Malaquías 4:1-6

1 “Porque he aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los arrogantes y todos los que hacen maldad serán como paja. Aquel día que vendrá los quemará y no les dejará ni raíz ni rama, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.

2 Pero para ustedes, los que temen mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá sanidad. Ustedes saldrán y saltarán como terneros de engorde.

3 Pisotearán a los impíos, los cuales, el día que yo preparo, serán como ceniza bajo las plantas de sus pies”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.

4 “Acuérdense de la ley de mi siervo Moisés, a quien encargué en Horeb leyes y decretos para todo Israel.

5 “He aquí yo envío al profeta Elías antes de que venga el día del SEÑOR, grande y temible.

6 Él hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo y golpee la tierra con destrucción”.

CAPITULO 4

EL VENIDERO JUICIO DE DIOS: EL TRIUNFO DE LOS PIADOSOS; EL RETORNO A LA LEY ES LA MEJOR PREPARACION PARA LA VENIDA DE JEHOVA: LA MISION DE ELIAS PREPARATORIA DE LA REFORMACION.

1. viene el día ardiente—(3:2; 2 Pedro 3:7.) En primer orden, se trata del juicio que viene sobre Jerusalén; pero como esto no agotará el significado—sin suponer lo que es inadmisible en la Escritura, la exageración—, el pleno cumplimiento final, del cual aquel juicio era la señal, es el día del juicio general. Este principio de interpretación no es doble, sino de cumplimiento sucesivo. El lenguaje es brusco: “He aquí, ¡viene el día! Arde como un horno.” La brusquedad imparte una terrible realidad al cuadro, como si repentinamente estallara a la vista del profeta. todos los soberbios—en oposición a la cavilación anteriormente expresada (2 Pedro 3:15): “Decimos que bienaventurados los soberbios” (arrogantes menospreciadores de Dios). estopa—(Abdías 1:18; Mateo 3:12.) Como Canaán, la herencia de los israelitas, fué preparada para posesión de ellos por la expulsión de los paganos, así el juicio sobre los apóstatas anunciara la entrada de los santos en la herencia del Señor, de la cual Canaán es el tipo—no el cielo, sino la tierra, hasta sus términos más remotos (Salmo 2:8) será purificada de todas las cosas que ofenden o escandalizan (Mateo 13:41), las cuales han de ser “recogidas fuera de su reino,” siendo el escenario del juicio el mismo del reino. La dispensación presente es un reino espiritual, como un paréntesis, entre el reino literal de los judíos y su antitipo, el próximo reino literal del Señor Jesús. ni raíz ni rama—proverbio que indica completa destrucción (Amós 2:9).

2. El efecto del juicio sobre los justos, contrastado con su efecto sobre los inicuos (v. 1). Para los inicuos será como un horno que consume la estopa (Mateo 6:30); para los justos será el advenimiento del Sol que alegra, no de condenación, sino “de justicia;” que no destruye, sino que “sana” (Jeremias 23:6). los que teméis mi nombre—Lo mismo como los del Daniel 3:16, quienes confesaron a Dios en medio de abundante blasfemia (Isaías 66:5; Mateo 10:32). Las bendiciones espirituales traídas por él se recapitulan en las dos: “justicia” (1 Corintios 1:30) y “sanidad” espiritual (Salmo 103:3; Isaías 57:19). Aquellos que andan en la oscuridad ahora pueden consolarse en la seguridad de que caminarán en el futuro en la luz eterna (Isaías 50:10). en sus alas—que denota la velocidad o rapidez alada con que él aparecerá (véase “luego,” por “repentinamente,” en Efesios 3:1) para el socorro de su pueblo. Los rayos del Sol son sus “alas.” Véase “alas de la mañana,” Salmo 139:9. El “Sol” que alegrará a los justos es sugerido por el previo “día” de terror que consumirá a los inicuos. Véase en cuanto a Cristo, 2 Samuel 23:4; Salmo 84:11; Lucas 1:78; Juan 1:9; Juan 8:12; Efesios 5:14; y en su segunda venida, 2 Pedro 1:19. La Iglesia es la luna que refleja la luz de él (Apocalipsis 12:1). Los justos, por justicia de él, “brillarán como el Sol en el reino del Padre” (Mateo 13:43). y saldréis—de las estrecheces en las que estabais retenidos como cautivos. Una prueba de esto fué dada en el escape de los cristianos por Pela, antes de la destrucción de Jerusalén. saltaréis—como terneros retozones (Calvino); lit., os extenderéis, por vastos campos. como becerros de la manada—o del establo: los que cuando se sienten fuera del establo juegan con alegría (Hechos 8:8; Hechos 13:52; Hechos 20:24; Romanos 14:17; Gálatas 5:22; 1 Pedro 1:8). Especialmente los piadosos se regocijan en su liberación final a la segunda venida de Cristo (Isaías 61:10).

