Levítico 6:1-30
1 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:
2 “Cuando una persona peque y actúe con infidelidad contra el SEÑOR, negando a su prójimo lo que este le había encomendado o dejado en su poder, o si roba y extorsiona a su prójimo,
3 o si hallando algo que se había perdido lo niega, o jura con engaño respecto a cualquier cosa en que la gente suele pecar,
4 sucederá que habiendo pecado y siendo culpable, deberá restituir aquello que robó o extorsionó, o el depósito que se le encomendó, o la cosa perdida que halló,
5 o todo aquello sobre lo que haya jurado falsamente. Lo restituirá por entero y añadirá a ello la quinta parte. Todo esto lo pagará a quien se lo deba, el día en que presente su sacrificio por la culpa.
6 Además, traerá al sacerdote para el SEÑOR su sacrificio por la culpa, un carnero del rebaño, sin defecto, conforme a tu estimación, como sacrificio por la culpa.
7 El sacerdote hará expiación delante del SEÑOR por esa persona, y será perdonada de cualquiera de las cosas que hizo, por las que se ha hecho culpable”.
8 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:
9 “Manda a Aarón y a sus hijos diciéndoles que estas son las instrucciones para el holocausto: El holocausto se quemará sobre el altar toda la noche, hasta la mañana; y el fuego del altar arderá en él.
10 El sacerdote se pondrá su vestimenta de lino y vestirá pantalones de lino sobre su cuerpo. Cuando el fuego haya consumido el holocausto, él apartará las cenizas de encima del altar y las pondrá a un lado del altar.
11 Después se quitará sus vestiduras y se pondrá otras vestiduras para llevar las cenizas fuera del campamento, a un lugar purificado.
12 El fuego encendido sobre el altar no será apagado. El sacerdote hará arder leña en él cada mañana. Acomodará sobre el altar el holocausto y quemará sobre él el sebo de los sacrificios de paz.
13 El fuego ha de arder permanentemente en el altar; no se apagará.
14 “Estas son las instrucciones para la ofrenda vegetal: Los hijos de Aarón han de ofrecerla frente al altar, delante del SEÑOR.
15 El sacerdote tomará un puñado de la harina fina de la ofrenda, y parte del aceite con todo el incienso que está sobre la ofrenda; y los hará arder sobre el altar como grato olor, como una porción en memoria del SEÑOR.
16 Lo que sobre de ella lo comerán Aarón y sus hijos. Sin levadura será comida en un lugar santo; en el atrio del tabernáculo de reunión lo comerán.
17 No será cocida con levadura. Yo la he dado como porción para ellos de mis ofrendas quemadas. Es cosa muy sagrada, como el sacrificio por el pecado y el sacrificio por la culpa.
18 Todos los varones de los hijos de Aarón podrán comer de ella. Esta es una provisión perpetua a través de sus generaciones, respecto a las ofrendas quemadas al SEÑOR. Todo lo que las toque será santificado”.
19 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:
20 “Esta es la ofrenda que Aarón y sus hijos presentarán al SEÑOR el día en que sean ungidos: dos kilos de harina fina como ofrenda vegetal perpetua, la mitad al amanecer y la mitad al anochecer.
21 Será preparada con aceite en la sartén, y la traerás mezclada. Partirás la ofrenda en pedazos y la ofrecerás como grato olor al SEÑOR.
22 La ofrecerá el sacerdote que de entre sus hijos sea ungido en su lugar. Esto es un estatuto perpetuo del SEÑOR. Será quemada por completo.
23 Toda la ofrenda vegetal del sacerdote será quemada por completo; no se comerá”.
24 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:
25 “Habla a Aarón y a sus hijos y diles que estas son las instrucciones para el sacrificio por el pecado: En el lugar donde se degüella el holocausto será degollada la víctima por el pecado, delante del SEÑOR. Es cosa muy sagrada.
26 El sacerdote que la ofrezca como sacrificio por el pecado la comerá. Será comida en un lugar santo, en el atrio del tabernáculo de reunión.
27 Todo lo que toque su carne será santificado. Si su sangre salpica en el vestido, lavarás en un lugar santo aquello sobre lo cual haya salpicado.
28 “El utensilio de barro en que sea cocida será roto. Si es cocida en utensilio de metal, este será frotado y lavado con agua.
29 Todo varón de entre los sacerdotes la podrá comer. Es cosa muy sagrada.
30 Pero no se comerá de ninguna víctima por el pecado, cuya sangre se haya introducido en el tabernáculo de reunión para hacer expiación en el santuario; será quemada al fuego.
OFRENDA POR EL PECADO COMETIDO A SABIENDAS.
