Mateo 4:1-25
1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2 Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3 El tentador se acercó y le dijo: — Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Pero él respondió y dijo: — Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
5 Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso de pie sobre el pináculo del templo,
6 y le dijo: — Si eres Hijo de Dios, échate abajo, porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te llevarán, de modo que nunca tropieces con tu pie en piedra.
7 Jesús le dijo: — Además está escrito: No pondrás a prueba al Señor tu Dios.
8 Otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria.
9 Y le dijo: — Todo esto te daré, si postrado me adoras.
10 Entonces Jesús le dijo: — Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás.
11 Entonces el diablo lo dejó y, he aquí, los ángeles vinieron y le servían.
12 Y cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado, regresó a Galilea.
13 Y, habiendo dejado Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad junto al mar en la región de Zabulón y Neftalí,
14 para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías, diciendo:
15 Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
16 El pueblo que moraba en tinieblas vio una gran luz. A los que moraban en región y sombra de muerte, la luz les amaneció.
17 Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: “¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado!”.
18 Mientras andaba junto al mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, que es llamado Pedro, y a su hermano Andrés. Estaban echando la red en el mar, porque eran pescadores.
19 Y les dijo: “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres”.
20 Y de inmediato ellos dejaron sus redes y lo siguieron.
21 Y pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, arreglando sus redes. Los llamó,
22 y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
23 Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
24 Su fama corrió por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían males: los que padecían diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, los lunáticos y los paralíticos. Y él los sanó.
25 Le siguieron grandes multitudes de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán.
LA TENTACION DE CRISTO. (Pasajes paralelos, Marco 1:12; Lucas 4:1).
1. Entonces—una nota indefinida de secuencia. Pero las palabras de Marcos (Lucas 1:12) asientan lo que habríamos naturalmente presumido que fuese el significado, es decir, que lo que sigue aconteció “inmediatamente” después de su bautismo; y con esto está de acuerdo la afirmación de Lucas (Lucas 4:1). Jesús fué llevado—es decir, del profundo valle del Jordán a un lugar más elevado. del Espíritu—ese bendito Espíritu del cual se acababa de hablar como habiendo descendido y reposado sobre él en su bautismo. Lucas relacionando las dos escenas como si la una fuese secuela de la otra, dice: “Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fué llevado”, etc. La expresión de Marcos tiene una sorprendente vivacidad: “Y luego el Espíritu le impele”, lo apresura, lo empuja. (Véase la misma palabra en Marco 1:43; Marco 5:40; Mateo 9:25; Mateo 13:52; Juan 10:4). El pensamiento aquí expresado con tanta fuerza, es el poderoso impulso del Espíritu que lo constreñía y bajo el cual él fué; mientras que la expresión más suave de Mateo, “fué llevado”, da a entender cuán verdaderamente voluntaria fué esta acción de su parte. al desierto—probablemente el agreste desierto de Judea. El sitio preciso que señala la tradición, se ha llamado por esto Quarantana, o Quarantaria, a causa de los cuarenta días. Se trata de una pared de roca casi perpendicular, de unos 400 a 500 metros de elevación sobre la llanura. (según Robinson en su libro Palestine). La suposición de aquellos que se inclinan a creer que la tentación de Jesús tuvo lugar entre los montes de Moab, es, según pensamos, muy improbable. para ser tentado—La palabra griega peirázein significa simplemente probar, o poner a prueba; y cuando se refiere a Dios en su trato con los hombres, significa esto y no otra cosa. Así en Génesis 22:1 : “Y aconteció después de estas cosas, que tentó Dios a Abraham”, o sometió su fe a una prueba severa. (Véase Deuteronomio 8:2). Pero la mayor parte de las veces en las Escrituras, la palabra se usa en un sentido que implica maldad, y quiere decir “inducir, solicitar o provocar al pecado.” De ahí el nombre que aquí se da al maligno, “el tentador” (v. 3). De modo que la expresión “para ser tentado”, en este caso, debe entenderse de ambas maneras. El Espíritu lo condujo al desierto simplemente para probar su fe; pero como el agente en esta prueba iba a ser el maligno, cuyo solo propósito habría de ser el de seducirlo para apartarlo de su fidelidad a Dios, era una tentación en el sentido malo de la palabra. La indigna inferencia que algunos tratan de sacar de esta expresión es rechazada enérgicamente por uno de los apóstoles (Santiago 1:13). del diablo—La palabra quiere decir calumniador, uno que lanza acusaciones en contra de otro. De aquí que se le dé también este otro nombre (Apocalipsis 12:10): “El acusador de nuestros hermanos, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”. Marcos (Apocalipsis 1:13) dice: “era tentado de Satanás”, palabra que significa adversario, uno que está en acecho, o predispuesto en contra de otro. Estos y otros nombres dados al mismo espíritu caído, señalan diferentes aspectos y funciones de su carácter. ¿Qué era el alto propósito de todo esto? En primer lugar, pensamos que tenía como fin que el Señor gustase un poco de lo que le esperaba en su obra que habría de llevar a cabo; luego, creemos también que tenía por objeto probar el glorioso equipo que para eso acababa de recibir; además el Espíritu quería animarlo por medio de la victoria que iba a ganar, para que siguiera adelante venciendo a principados y potestades, hasta que al fin los expusiese a escarnio público, triunfando sobre ellos en su cruz así también para que el tentador pudiese gustar desde el principio, la nueva clase de material que se hallaba dentro del hombre, con el cual tendría que enfrentarse; finalmente, para que él pudiera adquirir capacidad, mediante la experiencia, “para socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2:18). La tentación evidentemente abarcó dos etapas; la una que continuó durante los cuarenta días del ayuno; la otra, que aconteció al fin de este período. PRIMERA ETAPA:
2. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches—Lucas dice: “los cuales pasados”. después tuvo hambre—dando evidentemente a entender que durante los cuarenta días no tuvo sensación de hambre, y sólo la sintió al final, Así ocurrió aparentemente con Moisés (Éxodo 34:28) y con Elías (1 Reyes 19:8), quienes ayunaron por igual número de días. Un poder sobrenatural le fué impartido al cuerpo, pero operó probablemente a través de una ley natural: la absorción del Espíritu del Redentor en el terrible conflicto con el tentador (Véase Nota, Hechos 9:9). Si tuviésemos sólo este Evangelio de Mateo, supondríamos que la tentación comenzó después de los cuarenta días. Pero, basados en lo que Marcos dice: “estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás”, y en lo que Lucas dice: “Fué llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado del diablo”, creemos, sin lugar a duda, que Jesús fué tentado durante cuarenta días, antes de que ocurrieran las tres tentaciones mencionadas específicamente después. Y esto es lo que llamamos la Primera Etapa. Cuál haya sido la naturaleza y el objeto de los cuarenta días de tentación, no se menciona en la Escritura; pero dos puntos aparecen bastante claros: Primero, el tentador había fracasado completamente en su objetivo; de otro modo no lo habría renovado. Esto está sobreentendido por los términos con los cuales comienza el segundo ataque. Pero, además, todo el propósito del tentador durante estos cuarenta días, fué evidentemente el de conseguir que Jesús dudase del testimonio celestial que recibió en su bautismo como Hijo de Dios, y conseguir que lo mirase simplemente como una magnífica ilusión, y, en general, tratar de desarraigar de su pecho la conciencia de su filiación divina. Es fácil imaginar que los detalles de su historia previa, desde los primeros años de su vida, vinieron a su mente para sostenerlo ante la tentación. Añade apoyo a este punto de vista con respecto a la tentación de cuarenta días, el hecho de que se ignoran los detalles de la misma, debido a que es muy difícil imaginarnos cómo se podrían haber escrito éstos cuando se trató de una lucha interna. Si nuestra opinión es correcta, con cuánta naturalidad se inicia la SEGUNDA ETAPA de la tentación. En el breve relato de Marcos, acerca de la tentación, hay un detalle expresivo que no dan ni Mateo ni Lucas. Nos referimos a: “estaba con las fieras”, sin duda para añadir terror a la soledad y agravar el horror de la escena.
3. Y llegándose a él el tentador—Evidentemente tenemos aquí una nueva escena. dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan—más bien, “panes”, lo cual correspondería a “piedras” en el plural; mientras que Lucas, habiendo dicho: “di a esta piedra”, en el singular, añade: “que se haga pan”, también en el singular. La sensación de hambre que no había sentido durante los cuarenta días, al parecer se presentó ahora con toda su fuerza, sin duda para abrirle una puerta al tentador, quien no fué lento en aprovecharla, y habló a Jesús posiblemente en estos términos: “Todavía te aferras tú a esa vana confianza de que eres el Hijo de Dios, Ilevado por esas escenas ilusorias del Jordán. Tú naciste en un establo, ¡pero eres el Hijo de Dios! Fuiste Ilevado a Egipto por temor a la ira de Herodes, ¡pero eres Hijo de Dios! El techo de un carpintero fué tu hogar, y en la obscuridad de un despreciable pueblo de Galilea pasaste treinta años y, sin embargo, ¡eres Hijo de Dios! Una voz del cielo, al parecer, te lo anunció en tus oídos en el Jordán. Que sea así; pero después de todo, seguramente tus días de obscuridad y pruebas deberían de terminar. ¿Por qué permanecer en este desierto, vagando entre las fieras y las colinas rocosas, deshonrado, desatendido, sin que nadie tenga de ti lástima, listo para morirte de hambre por carecer de lo necesario para la vida? ¿Cuadra esto con “el Hijo de Dios”? ¿Ante el mandato del “Hijo de Dios”, seguramente estas piedras se tornarán en panes, y en un instante ofrecerán una comida abundante?
