EPISTOLA GENERAL DE JUDAS

INTRODUCCION

EL AUTOR.—El mismo se llama "Siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo". Véase la Introducción de la Epístola de Santiago, en prueba de que Jacobo el apóstol, y Jacobo hermano de Jesús, el obispo de Jerusalem, son una y la misma persona. Parece que Gálatas 1:19 solo prueba esto. Asimismo, Judas el hermano de nuestro Señor y Judas el apóstol parecen ser uno y el mismo. Jerónimo, Contra Helvidium, sostiene con razón que "hermanos del Señor" significa sus primos hermanos, hijos de María y Cleofas (el mismo que Alfeo). Según 1 Corintios 9:5 (como "hermanos del Señor" está entre "los demás apóstoles" y "Cefas"), es natural pensar que los hermanos del Señor se distinguen de los apóstoles sólo porque no todos sus hermanos eran apóstoles, sino solamente Jacobo y Judas. La razón por qué Judas se llama hermano de Jacobo es porque Jacobo, como obispo de Jerusalén, era mejor conocido que él. Si hubiese sido, en el sentido estricto, hermano de nuestro Señor, probablemente se hubiera intitulado como tal. La omisión de mención hecha por él de su apostolado, no es prueba de que no fuese apóstol; porque Jacobo también en el titular así lo omite; y Pablo, en sus Epístolas a los Filipenses, Tesalonicenses, y Filemón, hace la misma omisión. Si el escritor hubiese sido un impostor, sin duda se hubiera llamado "apóstol". Era llamado también Lebeo y Tadeo, probablemente para distinguirlo de Judas Iscariote, el traidor. Lebeo, del hebreo Leeb, "corazón", significa valiente. Tadeo es lo mismo que Teudas, del hebreo thad, el "pecho". Lucas y Juan, escribiendo después de Mateo, cuando ya no habría confusión entre éste y el Iscariote, dan su nombre de Judas. La única circunstancia tocante a él registrada en los Evangelios ocurre en Juan 14:22, "Dícele Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de manifestar a nostros, y no al mundo?" Jerónimo (Annotationes en Matthaeum) dice que Judas fué enviado a Edesa, a Abgaro, rey de Osroene, o Edesa, y que predicó en Siria, Arabia, Mesopotamia y Persia, y sufrió el martirio en el último país nombrado. Se relata, en base a Eusebio, que Abgaro, enfermo en su lecho, y habiendo oído hablar del poder de Jesús para sanar, envió por él para rogarle que viniese y le sanara, a lo que respondió el Señor, alabando la fe de él, porque aunque no había visto, sin embargo creyó; agregando, "Cuanto a lo que escribiste, que yo fuera a ti, es necesario que sean cumplidas por mí en este lugar todas las cosas para las que fuí enviado, y cumpliéndolas, sea recibido arriba al que me envió. Cuando pues sea recibido en el cielo, te enviaré alguno de mis discípulos que tanto sanará tu indisposición como te dará la vida a ti y a los que están contigo". Se dice conformemente que Tomás fué inspirado a enviar a Tadeo para la sanidad y el bautismo de Abgaro. Se dijo que las cartas le fueron enseñadas a Tadeo en los archivos de Edesa. Es posible que tal mensaje fuera enviado verbalmente, y su contenido recordado por escrito después. (Véase 2 Reyes 5; Mateo 15:22). Hegésipo (en Eusebio, Historia Eclesiástica,Mateo 3:20) declara que cuando Domiciano inquirió acerca de la posteridad de David, algunos nietos de Judas, llamado el hermano del Señor, fueron presentados delante de él. Al preguntárseles acerca de sus bienes, dijeron que tenían 39 acres de tierra avaluada en 9.000 denarios, de los que le pagaban impuestos, y vivían del trabajo de sus manos, en prueba de lo cual le enseñaron las manos encallecidas. Interrogados acerca de Cristo y su reino, respondieron que no era de este mundo, sino celestial; y que sería manifestado al fin del mundo, cuando él vendría en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos. (Nota del Traductor: 1. No está probado que Jacobo y Judas no fueran hermanos uterinos del Señor. 2. No es exacto tampoco que "la hermana de su madre" (Juan 19:25) fuese la misma que "María, mujer de Cleofas." Al contrario, tanto Mateo (Juan 27:56) como Marcos (Juan 15:40; Juan 16:1) parecen identificarla con Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo. Los hijos de la otra María, pues, son otros Jacobo y Judas, y no los autores de las Epístolas. 3. "Los hermanos de Jesús" como grupo, eran antagónicos, no "creían en él", de modo que ni dos de ellos podían ser contados entre los doce. 4. Si "sus hermanos" fuesen tan sólo "primos", y no hijos de María, no se podría explicar la autoridad que se tomaban sobre ella en las íntimas cuestiones de la familia. 5. El idioma griego no carecía del término que denotaba "primo" o pariente. 6. Por otra parte, todo resulta claro en los pasajes en cuestión cuando se da a los términos su sentido usual, sin los prejuicios dogmáticos. Los incrédulos hermanos del Señor se convencieron por la resurrección, y máxime por la aparición especial concedida a Jacobo (1 Corintios 15:7), de modo que en Pentecostés se hallaban entre los 120, y vino a ser Jacobo, si no también Judas, apóstol por dispensación especial del Señor, del mismo modo que Pablo, quien tampoco había sido de los doce.)

