Mateo 12:1-50
1 En ese tiempo, Jesús pasó por los sembrados en sábado. Sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer.
2 Y al verlo los fariseos, le dijeron: — Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el sábado.
3 Él les dijo: — ¿No han leído qué hizo David cuando tuvo hambre él y los que estaban con él;
4 cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no les era lícito comer ni a él ni a los que estaban con él, sino solo a los sacerdotes?
5 ¿Tampoco han leído en la ley que en los sábados los sacerdotes en el templo profanan el sábado y quedan sin culpa?
6 Pero les digo que uno mayor que el templo está aquí.
7 Si hubieran conocido qué significa Misericordia quiero y no sacrificio, no habrían condenado a los que no tienen culpa.
8 Porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado.
9 Partió de allí y fue a la sinagoga de ellos.
10 Y he aquí había un hombre que tenía la mano paralizada; y para acusar a Jesús, le preguntaron diciendo: — ¿Es lícito sanar en sábado?
11 Pero él les dijo: — ¿Qué hombre hay entre ustedes que tenga una oveja, y que si esta cae en un pozo en sábado, no le echará mano y la sacará?
12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! De manera que es lícito hacer bien en sábado.
13 Entonces dijo a aquel hombre: — Extiende tu mano. Él la extendió, y su mano fue restaurada sana como la otra.
14 Pero saliendo los fariseos, tomaron consejo contra él, cómo destruirlo.
15 Como Jesús lo supo, se apartó de allí. Lo siguió mucha gente, y a todos los sanó.
16 Y les mandó rigurosamente que no lo dieran a conocer,
17 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías, que dijo:
18 He aquí mi siervo, a quien he escogido; mi amado, en quien se complace mi alma. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará juicio a las naciones.
19 No contenderá, ni dará voces; ni oirá nadie su voz en las plazas.
20 La caña cascada no quebrará, y la mecha que humea no apagará, hasta que saque a triunfo el juicio.
21 Y en su nombre las naciones pondrán su esperanza.
22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía.
23 Toda la gente estaba atónita y decía: — ¿Acaso será este el Hijo de David?
24 Pero al oírlo, los fariseos dijeron: — Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebul, el príncipe de los demonios.
25 Pero como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo: — Todo reino dividido contra sí mismo está arruinado. Y ninguna ciudad o casa dividida contra sí misma permanecerá.
26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido. ¿Cómo, pues, permanecerá en pie su reino?
27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebul, ¿por quién los echan fuera sus hijos? Por tanto, ellos serán sus jueces.
28 Pero si por el Espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios.
29 Porque, ¿cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes a menos que primero ate al hombre fuerte? Y entonces saqueará su casa.
30 El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama.
31 »Por esto les digo que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.
32 Y a cualquiera que diga palabra contra el Hijo del Hombre le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado ni en este mundo ni en el venidero.
33 »O hagan bueno el árbol y bueno su fruto, o hagan malo el árbol y malo su fruto; porque el árbol es conocido por su fruto.
34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podrán ustedes, siendo malos, hablar cosas buenas? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
35 El hombre bueno del buen tesoro saca cosas buenas, y el hombre malo del mal tesoro saca cosas malas.
36 Pero yo les digo que en el día del juicio los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hablen.
37 Porque por tus palabras serás justificado y por tus palabras serás condenado.
38 Entonces le respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: — Maestro, deseamos ver de ti una señal.
39 Él respondió y les dijo: — Una generación malvada y adúltera demanda señal, pero no le será dada ninguna señal, sino la señal del profeta Jonás.
40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.
41 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos se arrepintieron ante la proclamación de Jonás. ¡Y he aquí uno mayor que Jonás está en este lugar!
42 La reina del Sur se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón. ¡Y he aquí uno mayor que Salomón está en este lugar!
43 »Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y no lo encuentra.
44 Entonces dice: “Volveré a mi casa de donde salí”. Cuando regresa, la halla desocupada, barrida y adornada.
45 Entonces va y trae consigo otros siete espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser peor que el primero. Así también sucederá a esta perversa generación.
