clases en Cristo había de ser conservada en realidad. La prudencia de estas sugestiones impresionó a todos los presentes.
22, 23. pareció bien … elegir varones … a Judas que tenía por sobrenombre Barsabas—No era, pues, el apóstol “Judas hermano de Jacobo” (cap. 1:13), llamado también “Tadeo” (Mateo 10:3); ni puede probarse que fuera hermano de “José, llamado Barsabas” (cap. 1:23). Pero nada se sabe de él fuera de lo aquí dicho. y a Silas—El mismo que “Silvano” en las Epístolas. El llegó a ser compañero de Pablo en su segundo viaje misionero (v. 40). varones principales entre los hermanos—Los que fueron elegidos a propósito por ser tales, para expresar el alto honor en que los hermanos de Jerusalén tenían a la iglesia de Antioquía y a los delegados de ella en el concilio; y, por cuanto el asunto afectaba a todos los convertidos gentiles, para dar peso a la resolución escrita de esta importante asamblea. Ellos eran “profetas”, v. 32 (véase nota, cap. 11:27), y sin duda, como tales, su eminencia en Jerusalén estaba bien establecida. Y escribir por mano de ellos—Esta es la primera mención en el Nuevo Testamento de la escritura como un elemento para su desarrollo. Y la combinación aquí de la transmisión oral y escrita de una decisión importante, nos recuerda la primera ocasión de escritura mencionada en el Antiguo Testamento, donde ocurre una combinación similar (Éxodo 17:14). Pero mientras que allá es una profunda diferencia entre Israel y los gentiles lo que se prociama, aquí se trata de la obliteración de dicha diferencia mediante la fe en el Señor Jesús. [Baumgarten]. salud—El único otro lugar donde ocurre esta palabra en el Nuevo Testamento (salvo en la carta de Licias, cap. 23:26) es Santiago 1:1, lo que parece indicar que ambas cartas fueron redactadas por la misma mano. [Bengel] a los hermanos … Gentiles … en Antioquía … y en Siria, y en Cilicia—Esto demuestra que ya existían iglesias tanto en Cilicia como en Siria, las que debían su existencia, en toda probabilidad, a los trabajos de Pablo hechos en el intervalo entre su retorno a Tarso (cap. 9:30) y su saldia con Bernabé para Antioquía (comp. nota, cap. 11:25, 26).
24-27. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras—Lo hacían sin la autorización y sin el conocimiento de la iglesia de Jerusalén, aunque ellos eran miembros de ella, y acaso pretendían ser portavoces de sus opiniones. trastornando vuestras almas—Tal lenguaje fuerte evidentemente se usaba para expresar la indignación motivada por la tentativa de aquel grupo no autorizado, de poner toda la iglesia cristiana bajo una servidumbre judicial y legal. nuestros amados Bernabé y Pablo—Aquí se coloca primero el nombre de Bernabé, como en v. 12, a causa de su anterior posición superior en la iglesia de Jerusalén (véase cap. 9:27; 11:22), siendo esto una evidencia de que tenemos el documento ahora precisamente tal cual fué redactado. como también de la credibilidad de esta preciosa historia.
26. Hombres que han expuesto sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo—¡Noble testimonio en favor de aquellos amados hermanos! Fué motivado sin duda este testimonio más inmediatamente por la narración que acababan de escuchar de labios de ellos mismos, v. 12. y fué insertado juiciosamente en esta carta, para darles mayor importancia a ellos como portadores de la carta, juntamente sus propios representantes.
27. enviamos a Judas y a Silas, los cuales por palabra os harán saber lo mismo—Nótese aquí con cuánta consideración y ternura envían a hombres que pudieran decir de Bernabé y de Pablo lo que por delicadeza no podían decir ellos de sí mismos.