4. Mas él respondiendo dijo: Escrito está [Deuteronomio 8:3]: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios—De todos los pasajes del Antiguo Testamento ninguno podría ser más adaptado que éste para el propósito del Señor. “Y acordarte has de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios—dijo Moisés a Israel al fin de su peregrinación—estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, por probarte, para saber lo que estaba en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, e hízote tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido; para hacerte saber que el hombre no vivirá de solo pan”. Esto habrá sugerido a Jesús lo siguiente: “Ahora bien, si Israel pasó no cuarenta días sino cuarenta años en un desierto, donde no existían medios de humana subsistencia, sin haber muerto de hambre; y habiendo recibido provisiones de parte de Dios, con el propósito de probar a todas las edades que el sostén del hombre depende, no del pan, sino de la firme palabra de Dios que promete y garantiza todo el cuidado providencial necesario, ¿debo yo, poniendo en duda esta palabra de Dios, y no esperando su ayuda, tomar la providencia en mis propias manos? Verdaderamente, el Hijo de Dios es capaz de convertir piedras en pan; pero lo que el Hijo de Dios puede hacer, no es el asunto que ahora nos concierne, sino lo que sea el deber del hombre, cuando necesita medios para vivir. Así como la condición de Israel en el desierto no justificó sus incrédulas murmuraciones y frecuente desesperación, tampoco la mía justificaría el ejercicio del poder del Hijo de Dios para apropiarse, en la desesperación, de una ayuda injustificable. Como hombre, pues, esperaré la ayuda divina, sin dudar de que a su debido tiempo llegará”. La segunda tentación en este Evangelio, es la tercera en el de Lucas. Que el orden de Mateo es el correcto, aparecerá en la secuela.
5. Entonces el diablo le pasa a la santa ciudad—así llamada (como en Isaías 48:2; Nehemías 11:1) por ser “la ciudad del gran Rey”, la sede del templo, la metrópoli de todo el culto judío. y le pone sobre las almenas del templo—La referencia es a un punto saliente bien conocido. Si se refiere al punto más alto del templo que relucía con clavos de oro (Josefo, Antigüedades, 5:5, 6 o si se refiere a otro pico en el pórtico real de Herodes que sobresalía sobre la hondonada del Cedrón, en el valle de Hinnom—una torre inmensa construída en el borde de este precipicio, desde cuya altura, dice Josefo, uno no podía mirar hasta el fondo (Antigüedades, 15:11, 5)—no es seguro. Esto último es probablemente el caso.
6. Y le dice: Si eres Hijo de Dios—Como esta tentación comienza con el mismo argumento que la primera, a fin de desarraigar la determinación del Señor a que no le disputasen su estado de Hijo, nos parece claro que una siguió inmediatamente a la otra; y como la tentación que sigue a ésta muestra que la esperanza de llegar a tener éxito en este punto fué abandonada, y que todo estaba basado en un desesperado azar, pensamos que dicha tentación es la última de las tres, como más claramente veremos cuando lleguemos a ella. échate abajo [“échate de aquí abajo”, Lucas 4:9); que escrito está (Salmo 91:11]—“Pero, ¿qué es lo que veo aquí?—dice el obispo Hall—¡El mismo Satanás con una Biblia bajo el brazo y un texto en la boca! Sin duda, habiendo Satanás sentido el poder de la palabra de Dios en la tentación anterior, estaba ansioso de probar el efecto de ella salida de su propia boca” (2 Corintios 11:14). A sus ángeles mandará por ti, y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra—Esta cita es precisamente la misma que se halla en el texto hebreo y en la Versión de los Setenta, con excepción de que, despues de la primera cláusula, las palabras “para guardarte en todos tus caminos”, aquí se omiten. Un considerable número de buenos expositores ha pensado que esta omisión fué intencional, para esconder el hecho de que éste no sería uno de “sus caminos”, es decir, no era uno de sus deberes. Pero como el Señor en su respuesta no hace referencia a esto, sino que se basa en el gran principio envuelto en la promesa citada, si miramos a la misma promesa, es claro que el sentido de la misma permanece, inclúyase o no la cláusula en cuestión.