2. Cuando una persona pecare, e hiciere prevaricación contra Jehová—Esta ley, cuya transcripción debería haber estado unida con el capítulo anterior, fué dada acerca de las cosas robadas, obtenidas fraudulentamente, o ilegalmente retenidas. Al transgresor se le ordenaba hacer restitución de los artículos al dueño legítimo, junto con la quinta parte sacada de entre sus propias posesiones. Pero no era suficiente reparar el mal hecho al vecino y a la sociedad; se le demandaba que trajera una ofrenda de transgresión, como señal de su pesar y arrepentimiento por haber perjudicado la causa de la religión y de Dios. Aquella ofrenda por la transgresión era un carnero sin mancha, que se sacrificaba sobre el altar de los holocaustos, y la carne pertenecía a los sacerdotes. Este castigo era equivalente a una multa mitigada, pero estando asociado con un deber sagrado, la forma en que la multa se imponía servía para el fin importante de llamar la atención a los derechos y de reavivar un sentido de responsabilidad ante Dios.
8-13. LA LEY DE LOS HOLOCAUSTOS.
9. Manda a Aarón y a sus hijos diciendo: Esta es la ley del holocausto—En este pasaje Moisés recibió instrucciones para entregar a los sacerdotes respecto a sus deberes oficiales, y la primera tenía que ver con el holocausto, o sacrificio quemado—Hebreo, “sacrificio que subió en humo”. El servicio diario consistía en dos corderos, uno ofrecido en la mañana a la salida del sol, el otro en la tarde, cuando empezaba a declinar el día. Ambos eran consumidos sobre el altar mediante un fuego lento, ante el cual los pedazos del sacrificio eran colocados en tal forma que alimentaban el fuego toda la noche. Sobre todo, la observancia de este sacrificio diario era una expresión del arrepentimiento y la fe nacionales. El fuego que consumía este sacrificio, había sido encendido desde el cielo en ocasión de la consagración del tabernáculo, y para evitar que se extinguiera, y que los sacrificios no fuesen quemados por fuego común, se dan aquí órdenes estrictas no sólo acerca de la remoción de las cenizas sino de acercarse al fuego en ropas que no fuesen oficialmente santas.
14-18. LA LEY DE LAS OFRENDAS DE COMIDA.
14. Esta es la ley del presente—Aunque ésta era una disposición para los sacerdotes y sus familias, había de ser considerada como “cosa santísima”; y la manera en que era preparada era: Al ser presentada una ofrenda de comestibles, el sacerdote los llevaba al altar, y tomando un puñado de cada cosa como oblación, la salaba y quemaba sobre el altar; lo restante venía a ser propiedad de los sacerdotes, y era la comida de aquellos cuyo deber era atender el servicio. Ellos mismos como también las vasijas de las cuales comían, eran típicamente santos, y no estaban con libertad de comer de las ofrendas de comestibles, mientras estuviesen bajo contaminación ceremonial.
19-23. LA OFRENDA DEL SUMO SACERDOTE.
20. Esta es la ofrenda de Aarón y de sus hijos—La ofrenda diaria del sumo sacerdote; porque aunque se mencionan junto con él sus hijos, probablemente se quería decir únicamente la de sus descendientes que le habían de seguir en el sumo sacerdocio. Había de ofrecerse la mitad en la mañana, y la otra mitad en la tarde, siendo puesta diariamente por el sacerdote oficiante sobre el altar de las ofrendas quemadas, donde, siendo dedicada a Dios, era enteramente consumida. Esto tenía como objeto tenerle a él y a los otros sacerdotes asistentes en recuerdo constante de que ellos, aunque típicamente estaban expiando los pecados del pueblo, sus propias personas y sus servicios podrían hallar aceptación solamente por fe, la que necesitaba ser alimentada y fortalecida desde el cielo.
24-30. LA LEY DE LA OFRENDA POR EL PECADO.
25. Esta es la ley de la expiación—Era degollado, y el sebo y partes interiores, después de ser lavados y salados, eran quemados sobre el altar. Pero lo demás del cuerpo pertenecía al sacerdote oficiante. El y su familia podían comerlo, sólo, sin embargo, dentro del tabernáculo, pero ni aun ellos, si estuviesen bajo alguna contaminación ceremonial. La carne en todas las ocasiones era hervida o cocida, con excepción del cordero pascual, que era asado; si una vasija de barro era usada, siendo porosa, y propia para absorber algunas de las partículas líquidas, había de ser rota; si una vasija metálica había sido usada, había de ser fregada y lavada con el mayor cuidado, no porque las vasijas hubiesen sido contaminadas sino al contrario, porque habiendo sido cocida en ellas la carne del sacrificio, eran ahora demasiado sagradas para uso ordinario. El propósito de todas estas ceremonias detalladas era el de impresionar la mente, tanto de los sacerdotes como la del pueblo, con un sentido de la naturaleza perversa del pecado, y del cuidado que ellos deberían tomarse para evitar que la menor contaminación de sus impurezas se adhiriese a ellos.