46 Mientras todavía hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, buscando hablar con él.
47 Y alguien le dijo: — Mira, tu madre y tus hermanos están afuera, buscando hablar contigo.
48 Pero Jesús respondió al que hablaba con él y le dijo: — ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?
49 Entonces extendió su mano hacia sus discípulos y dijo: — ¡He aquí mi madre y mis hermanos!
50 Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.
LOS DISCIPULOS DE JESUS ARRANCAN ESPIGAS EN EL DIA SABADO. (Pasajes paralelos, Marco 2:23; Lucas 6:1). La época del año cuando esto sucedió, se determina por el hecho mismo. Las espigas maduras se hallan en el campo sólo inmediatamente antes de la cosecha. Parece que aquí se trata de la cosecha de la cebada que se efectúa a fines de marzo o a principios de abril. Esta fecha coincide con la época de la Pascua, así como la cosecha de trigo coincide con la fecha de Pentecostés. Pero en Lucas (Lucas 6:1) tenemos una indicación del tiempo más definida, si pudiéramos estar seguros del sentido del término peculiar que emplea para expresarla. “Aconteció en un sábado segundo del primero”, o un primer segundo, que es la traducción literal. De las varias conjecturas de lo que esta palabra quiere decir, la de Scaliger es la más aprobada, y, como creemos nosotros, la más libre de dificultades; es decir: “el primer sábado después del segundo día de la Pascua”; esto es, el primero de siete sábados, que había de contarse desde el día segundo de la Pascua, que era también un sábado, hasta la próxima fiesta de Pentecostés (Levítico 23:15; Deuteronomio 16:9). En este caso, el día señalado por el evangelista es el primero de estos siete sábados que intervienen entre la Pascua y Pentecostés. Y si tenemos razón en considerar la “fiesta” mencionada en Juan 5:1 como la Pascua, y por consiguiente, la segunda en el ministerio público de nuestro Señor (véase el comentario sobre aquel pasaje), este acto de arrancar espigas habría ocurrido inmediatamente después de la escena y el discurso relatados en Juan cap. 5, lo que, sin duda, aconsejó a nuestro Señor a apresurar su partida para el norte, a fin de eludir la ira que él había provocado entre los fariseos en Jerusalén. Aquí, por consiguiente, lo hallamos en el campo, probablemente en camino hacia Galilea.
1. En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en sábado; y sus discípulos tenían hambre—No como el hambre que uno siente antes del tiempo acostumbrado para comer; sino evidentemente el hambre ocasionada por la escasez de provisiones: porque Jesús defiende este acto de arrancar las espigas y de comerlas explicando que lo hacían por necesidad. y comenzaron a coger espigas, y a comer—“restregándolas en las manos” (Lucas 6:1).
2. Y viéndolo los Fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado—El acto mismo era expresamente permitido (Deuteronomio 23:25); pero sien do “trabajo servil”, el cual era prohibido en el día sábado, era considerado pecaminoso.
3. Y él les dijo: ¿No habéis leído—o, como en Marco 2:25 : “¿Nunca leísteis?”—qué hizo David [1 Samuel 21:1], teniendo él hambre y los que con él estaban: 4. Cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no le era lícito comer, ni a los que estaban con él, sino a solos los sacerdotes?—Ningún ejemplo podría ser más oportuno que éste. El hombre “que anduvo en pos de Dios con todo su corazón” y de quien los judíos siempre se jactaban, cuando por servir a Dios sufría y por escasez de provisiones, pidió y consiguió de parte del sumo sacerdote lo que según la ley era ilegal que tocara todo hombre con excepción de los sacerdotes. Marcos (1 Samuel 2:26) dice que esto sucedió “en días de Abiathar el sumo sacerdote”. Pero esto no significa que haya acontecido durante el sumo sacerdocio de él, sino simplemente en el tiempo de Abiathar, ya que esto tuvo lugar durante el sacerdocio de Ahimelec. Abiathar siguió inmediatamente a Ahimelec, y su relación con David y su prominencia durante el reinado de éste, podrá explicar por qué su nombre, y no el de su padre, se introduce aquí. Sin embargo, no existe poca confusión cuando se hace referencia a estos sacerdotes en diferentes partes del Antiguo Testamento. Abiathar se le llama hijo así como padre de Ahimelec (1 Samuel 22:20; 2 Samuel 8:17); y a Ahimelec se le llama Aquías (1 Samuel 14:3) y Abimelec (1 Crónicas 18:16).