28, 29. Que ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros—Aquél los dirigió interiormente a la debida decisión, y le puso el sello de aprobación; éstos, la autoridad eclesiástica externa, piadosamente acogieron dicha decisión, dándole expresión y haciéndola llegar a las iglesias: un gran principio éste para la iglesia de todos los tiempos. no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias:.. de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis—Todo el lenguaje de estas prohibiciones, y de los vv. 20 y 21, infiere que fueron propuestas como concesiones de parte de los convertidos gentiles a los sentimientos judaicos, y no como cosas que fuesen de obligación inalterable. El único motivo de duda se suscita del hecho de que la “fornicación” está incluída con las otras tres cosas, lo cual ha inducido a muchos a creer que el todo es una prohibición permanente. Pero nuestras observaciones sobre el v. 20 pueden clarificar esto. La condición de la sociedad pagana de entonces en cuanto a estas cuatro cosas, parece ser la razón para juntarlas en una.
30-33. fueron gozosos de la consolación—Como la misma palabra en el versículo 32 se traduce “exhortaron” (en la versión inglesa de los autores, se quiere decir. También en la versión Besson en castellano. Nota del Trad.), el sentido probablemente es: “Se regocijaron de la exhortación”, o del consejo tan prudente en sí y tan contrario a la práctica que los judaizantes intentaron imponerles. Judas también y Silas, como ellos también eran profetas—es decir, enseñadores inspirados. consolaron—o “exhortaron”—y confirmaron a los hermanos—desarrollando, sin duda, el gran principio incluído en la controversia ya resuelta, de la salvación gratuita. de la purificación del corazón por la fe sólo (como lo expresó Pedro en vv. 9, 11), y subrayando la necesidad de la armonía en principio y en afecto entre los discípulos gentiles y sus hermanos judíos. fueron enviados … en paz—“despedidos con paz”, con la salutación acostumbrada de despedida.
34, 35. Mas a Silas pareció bien [Silas determinó] el quedarse allí—Son fuertes las autoridades críticas contrarias a la inserción de este versículo. Puede ser que se haya añadido posteriormente para explicar el v. 40. Sin duda, lo que le atraía a Antioquía era la presencia de Pablo allí, con el cual parece haber formado aquella amistad permanente que se deja ver en el resto de este libro y en las Epístolas de Pablo. Pablo y Bernabé se estaban en Antioquía, enseñando [a los discípulos] y anunciando el evangelio [a los de fuera] con muchos otros [colaboradores]—¡Qué privilegiada fué Antioquía en aquellos días en las ministraciones del evangelio! (Sobre la penosa situación que hubo en aquel entonces entre Pablo y Pedro, véase Gálatas 2:11, sig.).
36-46. LA DISENSION ENTRE PABLO Y BERNABE—SE SEPARAN PARA HACER VIAJES MISIONEROS DISTINTOS.
36. Y después de algunos días—Cuánto tiempo, es asunto de conjetura. Pablo dijo a Bernabé: Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del Señor, cómo están—Para ver si progresaban o declinaban, etc.; una norma para las iglesias y misioneros de éxito de toda era. (“Lector, ¿cómo va contigo?” Bengel.) “Pablo no creia que estuviese llamado para pasar una vida pacífica, aunque laboriosa, en Antioquía, sino que su verdadera obra estaba allá lejos entre los gentiles”. Notamos aquí, por vez primera un rasgo de aquella tierna solicitud por sus convertidos, aquel anhelo de ver sus rostros, que aparece en sus cartas posteriormente escritas, como uno de los rasgos más notables y atractivos de su carácter. Pensaba, sin duda, en los pisidios y los licaonios, así como después en Atenas y Corinto su memoria volvía a los tesalonicenses, de los cuales hacía poco fué quitado de persona, no de corazón, “orando de noche y de día con grande instancia, que veamos vuestros rostro, y que cumplamos lo que falta a vuestra fe” (1 Tesalonicenses 3:10). [Hows].
37. Bernabé quería que tomasen consigo a Juan … Marcos—su sobrino (Colosenses 4:10). Mas a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos—Este vocablo es fuerte, como de quien apostataradesde Pamphylia, y no había ido con ellos a la obra—a la obra que los aguardaba. Se alude a lo dicho en cap. 13:13. Véase la nota, allí.
