Josué 9:1-27
1 Aconteció que cuando oyeron estas cosas todos los reyes que estaban a este lado del Jordán, tanto en la región montañosa como en la Sefela y en toda la costa del mar Grande hasta el Líbano (heteos, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos),
2 se agruparon para combatir de común acuerdo contra Josué e Israel.
3 Pero cuando los habitantes de Gabaón oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a Hai,
4 usaron de astucia. Fueron y se proveyeron tomando sobre sus asnos costales viejos, odres de vino viejos, rotos y remendados,
5 sandalias viejas y remendadas en sus pies, y ropa vieja sobre sí. Y todo el pan de que se habían provisto para el camino estaba seco y mohoso.
6 Así fueron a Josué, al campamento en Gilgal, y le dijeron a él y a los hombres de Israel: — Nosotros venimos de una tierra lejana. Hagan, pues, alianza con nosotros.
7 Los hombres de Israel respondieron a los heveos: — Quizás ustedes habitan en medio de nosotros. ¿Cómo, pues, podremos hacer alianza con ustedes?
8 Ellos respondieron a Josué: — Nosotros somos tus siervos. Y Josué les preguntó: — ¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen?
9 Ellos le respondieron: — Tus siervos hemos venido de tierras muy lejanas, a causa del renombre del SEÑOR tu Dios. Porque hemos oído de su fama y de todas las cosas que hizo en Egipto,
10 y de todo lo que hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán: a Sejón rey de Hesbón, y a Og rey de Basán, que estaba en Astarot.
11 Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos hablaron diciendo: “Tomen en sus manos provisión para el camino, vayan al encuentro de ellos y díganles: ‘Nosotros somos sus siervos; por tanto, hagan alianza con nosotros’.
12 Este pan nuestro estaba caliente cuando tomamos provisiones de nuestras casas para el camino, el día que salimos para venir a ustedes. He aquí que ahora ya está seco y mohoso.
13 También estos odres estaban nuevos cuando los llenamos. He aquí que ahora ya están rotos. Y esta ropa nuestra y nuestras sandalias están ya viejas a causa del camino tan largo.
14 Los hombres de Israel tomaron de sus provisiones, pero no consultaron al SEÑOR.
15 Entonces Josué hizo paz con ellos, e hizo una alianza con ellos de conservarles la vida. Los jefes de la congregación también se lo juraron.
16 Y sucedió que tres días después de haber hecho alianza con ellos, se enteraron de que eran sus vecinos y que habitaban en medio de ellos.
17 Entonces los hijos de Israel partieron, y al tercer día llegaron a las ciudades de ellos. Sus ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat-jearim.
18 Pero los hijos de Israel no los mataron, porque los jefes de la congregación les habían jurado por el SEÑOR Dios de Israel. Por eso toda la congregación murmuraba contra los jefes.
19 Y todos los jefes respondieron a toda la congregación: — Nosotros les hemos jurado por el SEÑOR Dios de Israel. Por eso ahora no los podemos tocar.
20 Esto es lo que haremos con ellos: Los dejaremos que vivan, para que no venga sobre nosotros la ira a causa del juramento que les hemos hecho.
21 — Además, los jefes les dijeron — : Déjenlos vivir. Así llegaron a ser cortadores de leña y portadores de agua para toda la congregación, como les habían dicho los jefes.
22 Entonces, llamándolos Josué, les habló diciendo: — ¿Por qué nos han engañado diciendo: “Habitamos muy lejos de ustedes”, siendo así que habitan en medio de nosotros?
23 Ahora pues, ustedes son malditos, y no faltarán de entre ustedes siervos ni cortadores de leña ni portadores de agua para la casa de mi Dios.
24 Ellos respondieron a Josué y dijeron: — Porque tus siervos fueron bien informados de que el SEÑOR tu Dios había mandado a Moisés su siervo que les había de dar toda la tierra, y que habían de destruir delante de ustedes a todos los habitantes del país. Por eso temimos mucho por nuestra vida a causa de ustedes e hicimos esto.
25 Ahora pues, he aquí estamos en tu mano. Haz con nosotros lo que te parezca bueno y recto.
26 Así hizo con ellos Josué: Los libró de la mano de los hijos de Israel, y no los mataron.
27 Pero aquel día los destinó para ser cortadores de leña y portadores de agua para la congregación y para el altar del SEÑOR, en el lugar que el SEÑOR eligiera, como lo son hasta el día de hoy.
LOS REYES SE JUNTAN CONTRA ISRAEL.
1. todos los reyes que estaban de esta parte del Jordán—es decir, el lado occidental del Jordán. así en las montañas como en los llanos, y en toda la costa de la gran mar—Esta triple característica claramente determina una gran porción de Canaán. La primera parte indica el distrito montañoso, que más tarde pertenecería a las tribus de Judá y Ephraim; la segunda, todo el país bajo desde el Carmelo hasta Gaza; y la tercera, las costas del Mediterráneo, desde el istmo de Tiro hasta las llanuras de Joppe. En cuanto a las tribus mencionadas, véase cap. 3:10. como oyeron—eso es, del saqueo de Jericó y Hai, como también del avance rápido de los israelitas al interior del país.
2. Juntáronse a una, de un acuerdo, para pelear contra Josué e Israel—aunque divididos por intereses diversos, y a menudo en guerra entre sí, la sensación de un peligro común los llevó a suspender sus enemistades mutuas, para que con sus fuerzas unidas pudiesen impedir que la tierra cayera en manos de señores extranjeros.
3-15. LOS GABAONITAS CONSIGUEN UNA ALIANZA POR ENGAÑO.