7. Jesús le dijo: Escrito está además [Deuteronomio 6:16]—Significando: “En verdad, así está escrito, y en esa promesa confío implícitamente; pero, al usar este pasaje, hay otro que no debemos olvidar.” No tentarás al Señor tu Dios—Dios promete protección en el peligro: ¿debo yo entonces crear el peligro, bien sea para poner a prueba con escepticismo la prometida seguridad, o pedir inconsideradamente una manifestación de la misma? Eso sería “tentar al Señor mi Dios”, lo cual, siendo expresamente prohibido, me privaría del derecho de esperar protección.
8. Otra vez le pasa el diablo—“lo conduce”—a un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria—Lucas (Deuteronomio 4:5) añade esta importante frase: “en un momento de tiempo”, frase que, al parecer, nos ofrece la llave para la verdadera interpretación. Por ella se entiende claramente que fué mostrada una escena a la vista natural del Señor. Pero limitar esto a la extensión máxima que el ojo natural pudiera abarcar, es hacer violencia al sentido de la frase “todos los reinos del mundo”. Resta, pues, extraer de la expresión “en un momento de tiempo”, la cual manifiestamente tenía el propósito de insinuar una operación sobrenatural, la idea de que le fué permitido al tentador extender por un momento sobrenaturalmente, el alcance de la visión del Señor, y proyectar una “gloria” o brillo sobre aquella escena, lo cual no está en contradicción con la analogía de otras expresiones escriturarias con referencia a las operaciones que se le permiten al maligno. En este caso, el “monte muy alto”, desde el cual se obtuvo la visión, favorecería el efecto que se deseaba producir.
9. Y dícele: Todo esto te daré—Lucas añade “y la gloria de ellos”. Pero Mateo, habiendo dicho ya que ésta le fué mostrada, no tenía necesidad de repetirlo aquí. Lucas (Deuteronomio 4:6) añade estas otras frases importantes que omite Mateo: “porque a mí es entregada, y a quien quiero la doy”. ¿Era esto completamente falso? Si así fuera, no sería como Satanás acostumbra hacer, o sea, insinuar sus mentiras bajo la cobertura de alguna verdad. ¿Qué verdad, pues, hay aquí? Contestamos: ¿No es Satanás tres veces llamado por nuestro Señor “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31; Juan 14:30; Juan 16:11)? ¿No le llama el apóstol, “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4)? Y, además, ¿no se ha dicho que Cristo vino a destruir por su muerte “al que tiene el imperio de la muerte, es a saber, el diablo” (Hebreos 2:14)? Sin duda estos pasajes expresan solamente la sujeción voluntaria del hombre al gobierno del malo mientras vive, y su poder para circundar la muerte de ellos, cuando ésta venga, con todos los horrores de la paga del pecado. Pero ya que éste es un dominio real y terrible, la Escritura representa a los hombres como justamente vendidos a su dominio. En este sentido, Satanás afirma algo que no carece de verdad, cuando dice: “porque a mí es entregada”. ¿Pero cómo hace él entrega de esto a quien él quiere darlo? Lo hace empleando a quienes él escoge de entre sus súbditos para mantener a los hombres en su poder. En este caso su ofrecimiento al Señor fué el de una supremacía secundaria conmensurada con la suya, aunque a modo de un don suyo y para sus fines. si postrado me adorares—Esta era la única aunque monstruosa condición. Se observará que ahora no cita las Escrituras, porque no podía hallar ningún pasaje que apoyase esa pretensión blasfema. En realidad, ya ha cesado de presentar sus tentaciones bajo la máscara de la piedad, y se presenta desvergonzadamente como el rival de Dios mismo en sus pretensiones de reclamar el homenaje de los hombres. Teniendo desconfianza del éxito como ángel de luz, se despoja de todo disfraz y con un magnífico soborno solicita honores divinos. Esto muestra nuevamente que estamos al fin de las últimas tentaciones, y que el orden de Mateo es el verdadero.