39. Y hubo tal contención entre ellos, que se apartaron el uno del otro—¿No dijeron ellos con verdad a los de Listra que eran hombres de las mismas pasiones que ellos? (cap. 14:15). Pero ¿quién fué el culpable? (1) Que Juan Marcos o se había cansado de la obra o esquivaba los peligros y las fatigas que estaban delante, era innegable; y Pablo concluyó que lo que había hecho, podría hacer, y probablemente lo haría otra vez. ¿Erró en esto Pablo? (Véase Proverbios 25:19). Pero (2) a esto Bernabé podía replicar que no hay regla sin excepción; que una falta de parte de un joven cristiano no era suficiente para condenarlo para toda la vida; que si se pensara que el parentesco cercano con Bernabé torciera su juicio, también le daba mejores oportunidades a él que a otros pero conocer al joven, y que como éste mismo anhelaba que lo pusieran nuevamente a prueba (y los resultados casi comprueban que así deseaba), a fin de borrar el efecto de su fracaso anterior y de mostrar que podía “sufrir trabajos como fiel soldado de Jesucristo”, se le debía conceder su petición. Ahora bien, puesto que Juan Marcos recobró su reputación en estos respectos, y hubo reconciliación entre Pablo y él, tan cordial que Pablo expresa una y otra vez la confianza que en él tenía, y su estimación de los servicios de él (Colosenses 4:10; 2 Timoteo 4:11), parece que los eventos demostraron que Bernabé estaba en lo cierto, y que Pablo fué muy severo y apresurado en su juicio. Pero, en favor de Pablo, bien se puede responder que, no pudiendo predecir el futuro, no tuvo sino el desfavorable pasado con que juzgar; que la blandura de Bernabé (cap. 4:36; 11:24) ya le había expuesto a abusos (comp. nota, Gálatas 2:13), a los que el parentesco le haría en este caso tanto más expuesto; y que al negarse a llevar consigo a Juan Marcos en este viaje misionero, no estaba juzgando su carácter cristiano ni su capacidad para un servicio futuro, sino solamente asegurándose a tiempo en contra de serias incomodidades, para no sentirse debilitado la segunda vez por una posible deserción. Así pues, parece que cada uno de estos grandes siervos de Cristo tenía con qué defender la posición que respectivamente asumían: que mientras que Bernabé apreciara los principios que determinaron el proceder de Pablo, éste no fué tan competente para juzgar las consideraciones que Bernabé probablemente invocara; que mientras que Pablo tenía en cuenta un solo objeto: el de ver que el compañero de sus arduas tareas fuese uno de espíritu congenial y de suficiente coraje, Bernabé, además de tener el mismo deseo, hubiera podido temer, no sin razón, por el bien espiritual de su sobrino, no fuese que la prohibición de que les acompañase en el viaje perjudicase su carácter cristiano y así privara a la iglesia de un verdadero servidor de Jesucristo; y que mientras ambos buscaban la gloria de su común Maestro, cada uno contemplaba la cuestión según su propio temperamento, el que la gracia santifica y refina, pero no destruye: Pablo, por medio de una absoluta devoción a la causa y al reino de Cristo, quien por lo tiernos que eran sus afectos, daba un tono de sublime severidad a sus resoluciones cuando aquélla parecía sentirse afectada; Bernabé, por medio de la misma sinceridad de corazón en el servicio de Cristo, si bien acaso no con la misma fuerza (Gálatas 2:13), pero también poseído de cierta ternura natural que, cuando se trataba de un pariente cristiano, le hacía dar más importancia a lo que parecía para su bien espiritual que lo que se podía esperar de parte de Pablo. En tales circunstancias, bien parece que hubieran podido acatar el desacuerdo amigablemente, para escoger cada cual a su compañero, lo que en efecto hicieron. Pero el “paroxismo” (tal es la palabra), la “exacerbación” que se dice expresamente fué la causa de su separación, demuestra con demasiada claridad que la debilidad humana, en medio de las grandes labores de la iglesia de Antioquía, al fin hizo separación entre aquellos dos, que con dulce amor habían llevado juntos el calor y la carga del día durante un largo viaje en el servicio de Cristo. “Así que, ninguno se gloríe en los hombres” (1 Corintios 3:21). En cuanto a Marcos, aunque por la defensa calurosa de su causa hecha por su tío le puso en condición para hacer disipar la nube que le cernía, ¡cuán amargo debió haber sido siempre desde entonces el recuerdo de que su conducta hubiera ocasionado lo que fué indigno en la contención entre Pablo y Bernabé, y la separación entre ellos, aunque sin duda sintiendo mutua estimación cristiana, pues hasta entonces habían trabajado noblemente juntos! ¡Qué cuidadosos nos enseña todo esto que seamos todos los cristianos, y especialmente a los ministros y misioneros cristianos y a que no cedamos a los juicios apresurados y al genio violento de unos contra otros, especialmente cuando de parte de unos y de otros la gloria de Cristo es la base de las diferencias! ¡Cuán posible es que, en tales casos, ambos partidos en la cuestión debatida tengan más o menos la razón! ¡Cuán difícil es, aun a los más fieles y consagrados siervos de Cristo, que difieren aun bajo la influencia imponente de la gracia, entender precisamente de la misma manera las cuestiones más importantes! Y si, estando bien dispuestos a ceder todo lo que no sea importante, creen aún que es su deber defender su propio punto de vista, ¡cuán cuidadosos debemos ser para hacerlo con amor, presentando cada cual sus argumentos sin despreciar el juicio de su hermano en Cristo! ¡Y con cuánto afecto contrarresta el Señor tales diferencias de juicio y tales manifestaciones de debilidad humana, haciendo que “redunden más en provecho del evangelio”; como se ve notablemente en este caso en los dos grupos misioneros. que no via jaron por las mismas regiones llevando sus disputas por los lugares de sus anteriores labores de amor, sino que dividieron los campos entre sí!
39. y Bernabé tomando a Marcos, navegó a Cipro. 40. Y Pablo escogiendo a Silas (véase nota, v. 34). Fueron de dos endos, como en el caso de los doce y los setenta (Marco 6:7; Lucas 10:1). partió encomendado de los hermanos a la gracia del Señor—(Sin duda por algún acto solemne; véase cap. 13:3) como en el cap. 14:26. No debe entenderse por el silencio del historiador que Bernabé no fuese así despedido también; porque ésta es la última mención hecha de Bernabé en la historia, cuyo solo objeto desde ahora es de relatar los procedimientos de Pablo. Tampoco parece justo [con De Wette, Meyer, Hows, Alford, Hacket, Webster y Wilkinson, etc.] deducir de esto que la iglesia de Antioquía tomara medida tan elocuente para demostrar su simpatía hacia Pablo y su oposición a Bernabé.
41. Y anduvo la Siria y la Cilicia, confirmando a las iglesias—“Es muy probable que Pablo y Bernabé hiciesen un arreglo amigable y deliberado para dividir entre sí la región de su primera misión, tomando Pablo la parte continental y Bernabé la insular de la visitación propuesta. Si Bernabé hubiera visitado a Salamina y Pafo, y si Pablo (viajando hacia el oeste), pasando por Derbe, Listra e Iconio, hubiese llegado hasta Antioquía de Pisidia, entonces se habría cumplido en efecto toda la gira de visitación propuesta, por cuanto no parece que hubiese convertidos en Perge y Atalia.” [Hows]. “Este segundo viaje misionero parece que se inició al principio sólo con el deseo de visitar a las iglesias ya fundadas. Al fin, sin embargo, comprendió una extensión mucho mayor, pues llevó al apóstol hasta Europa”. [Olshausen].