3-15. los moradores de Gabaón, como oyeron—esta aldea, como indica su nombre, estaba situada sobre una altura rocosa, como a 9 kilómetros y medio al noroeste de Jerusalem, donde es ahora la moderna aldea de El-Jib; era la capital de los heveos, y ciudad grande e importante (cap. 10:2). Parece que había formado, en unión de otras ciudades cercanas, un estado independiente (v. 17), y habían gozado de un gobierno republicano (v. 11). usaron también de astucia—obraron con política hábil, buscando los medios de conservar su vida, no usando la fuerza, que, sabían, sería imposible, sino una diplomacia ingeniosa. tomaron sacos viejos sobre sus asnos—Los viajeros en Oriente llevan su equipaje sobre animales de carga; los de la clase pobre cargan todo lo necesario, alimento, ropa, utensilios, todo junto, en bolsas de lana, puestos sobre el lomo del animal al cual ellos montan. cueros viejos de vino, rotos y remendados—cueros de cabra, que se adaptan mejor para llevar líquidos frescos, que los vasos de loza, que son porosos, o los de metal, que pronto se calientan con el sol. Estos cueros tendían a romperse, cuando ya estaban muy viejos o muy usados; y había varias maneras de remendarlos, intercalando un pedazo de cuero nuevo, o juntando los bordes de la rotura y cosiéndolos, o metiendo en la rotura un pedazo de madera. zapatos viejos y recosidos—Los que tienen un solo asno o mula, frecuentemente se apean y caminan, lo que explica el caso de los zapatos rotos de los fingidos viajeros. pan seco y mohoso—Este debe haber sido el comúnmente usado por los viajeros, una especie de torta en forma de disco, como de una pulgada de grueso y cuatro o cinco de diámetro. Como no lo cocían tan bien como el que acostumbramos nosotros, se ponía duro y mohoso por la humedad que quedaba en la masa. Generalmente se mojaba en agua antes de comerse.
6-14. vinieron a Josué al campo en Gilgal—Llegados al campamento de los israelitas, los extranjeros consiguieron una entrevista con Josué y los ancianos, a quienes explicaron su negocio. los de Israel respondieron a los Heveos: Quizás vosotros habitáis en medio de nosotros—La respuesta de los israelitas da a entender que ellos no tenían opción; que tenían órdenes terminantes, y que si los extranjeros pertenecían a una de las tribus nativas, una alianza con ellos sería ilegal, puesto que Dios la había prohibido (Éxodo 23:32; Éxodo 34:12; Deuteronomio 7:2).
9. Tus siervos han venido de muy lejanas tierras, por la fama de Jehová tu Dios.—Fingían ser animados por motivos religiosos a aliarse con el pueblo de Dios. Pero en su discurso preparado de antemano es digno hacer notar que ellos mencionan las obras milagrosas de Dios, lejanas ya, sin hacer mención de las efectuadas en Canaán, como si el informe de ellas no hubiera llegado a sus oídos.
14, 15. Los hombres de Israel tomaron de su provisión del camino, y no preguntaron a la boca de Jehová—la apariencia mohosa de su pan, después de un examen, fué aceptada como garantía de la verdad de su relato, y en esta conclusión precipitada los israelitas eran culpables de una credulidad excesiva y de negligencia por no haber buscado la voluntad de Dios por medio del Urim y Thummim del sumo sacerdote, antes de entrar en la alianza. Sin embargo, no se dice con claridad que si hubieran buscado la voluntad divina, se les habría prohibido perdonar a los heveos, y aliarse con aquellas tribus cananeas que renunciaran a la idolatría y aceptaran y adoraran al verdadero Dios. Por lo menos, no se les imputa ninguna falta por haber hecho la alianza con los gabaonitas; mientras que, por otra parte, la violación del pacto fué severamente castigada (2 Samuel 21:1, y cap. 11:19, 20).
16, 17. Pasados tres días … oyeron como eran sus vecinos, y que habitaban en medio de ellos—Esta información recibieron en su progreso por el país; porque como v. 17 debería traducirse: “Y partiéronse los hijos de Israel, y al tercer día llegaron a las ciudades de ellos”. Gabaón estaba a unos 28 o 30 kilómetros de Gilgal. Cafira (cap. 18:26; Esdras 2:25; Nehemías 7:29). Beeroth (2 Samuel 4:2) ahora El Berich, a unos veinte minutos de distancia de El Jib (Gabaón). Chiriath-jearim, “la ciudad de las florestas”, ahora Kuryet-el-Enab. (Robinson).
18-27. no los hirieron los hijos de Israel—El carácter moral de la estratagema de los gabaonitas era malo. Los príncipes de la congregación no vindicaron ni la utilidad ni la legalidad de su juramento; y aunque el clamor popular contra ellos era fuerte, debido tal vez al chasco de perder el botín de Gabaón, o a su desagrado por la aparente violación del mandato divino, ellos decidieron adherirse a su pacto, porque habían “jurado por el nombre de Jehová Dios de Israel”. Los príncipes israelitas obraron concienzudamente; se sentían ligados por su promesa solemne, pero para evitar las consecuencias desastrosas de su imprudente apresuramiento, resolvieron degradar a los gabaonitas a una condición servil como medio para evitar que su propio pueblo fuese engañado en la idolatría, y así cumplieron, como creían, el verdadero espíritu y fin de la ley. sean leñadores y aguadores—Siervos que hacían los trabajos más humildes y más desagradables en el santuario; por lo cual son llamados nethineos (1 Crónicas 9:2; Esdras 2:43; Esdras 8:20), es decir, dados, apropiados. Su castigo, pues, los hizo poseedores de grandes privilegios religiosos (Salmo 84:10).