10. Entonces Jesús le dice: Vete, Satanás—Ya que el tentador se ha quitado la careta y se presenta en su verdadero carácter, el Señor no lo trata como un amigo fingido y piadoso consejero, sino que lo llama por su verdadero nombre—cuyo conocimiento desde el principio, había ocultado cuidadosamente hasta ahora—y le ordena retirarse. Esta es la evidencia final y concluyente, pensamos, de que el orden de Mateo debe ser el correcto en cuanto a las tentaciones. Porque ¿quién ha de concebir que el tentador volviese al asalto después de esto, con un carácter piadoso y con la esperanza de desalojar de la conciencia del Señor el sentimiento de que era Hijo de Dios, mientras que el Señor, en tal caso, como se supone, debió haber citado las Escrituras a uno a quien él había llamado demonio en su cara, echando así sus perlas a uno que era peor que los cerdos? que escrito está—(Deuteronomio 6:13) Y así es que el Señor se separa de Satanás sobre las rocas de las Escrituras. Al Señor tu Dios adorarás—En el texto hebreo y en la Versión de los Setenta, dice: “temerás”; pero como el sentido es el mismo, “adorarás” se usa aquí para mostrar enfáticamente que lo que Satanás pretendía era precisamente lo que Dios había prohibido. y a él solo servirás—La palabra “servirás” nunca se usa en la Versión de los Setenta sino en el sentido de servicio religioso; y en este sentido se usa exclusivamente en el Nuevo Testamento, como en este caso. Asimismo, la palabra “solo”, que no está expresada en el hebreo ni en la Versión de los Setenta, se añade aquí para presentar enfáticamente el aspecto negativo y prohibitivo del mandamiento. (Véase Gálatas 3:10, donde se usa la palabra “todas” en una cita de Deuteronomio 27:26, de un modo similar suplementario.)
11. El diablo entonces le dejó—Lucas dice: “Y acabada toda tentación, el diablo se fué de él por un tiempo”. El tiempo a que se hace referencia aquí, lo menciona expresamente el Señor en Juan 14:30, y en Lucas 22:52. y he aquí los ángeles llegaron y le servían—Le proporcionaron alimento, como la misma expresión lo da a entender en Marco 1:31 y en Lucas 8:3. Lo mismo hicieron los ángeles con Elías (1 Reyes 19:5). Algunos excelentes críticos piensan que los ángeles le ofrecieron no solamente alimento, sino ánimo y sostén sobrenatural. Pero éste debió haber sido el ejecto natural, más bien que el objeto directo de la visita, que era evidentemente el que ya hemos explicado. Y después de haber rehusado el hacer uso del servicio ilegítimo de los ángeles a su favor, ¡con qué profundo gozo aceptaría sus servicios cuando eran enviados, sin que él los hubiera pedido, y al fin de las tentaciones, directamente por Aquel a quien había honrado tan gloriosamente! Esa comida sería para él verdadero “alimento de ángeles”; y al participar de ella, una voz proveniente del cielo podría haber sido oída otra vez, por cualquiera que pudiese leer la mente del Padre: “¿No había dicho bien yo, que éste era mi Hijo amado en quien tengo contentamiento?”
Vers. 12-25. JESUS COMIENZA SU MINISTERIO EN GALILEA—LLAMAMIENTO DE PEDRO Y ANDRES, DE SANTIAGO Y JUAN.—SU PRIMERA GIRA EN GALILEA. (Pasajes paralelos, Marco 1:14; Marco 1:35; Lucas 4:14). En este punto tendríamos una notable laguna en la historia, la cual, si no fuera por el cuarto Evangelio, nunca habríamos descubierto. Leyendo los primeros Evangelios habríamos sacado tres inferencias, las cuales, con la ayuda del cuarto, sabemos que son equivocadas: Primero, que el Señor esperó hasta la terminación del ministerio de Juan, cuando éste fué arrestado y preso, antes de iniciar el suyo; segundo, que hubo sólo un breve intervalo entre el bautismo del Señor y la prisión de Juan. Tercero, que el Señor no sólo inició su labor en Galilea, sino que nunca ejerció su ministerio fuera de ella, y que nunca visitó a Jerusalén, ni guardó la pascua, hasta que fué allá para ser “nuestra pascua, sacrificada por nosotros”. Sólo el cuarto Evangelio nos da la verdadera sucesión de los acontecimientos, no sólo refiriendo los importantes comienzos de la labor pública del Señor que precedieron a la prisión del Bautista, y que se extienden hasta el fin del cap. 3, sino especificando las pascuas que tuvieron lugar durante el ministerio del Señor; lo cual nos permite con mucha probabilidad de certeza, la ordenación de los acontecimientos de los primeros tres Evangelios de acuerdo con las sucesivas pascuas que ellos abarcan. Eusebio, historiador eclesiástico, que al principio del siglo cuarto dedicó mucha atención a este tema, al señalar estos aspectos de los relatos evangélicos, dice (Lucas 3:24) que Juan escribió su Evangelio a petición de los que conocían los importantes materiales que él poseía, y que cubrían lo que faltaba en los primeros tres Evangelios. No es fácil conjeturar con certeza por qué al cuarto Evangelio, habiendo sido publicado tan tarde, le fué reservado el proporcionar detalles tan importantes en la vida de Jesús. Pudiera ser que, aunque no desconocieran los hechos en general, los escritores no poseían detalles de confianza. Pero una cosa se puede afirmar con bastante certeza: que como las enseñanzas del Señor en Jerusalén eran de una profundidad y grandeza escasamente adaptodas al carácter dominante de los primeros tres Evangelios, pero en su totalidad estaban de acuerdo con el cuarto; y como la mera mención de las sucesivas pascuas, sin los relatos de las transacciones y discursos a que dieron lugar, servirían de poco en los primeros tres Evangelios, pudiera no haber habido manera de preservar la unidad y consistencia de cada Evangelio a fin de proveer por medio de todos ellos la preciosa información que de ellos recibimos, a no ser por el plan bajo el cual están en realidad formulados.