5, 6. O ¿no habéis leído en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes profanan el sábado, y son sin culpa?—Las ofrendas dobles exigidas en el día sabático (Números 28:9) no podrían ser presentadas, y el pan de la proposición, que debía estar recién horneado (Levítico 24:5; 1 Crónicas 9:32), no podría ser preparado y presentado en la mañana de cada sábado sin bastante trabajo servil de parte de los sacerdotes; esto, sin mencionar la circuncisión, que, cuando el octavo día de una criatura caía en sábado, tenía que ser practicada por los sacerdotes en aquel día. (Véase el comentario sobre Juan 7:22).
6. Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí—o más bien, según la lección mejor apoyada, “algo mayor” que el sábado. El argumento queda pues así: “Las reglas ordinarias para la observancia del sábado ceden ante los requisitos del servicio del templo; pero hay aquí derechos ante los cuales el mismo templo tiene que ceder lugar. Así, indirectamente, pero con determinación, el Señor establece sus propios derechos para ser considerados sobre esta cuestión, derechos que luego serán presentados en forma más terminante.
7. Mas si supieseis qué es: Misericordia quiero y no sacrificio—(Oseas 6:6; Miqueas 6:6, etc). Véase el comentario sobre el cap. 9:13. no condenaríais a los inocentes—es decir: “Si hubierais comprendido el gran principio en toda religión, el cual reconocido siempre por las Escrituras de que las observancias ceremoniales tienen que ceder ante los deberes morales, y especialmente ante las necesidades de la naturaleza, os habríais guardado de estas quejas capciosas contra hombres que en este caso son inocentes”. Pero el Señor agrega una aplicación definida de este gran principio con respecto a la ley del sábado, conservada sólo en Marcos: “El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado” (Marco 2:27). ¡Una máxima gloriosa y de largo alcance, tanto para el establecimiento permanente del sábado como para la libertad verdadera en su observancia!
8. Porque Señor es del sábado el Hijo del hombre—¿En qué sentido, pues, es el Hijo del hombre Señor del día sabático? Seguramente no para abolirlo, pues éste sería un extraño señorío, especialmente después de haber dicho que fué instituído para el hombre, sino para poseerlo, interpretarlo, presidir sobre él y ennoblecerlo, combinándolo con el “Día del Señor” (Apocalipsis 1:10), respirando en él un aire de libertad y amor necesariamente desconocido antes, y haciéndolo así la semejanza más perfecta del descanso eterno.
9-21. LA CURACION DE UNA MANO SECA EN SABADO—EL RETIRO DE JESUS PARA EVITAR EL PELIGRO. (Pasajes paralelos, Marco 3:1; Lucas 6:6). La Curación de una Mano Seca (v. 9-14).
9. Y partiéndose de allí—“en otro sábado” (Lucas 6:6)—vino a la sinagoga de ellos—“y enseñaba”. Ya había llegado, sin duda, a Galilea; pero, según parece, esto no sucedió en Capernaum, porque después del incidente “se partió a la mar” (Marco 3:7), mientras que Capernaum estaba al lado mismo del mar.
10. Y he aquí había allí uno que tenía una mano seca—inválida por la parálisis (como en 1 Reyes 13:4). Fué su mano derecha, según observa Lucas. y le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito curar en sábado? por acusarle—Marcos y Lucas dicen que “le asechaban si en sábado le sanaría”. Sus enemigos ahora habían llegado al extremo de seguir los pasos de Jesús, para juntar elementos que lo acusaran de impiedad. Es probable que el discurso que sigue, fuera dirigido a los pensamientos de ellos más bien que a sus palabras.
11. Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante? 12. Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja?—¡Irresistible exhortación! “El justo atiende a la vida de su bestia” (Proverbios 12:10), e instintivamente la salvaría de la muerte o del sufrimiento en el día sábado; ¡cuánto más lo haría con su prójimo! Pero el razonamiento, tal como se presenta en los otros dos Evangelios, es especialmente llamativo: “Mas él sabía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca; Levántate, y ponte en medio. Y él levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dice: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en sábados hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitaria?” (Lucas 6:8; Marco 3:4). Es así como Jesús los calla presentándoles esta alternativa asombrosa: “No hacer bien cuando está en nuestro poder hacerlo, es hacer mal; no salvar la vida cuando podemos hacerlo, es lo mismo que matar”. ¿Deberá pues guardarse la letra del descanso sabático a tal costo? Esta inesperads respuesta les tapó la boca. Por este gran principio ético, vemos que nuestro Señor, como hombre, se consideraba obligado. Pero aquí tenemos que consultar a Marcos, cuyos detalles gráficos hacen tan excesivamente precioso el segundo Evangelio. “Y mirándolos alrededor con enojo. condoleciéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre” (Marco 3:5). Este es uno de los muy pocos pasajes en la historia evangélica que revelan las emociones del Señor. Lo santo que fué este “enojo”, se manifiesta en la “condolencia” mezclada con el enojo por la “ceguedad de sus corazones”.
13. Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió—Al dar esta orden, Jesús imparte al mismo tiempo el poder para obedecer. y fué restituída sana como la otra—Este pobre hombre, cuya fe en este maravilloso Médico fué indudablemente fortalecida al ser obrado este milagro, menospreció a los fariseos orgullosos y perversos, y en esta forma los avergonzó admirablemente.
14. Y salidos los Fariseos, consultaron contra él para destruirle—Esta es la primera mención explícita de sus proyectos homicidas contra nuestro Señor. Lucas (Marco 6:11) dice: “Y ellos se llenaron de rabia; y hablaban los unos a los otros qué harían a Jesús”. Pero su duda no consistía en sí deberían destruirlo, sino en cómo podrían hacerlo. Marcos (Marco 3:6), como de costumbre, es más definido: “Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos contra él, para matarle”. Estos herodianos eran los defensores de la dinastía de Herodes, creada por César, un partido político más bien que religioso. Los fariseos los consideraban como infieles a su religión y a la patria. Pero aquí los vemos combinando fuerzas contra Cristo como contra un enemigo común. Así también en una ocasión subsiguiente, cap. 22:15, 16.
Jesús se Retira para Evitar el Peligro (v. 15-21).
15. Mas sabiéndolo Jesús, se apartó de allí—nuestro evangelista no dice a dónde; pero Marcos (3:7) dice que fué “a la mar”, a alguna distancia, sin duda, del escenario del milagro, la furia y la confabulación ya relatadas. y le siguieron muchas gentes, y sanaba a todos—Marcos da los siguientes detalles interesantes: “y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea, y de Jerusalem y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a él. Y dijo a sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa del gentío, para que no le oprimiesen. Porque había sanado a muchos; de manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, por tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Mas él les reñía mucho que no le manifestasen” (Marco 3:7). ¡Cuán glorioso este homenaje espontáneo al Hijo de Dios! Pero así como no era éste el tiempo propicio, así tampoco eran ellos los predicadores idóneos, como dice Béngel. (Véase el comentario sobre Marco 1:25, y compárese con Santiago 2:19). Pero volviendo ahora a nuestro evangelista, después de decir “y sanaba a todos”, continúa:
16. Y él les encargaba eficazmente—a los sanados—que no le descubriesen—(Véase Nota, cap. 8:4).
17. Para que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que dijo [Isaías 42:1]:
18. He aquí mi siervo, al cual he escogido; mi Amado, en el cual se agrada mi alma: pondré mi Espíritu sobre él, y a los Gentiles anunciará juicio. 19. No contenderá, ni voceará; ni nadie oirá en las calles su voz. 20. La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio—“la verdad”. dice el original hebreo, como también la versión de los Setenta. Pero nuestro evangelista aquí echa mano sólo del espíritu de la predicción y no de la letra. La grandeza y perfección de las victorias del Mesías, no serán, según parece, más maravillosas que el silencio y la modestia con los cuales se lograrían las victorias. Y mientras que un toque brusco rompería la caña cascada y apagaría el pábilo humeante, el toque de él será de una ternura y un amor incomparables, potente para levantar a los humildes, fortalecer las manos débiles, afirmar las rodillas flojas, consolar a todos los que lloran, para decir a los corazones temerosos: Sed fuertes, no temáis.
