EL EVANGELIO SEGUN SAN LUCAS

INTRODUCCION

El escritor de este Evangelio es reconocido universalmente como Lucas (forma abreviada de Lucano, como Silas de Silvano), aunque no es nombrado expresamente ni en el Evangelio ni en los Hechos. Por Colosenses 4:14, sabemos que era "médico"; y comparando este versículo con los vv. 10, 11, en los cuales el apóstol enumera todos los de la circuncisión que con él estaban, mas no menciona a Lucas, aunque inmediatamente después manda un saludo de él, colegimos que Lucas no es judío de nacimiento. Algunos han creído que era esclavo manumitido (libertinus), como los romanos remitían el arte médica a personas de esta clase o a sus esclavos, como un oficio indigno de ciudadanos romanos. Su conocimiento íntimo de las costumbres judías y su facilidad en el griego hebraico, parecen indicar que era temprano prosélito a la fe judía; y esto es confirmado singularmente por Hechos 21:27, donde hallamos a los judíos enfurecidos por la supuesta introducción de griegos en el templo por Pablo, porque habían visto a "Trófimo, efesio" con él; y como sabemos que Lucas estaba con él en aquella ocasión, parecería que lo hubiesen tomado por judío, pues no hicieron mención de él. Por otra parte, su facundia en el griego clásico confirma su origen gentil. El momento cuando se unió a la compañía de Pablo es indicado claramente en los Hechos por su cambio (cap. 16:10) desde la tercera persona singular "él" a la primera persona plural "nosotros". Desde aquel tiempo raramente dejaba al apóstol hasta cerca de su martirio (2 Timoteo 4:11). Eusebio le hace nativo de Antioquía. Si fué así, tendría él toda clase de oportunidades para cultivar la literatura de Grecia y el conocimiento médico como se poseía en aquel entonces. Que murió de muerte natural es generalmente reconocido entre los antiguos, afirmando sólo Gregorio Nacianceno que murió mártir.

La fecha y el lugar de la publicación de su Evangelio son igualmente dudosos. Pero podemos aproximar la fecha. Tiene que haber salido, de todos modos, antes que los Hechos, porque allí el Evangelio es expresamente mencionado como "el primer tratado" (Hechos 1:1). Pero el Libro de los Hechos no fué publicado por dos años enteros después de la llegada de Pablo a Roma como prisionero, porque termina con una referencia a este período; pero probablemente fué publicado poco después, fecha que parece haber sido al principio del año 63. Antes de aquel tiempo, entonces, razón tenemos de creer que el Evangelio de Lucas estaba en circulación, aunque la mayoría de los críticos dan una fecha posterior. Si lo fechamos entre los años 50 y 60 después de Cristo, probablemente estaremos cerca de la verdad; pero más cerca de la fecha no podemos llegar con alguna certeza. Las conjeturas acerca del lugar de publicación son demasiado dudosas para ser mencionadas aquí.

Que fué dirigido, en primera instancia, a lectores gentiles, está fuera de duda. Esto no es más, como observa Davidson (Introducción, p. 186), de lo que había de esperarse de un compañero de un "apóstol de los gentiles", quien había sido testigo de cambios maravillosos en la condición de muchos gentiles mediante la recepción del evangelio. Pero las explicaciones en su Evangelio de cosas conocidas a todos los judíos, y que podrían ser indicadas para lectores gentiles, hace que esto sea bien claro. Véanse los caps. 1:26; 4:31; 8:26; 21:37; 22:1; 24:13. Un número de otras particularidades pequeñas, tanto de cosas intercaladas como de cosas omitidas, confirman la conclusión de que eran gentiles a quienes este evangelista tenía en vista en primera instancia.

Ya hemos hecho notar el estilo clásico del griego que escribe este evangelista, precisamente lo que podría esperarse de un griego instruído y médico trotamundos. Pero hemos notado también que junto con esto, manifiesta una flexibilidad de estilo maravillosa; tanto es así, que cuando llega a relatar transacciones enteramente judías, donde los oradores y obradores e incidentes son todos judíos, escribe en un griego judaico tal como escribiría quien nunca hubiera vivido fuera de Palestina ni tratado sino con judíos. En "Los Cuatro Testigos", de Da Costa, se hallarán algunos rastros del "amado médico" en este Evangelio. Pero mucho más llamativos e importantes son los rastros hallados en él de su conexión íntima con el apóstol de los gentiles. Que uno que estaba tan largo tiempo y tan constantemente en la compañía de aquel intelecto maestro, no haya mostrado en una obra como ésta rastros de aquella conexión, ningún sello de aquella mente, es difícil de creerse. Escritores de "introducciones" parece que no lo ven, y no toman nota de ello. Pero los que penetran al interior de ello, pronto descubrirán bastantes evidencias en él del estilo de mente paulino. Refiriéndonos por un número de detalles a Da Costa, notaremos aquí solo dos ejemplos. En 1 Corintios 11:23, Pablo atribuye a una revelación expresa de Cristo mismo el relato de la institución de la Cena del Señor, que él da allí. Entonces, si hallamos que este relato difiere en algunos particulares pequeños más llamativos de los relatos dados por Mateo y Marcos, pero que concierta al pie de la letra con el de Lucas, difícilmente podemos dudar de que el uno lo recibió del otro; y en aquel caso, naturalmente, fué Lucas quien lo recibió de Pablo. Ahora pues, Mateo y Marcos dicen los dos de la Copa: "Esto es mi sangre del nuevo pacto"; mientras que Pablo y Lucas dicen, en términos idénticos: "Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre". Además, Lucas dice: "Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo", etc.; mientras que Pablo dice: "Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo", etc.; mientras que ni Mateo ni Marcos mencionan que esto fué después de la cena.

Más evidente todavía es otro punto de coincidencia en este caso. Mateo y Marcos dicen del pan meramente esto: "Tomad, comed; esto es mi cuerpo"; mientras que Pablo dice: "Tomad, comed: esto es mi cuerpo, que por vosotros es partido", y Lucas: "Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado". Y Pablo agrega esta cláusula preciosa: "Haced esto en memoria de mí", y Lucas hace lo mismo en términos idénticos. ¿Cómo puede alguno, que medita en esto, resistirse en convencerse de un sello paulino en este Evangelio? La otra prueba de esto, a la cual invitamos la atención del lector, es el hecho de que Pablo, en enumerar las personas por quienes fué visto Cristo después de su resurrección, empieza, bien singularmente, por Pedro: "Y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce" (1 Corintios 15:4), unido al hecho notable de que Lucas es el único de los evangelistas, que menciona que Cristo apareció a Pedro. Cuando regresaron los dos discípulos de Emmaús, a contar a sus hermanos cómo se les había aparecido el Señor en el camino, y cómo se les dió a conocer al partir el pan, fueron recibidos, como relata Lucas, antes que pudiesen pronunciar una palabra, con esta maravillosa noticia: "Haresucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón" (Lucas 24:34). En el comentario se tratarán otros puntos de coincidencia relacionados con este Evangelio.

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