Entrada en Galilea (v. 12-17).
12. Mas oyendo Jesús que Juan era preso—como relatado en el cap. 14:3-5; Marco 6:17; Lucas 3:19, se volvió a Galilea—Como se menciona en su oportunidad en Juan 4:1.
13. Y dejando a Nazaret—La opinión general es que aquí se hace referencia a una primera visita a Nazaret después de su bautismo, cuyos detalles tenemos en Lucas cap. 4:16, sig; y que nuestro evangelista en el cap. 13:54-58 y Marcos en el cap. 6:1-6, dan los detalles de una segunda visita a Nazaret. Pero a nosotros nos parece que la suposición de dos visitas a Nazaret, después de su bautismo, está llena de dificultades casi insuperables, y sobre la base que se menciona en Lucas 4:16 y siguientes, pensamos que la única visita a Nazaret es la que se relata en Mateo cap. 13, Marco 6 y Lucas 4. ¿Pero en este caso, cómo debemos entender la expresión “dejando a Nazaret”? Contestamos que la palabra es la misma que se emplea en Hechos 21:3 : “Y como avistamos a Cipro, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria”, es decir, sin entrar en Chipre, sino solamente “avistándolo”, según la frase náutica, pasaron al sureste de la isla, dejándola al nordeste. De igual modo aquí, lo que entendemos que el evangelista quiso decir, es que Jesús a su regreso a Galilea, no se estableció en Nazaret como uno podría esperar, sino que dejándolo—pasándolo—vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima—al noroeste del mar de Galilea, sobre la costa, aunque el lugar preciso no se conoce. (Véase Nota, cap. 11:23). El Señor, al parecer, escogió este lugar por varias razones. Cuatro o cinco de los doce Apóstoles vivían allí; la ciudad tenía una población numerosa, lo que ofrecía alguna libertad fuera del intenso fanatismo que hasta el día de hoy caracteriza a todos los lugares donde gran número de judíos viven casi solos; era un lugar céntrico, de modo que no sólo en las festividades anuales pasaban por allí grandes multitudes, sino que en cualquier momento se podía reunir gran número de personas con facilidad; y para ir de un lugar a otro del lago, lo que Jesús tan a menudo hacía, no había lugar más conveniente. Pero otra importante razón por la cual eligió a Capernaum, no la hemos mencionado todavía, y es la única a que hace alusión nuestro evangelista, en los confines de Zabulón y de Nephtalim—el uno al oeste del mar de Galilea, y el otro al norte; pero las fronteras exactas no se conocen.
14. Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías—(Capitulo 9:1 y 2; o como en el texto hebreo, capítulo 8:23 y 9:1), que dijo: 15. La tierra de Zabulón, y la tierra de Nephtalim, camino de la mar—la costa que bordea el mar de Galilea hacia el oeste—de la otra parte del Jordán—frase que se emplea para designar la parte este del Jordán; pero aquí y en varios otros lugares significa el oeste del Jordán. La palabra al parecer adquirió el sentido general de “el otro lado”; y en cuanto al lado a que se refería, se determinaba en cada caso por el contexto. Galilea de los Gentiles—Se llama así por su ubicación que la hacía frontera entre la tierra santa y el mundo exterior. Mientras que las tribus de Efraim y de Judá, como lo dice Stanley, estaban separadas del mundo por el valle del Jordán por un lado, y por los filisteos por el otro, las tribus del norte estaban en la carretera directa de todos los invasores que venían del norte, tenían contacto ininterrumpido con razas mezcladas que siempre han ocupado las alturas del Líbano, y mantenían relaciones íntimas y pacíficas con la nación más comercial de la antigüedad, los fenicios. Veinte ciudades de Galilea fueron en realidad anexadas por Salomón al vecino reino de Tiro, y formaban con su territorio los “límites” (“Gebul” o “Cabul”) de los demonios. Tiempo después todavía este territorio era designado con el término general de “confines (“costas” o “fronteras”) de Tiro y de Sidón”. En la primera transmigración de la población judía, Neftalí y Galilea sufrieron la misma suerte que las tribus transjordánicas antes de que Efraim y Judá hubiesen sido molestadas (2 Reyes 15:29). En la época de la era cristiana, esta desventaja original de su posición geográfica todavía se hacía sentir; pues el acento de los galileos los delataba por causa de su rara pronunciación (Mateo 26:73); y la distancia que los separaba de las sedes de gobierno y de las civilizaciones en Jerusalén y en Cesarea, contribuía para que fueran tildados de turbulentos o independientes, según fuesen mirados por amigos o por enemigos.