AUTENTICIDAD.—Eusebio, Historia Eclesiástica,1 Corintios 3:25, la juzga entre las Antilegomena, o Escrituras controvertidas, "aunque era reconocida por la mayoría." La referencia a la contienda librada entre el arcángel Miguel y el diablo por el cuerpo de Moisés, no mencionada en parte alguna del Antiguo Testamento, pero hallada en el apócrifo "Libro de Enoc", probablemente motivó las dudas acerca de su autenticidad, como dice Jerónimo (Catalogus Scriptorum Ecclesiasticorum, 4). Además, el que no se dirigiera a iglesia, ni a individuo en particular, hizo que no fuese reconocida tan inmediatamente como canónica. Un impostor hubiera evitado el uso de lo que no apareciera en el Antiguo Testamento, y lo que pudiera ser tenido por apócrifo.

En cuanto al libro de Enoc, si acaso fué citado por Judas, su cita tomada de un pasaje del mismo, da la sanción inspirada solamente a la veracidad de dicho pasaje, no a todo el libro; de la misma manera que Pablo, por inspiración, sanciona los sentimientos particulares de Arato, Epiménides, y Menandro, pero no todos los escritos de ellos. Es de suponer que, como hay una ligera variación entre lo dicho por Judas y lo del libro de Enoc, Judas, mientras que no ignoraba el libro de Enoc, pone su sello de sanción inspirada a la tradición corriente de los judíos tocante a las profecías de Enoc; así como Pablo también menciona los nombres de los magos egipcios, "Jannes y Jambres", que no aparecen en el Antiguo Testamento. Así y todo, la narración tocante a la disputa del arcángel Miguel con Satanás por el cuerpo de Moisés, por la autoridad inspirada de Judas, se declara (v. 9) verídica. El libro de Enoc lo citan Justino Mártir, Ireneo, Clemente de Alejandría, etc. Bruce, viajero por Abisinia, llevó a su casa tres ejemplares de él en el etíope, desde Alejandría, del cual el Arzobispo Lawrence en 1821, publicó una traducción al inglés. La etiópica era una versión de la griega, y la griega, sin duda, era una versión del hebreo, como lo demuestran los nombres de los ángeles en él hallados. Las Constituciones Apostólicas, Orígenes (contra Celsum), Jerónimo y Agustín lo declararon no canónico. Con todo es, por lo general, edificante, como que vindica el gobierno ejercido por Dios, del mundo natural y espiritual, sin contradecir ninguna declaración de las Escrituras. El nombre de Jesús nunca se menciona en Enoc, aunque "el Hijo del hombre", nombre dado tantas veces al Mesías en el Nuevo Testamento, es frecuente, y se emplean términos expresivos de su dignidad, carácter y hechos, que sobrepujan las opiniones acerca del Mesías de todo otro libro judaico. El autor parece haber sido un judío del todo imbuído de los escritos sagrados de Daniel. Y aunque hay muchas coincidencias entre sus sentimientos y el Nuevo Testamento, las porciones mesiánicas no son lo bastante distintas como para probar que el autor conociese el Nuevo Testamento. Al contrario, parece haber precedido