21. Y en su nombre esperarán los Gentiles—Parte de su congregación en aquella época, eran gentiles de Tiro y Sidón, primicias de la gran cosecha gentílica prevista en la profecía.
22-37. LA CURACION DE UN CIEGO Y MUDO, Y LA CONTESTACION DE JESUS A LA EXPLICACION MALICIOSA DADA AL MILAGRO. (Pasajes paralelos, Marco 3:20; Lucas 11:14). La fecha exacta de los acontecimientos que abarcan esta sección es poco segura. A juzgar por las palabras con las cuales Marcos introduce esta sección, diríamos que esto aconteció cuando la popularidad de nuestro Señor estaba por llegar a su punto culminante, es decir, antes del milagro de dar de comer a los cinco mil. Pero, por otra parte, el estado avanzado de las acusaciones presentadas contra nuestro Señor, y lo claro de sus advertencias y denunciaciones en su contestación, parecen favorecer el período posterior cuando Lucas narra estos acontecimientos. “Y agolpóse”, dice Marcos (Lucas 3:20), “de nuevo la gente”, refiriéndose a la inmensa asamblea que él había mencionado antes (cap. 2:2), “de modo que ellos ni aun podían comer pan. Y como lo oyeron los suyos”, o sus parientes, según parece por el v. 31 (Véase Nota, cap. 12:46), “vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí”. Compárese 2 Corintios 5:13, “Porque si loqueamos, es para Dios”.
22. Entonces fué traído a él un endemoniado, ciego y mudo, y le sanó; de tal manera, que el ciego y mudo hablaba y veía. 23. Y todas las gentes estaban atónitas, y decían: ¿Será éste aquel Hijo de David?—Como las preguntas expresadas en esta forma (en griego) suponen una duda, y esperan más bien una respuesta negativa, el sentido de esta pregunta sería: “¿Será posible que éste sea aquel Hijo de David?” En esta forma las gentes expresaban su impresión secreta de que éste tenía que ser él; pero se salvaban de la ira de los eclesiásticos, de la cual serían víctimas si hicieran una afirmación directa. (Véase el comentario sobre una pregunta parecida en Juan 4:29; y sobre la frase “Hijo de David”, Véase Nota, cap. 9:27).
24. Mas los Fariseos, oyéndolo—Marcos (3:22) dice: “Los escribas que habían venido de Jerusalem”. Se trataba de un grupo hostil de eclesiásticos, que habían recorrido todo el trayecto desde Jerusalén para recoger elementos de acusación contra él. (Véase el comentario sobre el v. 14). decían: Este—expresión de desprecio—no echa fuera los demonios, sino por Beelzebub—más bien, “Beelzebul” (véase el comentario sobre el cap. 10:25)—príncipe de los demonios—Dos cosas aquí se dan a entender: primero, que los enemigos más acérrimos de nuestro Señor no podían negar la realidad de sus milagros; y luego, que ellos creían en un reino infernal organizado del mal, bajo un jefe. Esta creencia de ellos sería de poca consecuencia, si nuestro Señor no le hubiera puesto su sello; pero esto es lo que él hace inmediatamente. Atormentados por el sencillo testimonio de “todas las gentes”, ellos no tenían otra manera de hacerle frente a Jesús sino por el recurso desesperado de atribuír sus milagros a Satanás.
25. Y Jesús, como sabía los pensamientos de ellos—Marcos (3:23), “habiéndolos llamado”—les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá; 26. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?—El argumento aquí es irresistible. “Ninguna sociedad organizada, sea reino, sea ciudad, sea familia, puede quedar firme, cuando se divide contra sí misma; semejante guerra interna acabaría con dicha sociedad; pero las obras que yo hago, son destructivas del reino de Satanás, por tanto, que esté yo en liga con Satanás, es increíble y absurdo”.
27. Y si yo por Beelzebub echo fuera los demonios, ¿vuestros hijos por quién los echan?—El término “vuestros hijos”, se refiere a “los discípulos” de los fariseos, así llamados según el lenguaje familiar del Antiguo Testamento al hablar de los hijos de los profetas (1 Reyes 20:35; 2 Reyes 2:3, etc). Parece que nuestro Señor aquí reconoce que tales obras eran efectuadas por ellos; y en este caso los fariseos se condenan a sí mismos, como se expresa en Lucas (2 Reyes 11:19): “Por tanto, ellos serán vuestros jueces”.