16. El pueblo asentado en tinieblas, Vió gran luz; y a los sentados en región y sombra de muerte, luz les esclareció—El canto profético al cual estas palabras pertenecen, comienza en el capítulo 7 de Isaías, el capítulo 6 le sirve de introducción y se extiende hasta el fin del capítulo 12 que entona el espíritu de toda esa melodía profética. Pertenece al reinado de Acaz, y se desenvuelve alrededor del esfuerzo combinado de los dos reinos vecinos de Siria y de Israel, para aplastar a Judá. En estas circunstancias críticas, Judá y su rey, mediante su iniquidad, estaban provocando al Señor a que los vendiese en manos de sus enemígos. ¿Cuál, pues, es el contenido de este canto profético hasta el pasaje que aquí se cita? En primer lugar, Judá no perecerá, no podrá perecer, porque EMMANUEL, el Hijo de la Virgen, procederá de sus lomos. En segundo lugar, uno de los invasores pronto perecerá, y el reino de ninguno de ellos será ensanchado. Además, aun cuando el Señor será el Santuario de aquellos que confían en estas promesas y esperan su cumplimiento, conducirá a la confusión, tinieblas y desesperación a la vasta multitud de aquella nación que despreció sus oráculos y que, en su ansiedad y angustia, se acogió a los oráculos mentirosos de los paganos. Esto nos lleva hasta el fin del capítulo octavo. Al comienzo del noveno, una luz repentina se ve brillar en un lugar definido del país, la parte que habría de sufrir más en estas guerras de devastación: “la tierra de Zabulón, y la tierra de Nephtalí … por la vía de la mar, de esa parte del Jordán, Galilea de las gentes.” El resto de la profecía abarca las dos cautividades de Asiria y de Caldea, y termina con la gloriosa profecía mesiánica del capítulo 11 y el himno coral del capítulo 12. Ahora bien, este es el punto que sostiene nuestro evangelista: Al habitar el Mesías en estas mismas regiones de Galilea esparciendo su gloriosa luz sobre ellas, la predicción del profeta evangélico según afirma nuestro Evangelista, había sido cumplida; y si no se cumplió así, podemos afirmar con confianza que no fué cumplida en ninguna era del ceremonial judío, y todavía no se ha cumplido. Aun los críticos más racionalistas tienen dificultad en explicar este pasaje de alguna otra manera.
17. Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado—En esta forma el Señor no solamente reanuda el canto profétíco, sino que repite el mismo llamamiento de su famoso precursor. Nuestro Señor, algunas veces, habla del nuevo reino como si ya hubiese llegado, refiriéndose a su propia persona y ministerio; pero en los planes de Dios, el reino de los cielos sólo se habia acercado, y no llegaría mientras que la sangre no fuese derramada en la cruz, y el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, abriera la fuente que limpiaría al mundo entero de pecado e impureza.
El llamamiento de Pedro y de Andrés, de Santiago y de Juan (vv. 18-22).
18. Y andando Jesús—(La palabra “Jesús” aquí parece que no pertenece al texto, sino que fué introducida de aquellas porciones del mismo que se transcribían para ser usadas como lecciones en las iglesias; en las cuales fué introducida con naturalidad, como una palabra que establecía conexión al comienzo de una lección.) junto a la mar de Galilea, vió a dos hermanos, Simón, que es llamado Pedro—por la razón que se menciona en el cap. 16:18, y Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores. 19. Y díceles: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres—elevándolos a un plano superior de pesca, así como David había sido elevado de un plano inferior a uno superior de pastor (Salmo 78:70).
20. Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron. 21. Y pasando de allí vió otros dos hermanos, Jacob, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. 22. Y ellos, dejando luego el barco y a su padre—Marcos añade una cláusula importante: “y dejando a su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros”; lo cual muestra que la familia estaba en buena situación económica. le siguieron—Dos preguntas relacionadas con la armonía de los Evangelios, se presentan aquí. Primera: ¿Fué este llamamiento el mismo que se relata en Juan 1:35? Claro que no. Porque (1) aquel llamamiento fué hecho cuando Jesús estaba todavía en Judea; este otro, después de su regreso a Galilea. (2) Aquí, Cristo llama a Andrés; allá. Andrés solicita una entrevista con Cristo. (3). Aquí, Andrés y Pedro son llamados al mismo tiempo; allá Andrés, habiendo sido llamado, junto con otro discípulo que no se nombra, quien claramente era el discípulo amado (véase Juan 1:40), va en busca de su hermano Pedro y lo lleva a Cristo, quien entonces lo llama. (4). Aquí, Juan es llamado junto con su hermano Jacobo; allá, Juan es llamado junto con Andrés, después de que a su propia solicitud habían tenido una entrevista con Jesús, sin hacer mención de Jacobo, cuyo llamamiento, si tuvo lugar entonces, no podría haber sido inadvertido por su propio hermano. Hasta aquí casi todos están de acuerdo. Pero en la siguiente pregunta, las opiniones están divididas. ¿Es este llamamiento el mismo que se relata en Lucas 5:1? Muchos críticos competentes piensan que sí. Pero las siguientes consideraciones son para nosotros decisivas en contra de esta opinión. Primero, aquí los cuatro apóstoles son llamados separadamente, en pares; en Lucas, son llamados todos juntos. Luego, en Lucas, Jesús los llama después de un milagro glorioso; aquí, un par está arrojando las redes, mientras que el otro está remendando las suyas. Además, aquí el Señor no había aparecido en público en Galilea, por lo tanto, no había juntado a nadie alrededor de sí; camina solo por la orilla del lago, cuando se dirige a los dos pares de hermanos; en Lucas, “las gentes se agolpaban sobre él para oír la palabra de Dios”, mientras él estaba “junto al lago de Genezaret.” Este estado de cosas da a entender una etapa algo avanzada de su ministerio inicial, y algo de entusiasmo popular. En cuanto a estos llamamientos sucesivos, véase Nota sobre Lucas 5:1.
La primera gira en Galilea (vv. 23-35).
23. Y rodeó Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos—Estas eran casas para el culto local. No se puede probar que existieran antes de la cautividad de Babilonia; pero, como comenzaron a levantarse pronto después, probablemente la idea fué sugerida como resultado de las incomodidades en su vida religiosa a las cuales habían estado sujetos los cautivos. En los días del Señor la regla era tener una sinagoga dondequiera que viviesen diez hombres cultos o estudiantes de la ley; y se extendía a Siria, Asia Menor, Grecia y a la mayor parte de los lugares de la dispersión. Los pueblos grandes tenían varias, y en Jerusalén el número se acercaba a quinientas. En cuanto a los funcionarios y orden de culto, las congregaciones cristianas siguen el modelo implantado por la sinagoga. y predicando el evangelio—“proclamando las buenas nuevas”, del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia—La palabra “dolencia” se refiere a un malestar incipiente que causa morbidez. en el pueblo. 24. Y corría su fama por toda la Siria—alcanzando primeramente la parte cercana a Galilea, que se llamaba Sirofenicia (Marco 7:26), y luego extendiéndose por el resto. y le trajeron todos los que tenían mal—todos los que sufrían de alguna enfermedad o estaban indispuestos. los tomados—una clase distinta, y no una explicación de las enfermedades a que aludieron antes, como nuestros traductores creían. de diversas enfermedades y tormentos—es decir, desórdenes agudos. y los endemoniados—o poseídos del demonio. y lunáticos—“afectados por la luna”. y paralíticos, y los sanó—Estas sanidades inmediatamente sirvieron como credenciales e ilustraciones de “las buenas nuevas” que él proclamaba. Después de leer este relato acerca de la primera gira de predicación del Señor, ¿podemos extrañarnos de lo que sigue?
25. Y le siguieron muchas gentes de Galilea y de Decápolis—una región que se hallaba al este del Jordán, así llamada porque contenía diez ciudades fundadas y habitadas particularmente por pobladores griegos. y de Jerusalem y de Judea y de la otra parte del Jordán—es decir, de Perea. De modo que no solamente Palestina fué conmovida sino también las regiones adyacentes. Pero el objeto principal por el cual esto se menciona aquí, es para ofrecer al lector una idea tanto de la vasta multitud, como de la variedad del grupo interesado, que seguía al gran predicador, a quienes les fué dirigido el asombroso discurso de los siguientes tres capítulos. En cuanto a la importancia que el Señor dió a esta primera gira de predicación, y la preparación para ella, véase la explicación sobre Marco 1:35.