la venida de Cristo, acaso en la época de Herodes el Grande, y así nos da una opinión interesantísima de judíos creyentes de antes de la venida de nuestro Señor. En el libro, se reconoce la Trinidad,1 Corintios 60:13. El Mesías es "el Electo" desde la eternidad,1 Corintios 48:2, 1 Corintios 48:5 : "Todos los reyes caerán delante de él, y adorarán y pondrán sus esperanzas en este hijo del hombre",1 Corintios 61:10. Es objeto de adoración,1 Corintios 43:3; es el supremo Juez 60:10, 11; 68:38, 39. Habrá un estado futuro de retribución, 93:8, 9; 94:2, 4; caps. 95, 96, 99, 103. La eternidad del castigo futuro, 103:5. Volmark, en Alford, opina que el libro de Enoc fué escrito en el tiempo de la sedición de Barchochebas (132 d. de J. C.), por algún discípulo del rabino Akiba, el defensor de dicho impostor. Esto haría anticristiano el libro en su origen. Si esta fecha es correcta, sin duda copió algunas cosas de Judas, y les dió el color judaico, no el cristiano.

Eusebio (Demonstratio Evangelica, 3:5) observa, que concuerda con la humildad de Juan el que se llama Efesios 2 Juan y 3 Juan "el anciano". Por la misma razón Jacobo y Judas se llaman "siervos de Jesucristo". Clemente Alejandrino (Adumbrationes, en Ep. Jud., pág. 1007) dice: "Judas, por temor reverencial, no se llama hermano, sino siervo, de Jesucristo, y hermano de Jacobo".

Tertuliano (De Cultu Foeminarum, cap. 3) cita la Epístola como la del apóstol Jacobo. Clemente Alejandrino la cita como Escritura (Judas 1:8, Judas 1:177; véase Strómata, 3; 2:11; y 5; y Paedogogus, 3; 8:44. El fragmento de Muratori afirma su canonicidad. [Routh, Reliquiae Sacrae, 1.] Orígenes (Comentario sobre Mateo, 13:55) dice: "Judas escribió esta Epístola de pocas líneas, pero la llenó de fuertes palabras de la gracia celestial". En el mismo Comentario, Mateo 22:23 y 18:10, cita Judas 1:6 y 1, respectivamente. Llama al autor "Judas el Apóstol", en lo que resta de sus obras en latín (véase Davidson, Introducción, III. 498). Jerónimo (Catalogus Scriptorum Ecclesiasticorum, 4) la tiene por parte de las Escrituras. Aunque los manuscritos más antiguos y la versión Peschito la omiten, Efrem Siro la reconoce. Wordswoth raciocina a favor de la autenticidad de esta manera: San Judas, sabemos, murió antes que San Juan, o sea, antes del comienzo del siglo dos. Bien, Eusebio (Hist. Ecles2 Samuel 3:22) nos dice que San Jacobo fué sucedido en el obispado de Jerusalén por Simeón su hermano: y también que Simeón ocupó dicha sede hasta el año 107, cuando fué crucificado mártir en su 120o año. Hallamos que la Epístola de Judas se conocía en Oriente y Occidente en el segundo siglo; circuló, pues, durante la vida de Simeón. Nunca hubiera recibido la acogida corriente que tuvo, ni hubiera permitido Simeón que fuese circulada una carta que llevase el nombre de un apóstol, su propio hermano Judas, hermano de su propio predecesor apostólico, si no fuese en realidad de San Judas.