3. Resolviendo la dificultad (Isaías 3:15) de que los inicuos muchas veces prosperan ahora. La prosperidad de ellos y la adversidad de los piadosos pronto serán invertidas. Ciertamente los justos serán el ejército que acompañará a Cristo en su final destrucción de los impíos (2 Samuel 22:43; Salmo 49:14; Salmo 47:3; Miqueas 7:10; Malaquías 10:5; 1 Corintios 6:2; Apocalipsis 2:26; Apocalipsis 19:14). ceniza—después de haber sido quemados con el fuego del juicio (v. 1).

4. Acordaos de la ley—“La ley y todos los profetas” habían de estar en vigor hasta Juan (Mateo 11:13), y ningún profeta interviene después de Malaquías; por tanto, se les dice: “Acordaos de la ley,” porque en ausencia de profetas vivos, probablemente se olvidarían de ella. El oficio del precursor de Cristo era para hacerlos volver de nuevo a la ley, de la cual hacía muchísimo se habían olvidado en demasía, y así “aparejar un pueblo para el Señor” a su venida (Lucas 1:17). Dios dejó de enviar profetas por un tiempo, para que los hombres buscasen a Cristo con mayor deseo. (Calvino.) La historia del adelanto humano está señalado por períodos de pausa, y otras veces de progreso. Lo mismo en la revelación divina: es dada por un tiempo; luego durante la suspensión de ella, los hombres viven de los recuerdos del pasado. Después de Malaquías hubo un silencio de 400 años; entonces llegó un precursor de luz en el desierto, que si bien fué de corta vida, presentaba la más brillante de todas las luces hasta ahora; luego pasaron más de dieciocho siglos, durante los cuales hemos sido guiados por la luz que brilló en aquella última manifestación. El silencio ha sido más largo que en otras épocas, y será sucedido por una revelación más gloriosa y más terrible que nunca. Juan el Bautista debió “restaurar” la desfigurada imagen de “la ley,” para que el original fuese reconocido cuando apareciera entre los hombres. (Hinds.) Como “Moisés” y “Elías” están aquí relacionados con la venida del Señor, así en la transfiguración conversan con él, lo que infiere que la ley y los profetas que le habían preparado el camino, estaban cumplidos ahora en él. ordenanzas y leyes—“ordenanzas” ceremoniales; “leyes,” o juicios, en las cuestiones civiles a resolverse. “La ley” se refiere a lo moral y lo religioso.