28. Y si por espíritu de Dios yo echo fuera los demonios—En Lucas (2 Reyes 11:20) se dice: “por el dedo de Dios”. Esta expresión no es más que una manera figurativa de representar el poder de Dios, mientras que la expresión usada en Mateo da a entender que el Señor Jesús hizo uso del agente personal vivo en todo el ejercicio de aquel poder. ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios—más bien “sobre vosotros”, debe traducirse la misma expresión en Lucas 11:20, lo que quiere decir: “Si esta expulsión de Satanás no es ni puede ser efectuada por ningún otro más que por el Espíritu de Dios, entonces el Destructor de él ya está entre vosotros, y aquel reino que ha de reemplazar el reino de Satanás ya está levantándose sobre sus ruinas.
29. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del valiente, y saquear sus alhajas, si primero no prendiere al valiente? y entonces saqueará su casa. 30. El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, derrama—Sobre esta parábola importante, junto con la correspondiente, v. 43-45, véase el comentario sobre Lucas 11:21.
31. Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres—La palabra “blasfemia” propiamente quiere decir “detracción” o “calumnia”. En el Nuevo Testamento, así como en este pasaje, se refiere a la vituperación dirigida contra Dios y contra los hombres; y en este sentido ha de entenderse como una forma agravada de pecado. “Bien”, dice nuestro Señor, “todo pecado, sea en sus formas ordinarias o en las más agravadas, hallará perdón de parte de Dios”. En Marcos (Lucas 3:28) el lenguaje es aun más fuerte: “De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren”. No hay pecado alguno, según parece, del cual se pueda decir: “Ese no es un pecado perdonable”. Esta gloriosa seguridad no es limitada por lo que sigue; sino, por lo contrario, lo que sigue está explicado por dicha verdad. mas la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada a los hombres. 32. Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado; mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero—En Marcos el lenguaje es terriblemente fuerte: “no tiene jamás perdón, mas está expuesto a eterno juicio”, o más bien, según lo que parece ser la lección preferible, aunque muy extraña: “en peligro de culpa eterna”, una culpa bajo la cual quedará para siempre. Marcos tiene añadidura importante: “Porque decían: Tiene espíritu inmundo” (v. 30). (Véase el comentario sobre el cap. 10:25). ¿En qué consiste, pues, este pecado contra el Espíritu Santo, el pecado imperdonable? Una cosa está clara: Lo imperdonable de él no puede provenir de la naturaleza del pecado mismo; puesto esto sería una contradicción evidente a la declaración enfática del ver. 31, que dice que toda manera de pecado es perdonable. Y ¿no es ésta la verdad fundamental del evangelio? (Véase Hechos 13:38; Romanos 3:22, Romanos 3:24; 1 Juan 1:7, Joel 1:7, y sig.) Entonces, cuando se dice que hablar contra el Hijo del hombre o blasfemar de él es perdonable, pero blasfemar contra el Espíritu Santo no es perdonable (v. 32), no ha de concebirse que esto resulte de alguna santidad mayor de la una Persona sobre la otra. Estas observaciones limitan la cuestión de tal manera que el verdadero sentido de las palabras de nuestro Señor parece revelarse en seguida. Calumniar al “Hijo del hombre” en su condición velada y obra sin terminar, lo que podría hacerse “con ignorancia, en incredulidad” (1 Timoteo 1:13), y calumniar a la misma Persona bendita después del haber contemplado el resplandor de gloria con el cual el Espíritu Santo pronto había de envolver sus títulos, son dos casos muy distintos. Esto último sería calumniarlo con los ojos abiertos, o hacerlo “con contumacia”. Blasfemar contra Cristo en su condición anterior—cuando aun los apóstoles tropezaban en muchas cosas—los dejaba con la mente abierta para convencerse cuando viniera una luz más completa; pero blasfemar contra él en una luz más clara, y resueltamente excluir esta luz, naturalmente hace imposible la salvación. (Véase el comentario sobre Hebreos 10:26). Los fariseos todavía no habían hecho esto último; pero al acusar a Jesús de estar en liga con el infierno, ellos estaban manifestando de antemano una decisión maligna de cerrar sus ojos ante toda evidencia, estaban acercándose al pecado imperdonable, y en espíritu lo estaban cometiendo.