LOS DESTINATARIOS.—Las referencias al Antiguo Testamento (vv. 5, 7) y a la tradición judaica (v. 14, etc.) hacen probable que los cristianos judíos sean los lectores a quienes Judas escribiera principalmente (inclusive también todos los cristianos, v. 1), así como la Epístola similar, 2 Pedro, se dirige en primer orden a la misma clase; véase Introducciones, 1 y 2 Pedro. Las personas en ella censuradas no son meramente libertinos (como piensa Alford), aunque sin duda tal era una de sus características prominentes, sino herejes en doctrina, quienes "negaban al único Señor Dios, y a nuestro Señor Jesucristo". Por tanto insta a los creyentes a "contender por la fe una vez entregada a los santos." La insubordinación, la ambición, y el libertinaje, frutos de la enseñanza antinominiana, fueron los males contra los cuales Judas advierte a sus lectores: recordándoles que su única protección efectuosa era el edificarse en la santísima fe y orar en el Espíritu Santo. Los mismos males, junto con el escepticismo escarnecedor caracterizarán los últimos días anteriores al juicio final, así como en los días cuando Noé amonestaba a los impíos acerca del diluvio que se acercaba. Como Pedro estaba en Babilonia cuando escribió la Primera Epístola (2 Samuel 5:13), así como probablemente también la Segunda (véase Introducciones) parece probable que Judas dirigiera su Epístola principalmente a los cristianos judíos de la Babilonia Mesopotámica y sus alrededores (región muy frecuentada por los judíos de aquel entonces), o si no, a los cristianos judíos dispersos en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia, los recipientes de la. Pedro. Porque se dice que Judas predicó en Mesopotamia (Jerónimo, Annotationes in Matthaeum), y su Epístola, azás corta, lleva no menos que once pasajes de 2a Pedro (véase lista en mi Introducción a 2a Pedro). Probablemente en el v. 4 atestigua el cumplimiento de la profecía de Pedro acerca de que, "hay algunos hombres que han entrado encubiertamente, los cuales desde antes habían estado ordenados (Griegos, pre-escritos, eso es, anunciados de antemano por la profecía escrita de Pedro) a esta condenación, hombres impíos,… negando al único Señor Dios, y nuestro Señor Jesucristo." Véase 2 Pedro 2:1 : "Habrá entre vosotros falsos doctores, que introducirán encubiertamente herejías de perdición, y negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí una pronta perdición." También los vv. 17, 18 se refieren a las mismas palabras de 2 Pedro 3:2 : "Para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y de nuestro mandamiento, que somos apóstoles del Señor y Salvador: Sabiendo … que en los postrimeros días vendrán burladores andando según sus propias concupiscencias." Esto prueba, en oposición a Alford, que la Epístola de Judas es posterior a la de Pedro (cuya inspiración así confirma, precisamente como 2 Pedro 3:15 confirma la de Pablo), y no vice versa.

FECHA Y LUGAR DE REDACCION.—Alford opina que, por cuanto Judas escribía a judíos y citaba ejemplos marcados de la venganza divina, no es muy probable que hubiera omitido la alusión a la destrucción de Jerusalén, si hubiese escrito después del acontecimiento que desarraigó la política y al pueblo judaicos. Conjetura por el tono y las referencias que el escritor vivía en Palestina. Pero cuanto a lo primero, la evidencia negativa es dudosa; porque tampoco alude Juan a la destrucción de Jerusalén en sus cartas, escritas después de aquel evento. Mill fija la fecha en el año 90, después de la muerte de todos los apóstoles con excepción de Juan. Nos inclinamos a pensar, por los vv. 17 y 18, que había pasado algún tiempo desde la segunda Epístola de Pedro (escrita probablemente cerca de 68 ó 69) cuando Judas escribió y que por tanto, la Epístola de Judas fué escrita después de la destrucción de Jerusalén.

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