5. yo os envío a Elías—como un medio por el que os acordéis de la ley (v. 4). el profeta—enfático; no “el tisbita”; porque es en su capacidad oficial, no su personal, que se predice aquí su venida. En este sentido, Juan el Bautista fué un Elías en espíritu (Lucas 1:16), pero no el literal Elías; por eso, cuando le preguntaron: “¿Eres tú Elías” (Juan 1:21)? él contestó: “No soy.” “¿Eres tú el profeta?” “No.” Esto da a entender que Juan, aunque conocía por el anuncio del ángel a su padre que se hacía referencia a él en Malaquías 4:5 (Lucas 1:17), razón por la que usaba la indumentaria de Elías, no obstante, supo por inspiración que él no llenaba cabalmente todo lo que estaba envuelto en esta profecía; y que hay un cumplimiento más amplio (véase nota 3:1). Así como Moisés en el v. 4 representa la ley, así Elías representa a los profetas. Los judíos siempre lo entendieron del literal Elías. El dicho de ellos es: “El Mesías deberá ser ungido por Elías.” Como habrá otro advenimiento final, del Mesías, así también de su precursor Elías; quizás en persona, como en la transfiguración (Mateo 17:3; Mateo 17:11). El, en su aparición en la transfiguración en aquel cuerpo sobre el cual la muerte nunca pasó, es el precursor de los santos que serán hallados vivos, en la segunda venida del Señor. Apocalipsis 11:3 puede que se refiera a los mismos testigos como en la transfiguración, Moisés y Elías. Apocalipsis 11:6 identifica a Elías (véase 1 Reyes 17:1; Santiago 5:17). También después de la transfiguración, Jesús habla (Mateo 17:11) de la venida de Elías “para restaurar todas las cosas” como todavía futura, aunque agrega que Elías (en la persona de Juan el Bautista) ya había venido en un sentido (véase Hechos 3:21). Sin embargo, el futuro precursor del Mesías en su segunda venida, puede ser un profeta o un número de profetas revestidos con el poder de Elías, los cuales, como defensores celosos de “la ley” revestidos con el espíritu de “Moisés,” pueden ser los anunciadores a quienes se alude aquí, y en Apocalipsis 11:2. Las palabras “antes que venga el día … terrible de Jehová,” muestran que Juan no puede ser el único indicado; porque él vino antes del día de la venida de Cristo en gracia, no antes de su venida en terror, de la cual, la destrucción de Jerusalén fué la prenda o garantía (v. 1; Joel 2:31).

6. convertirá el corazón de los padres a los hijos—Como algunos han explicado la predicación de Juan restauraría la armonía en las familias. Pero Lucas 1:16 substituye por “el corazón de los hijos a los padres,” “los rebeldes a la prudencia de los justos,” lo que da a entender que la reconciliación a efectuarse, era aquella entre descendientes desobedientes e incrédulos y los susodichos antepasados, Jacob, Leví, “Moisés,” y “Elías” (véase 1:2; 2:4, 6; 3:3, 4). La amenaza aquí es que, si esta restauración no fuera efectuada, la venida del Mesías resultaría “una maldición” para “la tierra”, eso es, la tierra de Judea, cuando rechazaron al Mesías en su primer advenimiento, aunque él trajo bendiciones (Génesis 12:3) a los que le aceptaron (Juan 1:11). Muchos fueron librados de la destrucción común de la nación, por medio de la predicación de Juan el Bautista (Romanos 9:29; Romanos 11:5). Resultará así para los desobedientes en su segunda venida, aun cuando él viene para ser glorificado en sus santos (2 Tesalonicenses 1:6). destrucción—en el hebreo, Cherem, “un entredicho (o anatema);” el terrible término aplicado por los judíos a los culpables cananeos. Bajo esta maldición Judea hace muchísimo está postrada. Similar es la terrible maldición sobre todas las iglesias de los gentiles que ahora no aman al Señor Jesús (1 Corintios 16:22). Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, los judíos, mucho menos perdonará a los incrédulos cristianos nominales entre los gentiles (Romanos 11:20). Es profundamente sugestivo que la última declaración del cielo de hacía 400 años antes de la venida del Mesías, fué la terrible palabra “maldición” (Versión Inglesa). La primera palabra del Mesías sobre el monte fué “bienaventurados” (Mateo 5:3). La ley habla de la ira; el evangelio, de la bendición. Judea está ahora bajo la “maldición,” porque rechazó al Mesías; cuando el espíritu de Elías, o un Elías literal, vuelva nuevamente a los hijos judíos la Esperanza de sus “padres,” las bendiciones volverán a ser de ellos, mientras que la “tierra” apóstata será “herida con destrucción (“de maldición,” Versión Inglesa),” previamente a la futura restauracion de todas las cosas (Malaquías 12:13.)

¡Que el escritor de este Comentario y sus lectores tengan la gracia para estar atentos a “la palabra profética permanente, como a una antorcha que alumbra en lugar obscuro hasta que el día esclarezca.” ¡Al trino Dios Jehová sea toda la gloria para siempre! Y el autor de esta versión castellana dice: ¡Amén, amén!

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