33. O haced el árbol bueno, etc. 34. Generación de víboras [véase el comentario sobre el cap. 3:7] ¿cómo podéis hablar bien, siendo malos? porque de la abundancia del corazón habla la boca—un principio bien obvio, pero de significado muy profundo y de amplia aplicación. En Lucas 6:45, hallamos este dicho como parte del discurso pronunciado después de la elección de los apóstoles.
35. El hombre bueno del buen tesoro del corazón saca buenas cosas: el hombre malo del mal tesoro saca malas cosas—La palabra “saca” indica la espontaneidad con que las cosas buenas o malas salen del corazón; porque la boca habla de la abundancia del corazón. Tenemos aquí una aplicación nueva de un dicho anterior (véase el comentario sobre el cap. 7:16-20). El significado de la expresión es: “Que no hay sino dos reinos, dos intereses, dos partidos, y las obras propias de cada uno; si yo pertenezco a uno, no puedo pertenecer al otro; pero aquellos que se colocan en oposición voluntaria al reino de la luz, proclaman abiertamente a qué reino pertenecen. En cuanto a vosotros, con lo que acabáis de decir, no habéis revelado sino la malignidad venenosa de “vuestros corazones”.
36. Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio—Ellos podrían decir: “No hicimos nada; no pensábamos hacer mal ninguno; solamente expresamos una suposición, en cuanto al origen de los milagros que presenciamos; si no fué correcta, ¿para qué hacer tanto caso de ella, y combatirla con tanta severidad?” Pero la contestación de Jesús: “Sí fué algo; y en el gran día se juzgará como tal: Las palabras, como que el indicio del corazón, por ociosas que parezcan, serán tomadas en cuenta, sean buenas o sean malas, para estimar el carácter de las personas en el día del juicio.”
38-50. SE PIDE UNA SEÑAL A JESUS, Y LA CONTESTACION A DICHA DEMANDA—SU MADRE Y SUS HERMANOS BUSCAN A JESUS PARA HABLAR CON EL, Y LA RESPUESTA DE JESUS. (Pasajes paralelos, Lucas 11:16, Lucas 11:24; Marco 3:31; Lucas 8:19). Se Pide una Señal a Jesús, y la Contestación a Dicha Demanda (v. 38-45). La ocasión en que acontecieron los hechos narrados en esta sección, fué evidentemente la misma del pasaje anterior.
38. Entonces respondieron algunos de los escribas y de los Fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal—El término “Maestro” equivale a decir “Rabbí”: título que se usaba en señal de respeto. Lucas (Lucas 11:16) dice que “pedían de él señal del cielo”, es decir, alguna señal de naturaleza inmediata y decisiva, para mostrar, no que sus milagros fuesen reales, ya que esto estaban ellos dispuestos a reconocer, sino que sus milagros provenían de arriba y no de abajo, o sea del infierno. Este grupo no era el mismo que le acusaba de estar en alianza con Satanás (como vemos por Lucas 11:15); mas como el espíritu de ambos era semejante, continúa el tono de severa reprimenda.
39. Y él respondió, y les dijo—Lucas (Lucas 11:29) dice: “Y juntándose las gentes a él comenzó a decir”. La generación mala y adulterina—Esta última palabra se explica mejor en Jeremias 3:20 : “Mas como la esposa quiebra la fe de su compañero, así prevaricasteis contra mi, oh casa de Israel, dice Jehová”. Porque ésta era la relación que Dios sostenía con el pueblo del pacto: “Porque yo soy vuestro esposo” (Jeremias 3:14). demanda señal—A los ojos de Jesús, esta clase de hombres no eran sino los representantes de aquella generación, los exponentes del reinante espíritu de incredulidad. mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta. 40. Porque como estuvo Jonás—En Lucas (Jeremias 11:30) encontramos: “Porque como Jonás fué señal a los ninivitas, así también será el Hijo del hombre a esta generación” en el vientre de la ballena (Jonás 1:17), tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches—Este fué el segundo anuncio público de su resurrección que acontecería tres días después de su muerte. (Con respecto al primero, véase Juan 2:19). El caso de Jonás fué análogo a éste, por ser un juicio señalado por Dios, revocado en tres días, y seguido por una misión gloriosa a los gentiles. La expresión “en el corazón de la tierra”, sugerida por la expresión acerca de Jonás con respecto al mar, (Jonás 2:3, en la versión de los Setenta), quiere decir simplemente el sepulcro, pero se considera como una descripción más enfática del entierro real y total. El período en que él había de estar en el sepulcro se expresa aquí en números completos, ya que la costumbre judía era el considerar cualquier parte de un día, por pequeña que fuera y si ésta era incluída dentro de cierto numero de días, como un día entero. (Véase 1 Samuel 30:12; Ester 4:16; Ester 5:1; cap. 27:63, 64, etc.).
41. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, etc.—Los ninivitas, aunque eran paganos, se arrepintieron por la predicación de un hombre; mientras que ellos, que pertenecían al pueblo elegido por Dios, no se arrepintieron a la predicación del Hijo de Dios, cuya dignidad suprema, aunque no se había revelado abiertamente, sí se daba a entender.
42. La reina del Austro se levantará en el juicio con esta generación, etc.—El término “Austro” se refiere a una región de Arabia llamada Seba, ubicada cerca de las orillas del mar Muerto. La reina de Seba vino de un país remoto, al sur de Judea, a oír la sabiduría de un mero hombre, aunque sí era un hombre de talento, y se maravilló de lo que vió y oyó (1 Reyes 10:1). Pero cuando a ellos vino uno mayor que Salomón, le despreciaron y rechazaron, le desdeñaron y calumniaron.
43-45. Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, etc.—Sobre esta parábola importante en conexión con la otra que le corresponde (v. 29), véase el comentario sobre Lucas 11:21. Un pequeño incidente encantador, dado sólo por Lucas (Lucas 11:27), parece tener aquí su lugar propio: “Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de la compañía, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste”. Con este sentimiento propio de una mujer, ella expresa su envidia hacia la madre de aquel maestro tan maravilloso. Y un personaje mejor y superior a ella, había dicho otro tanto en una fecha anterior (véase el comentario sobre Lucas 1:28). ¿Cómo reacciona Jesús ante este incidente? El está lejos de condenarlo; pero en vez de alabarlo, ensalza otra clase de personas como “más bienaventuradas”: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” en otras palabras, los verdaderos santos que son los más humildes delante de Dios. ¡Qué completamente distinto es este sentimiento de la ensefianza de la Iglesia de Roma, la que sin duda excomulgaría a cualquiera de sus miembros que se atreviera a hablar de tal manera.
Su Madre y sus Hermanos Buscan a Jesús para Hablar con El, y la Respuesta de Jesús. (v. 46-50).
46. Y estando él aún hablando a las gentes. he aquí su madre y sus hermanos—(Véase el comentario sobre el cap. 13:55, 56) estaban fuera, que le querían hablar—“y no podían llegar a él por causa de la multitud” (Lucas 8:19). El propósito de su venida lo conocemos por Marco 3:20. En su celo y ardor, él parecía indiferente tanto a la comida como al descanso, y “los suyos vinieron para prenderle”, como a uno “fuera de sí”. Marcos dice gráficamente: “agolpóse de nuevo la gente” alrededor de él.
47. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están fuera, que te quieren hablar, etc.—Absorto en las terribles advertencias que él estaba dispensando a la gente, esto le parecía una interrupción inoportuna, capaz de disipar la impresión hecha entre los numerosos oyentes, una interrupción tal, que su deber a los parientes más cercanos no le obligaba admitir. Pero en lugar de hacer una reprensión más severa, aprovecha el incidente para impartir una lección sublime, expresada en un estilo de condescendencia inimitable.
49. Y extendiendo su mano hacia sus discípulos—¡Qué descripción tan gráfica! Es el lenguaje evidentemente usado por un testigo ocular—dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50. Porque todo aquel que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre—es decir: “Aquí están los miembros de una familia que trasciende y sobrevive a esta familia terrenal: La sumisión filial a la voluntad de mi Padre que está en los cielos. es el vínculo indisoluble de unión entre mí y todos sus miembros; y quienquiera que entre a este círculo santo, viene a ser para mí, hermano, hermana y madre.”