Números 27:1-23

1 Entonces se acercaron las hijas de Zelofejad hijo de Hefer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, de los clanes de Manasés hijo de José. Los nombres de ellas eran Majla, Noa, Hogla, Milca y Tirsa.

2 Ellas se pusieron de pie a la entrada del tabernáculo de reunión ante Moisés, el sacerdote Eleazar y los dirigentes de toda la congregación, y dijeron:

3 — Nuestro padre murió en el desierto, aunque él no participó con los del grupo de Coré que se juntaron contra el SEÑOR, sino que murió por su propio pecado; y no tuvo hijos.

4 ¿Por qué ha de ser quitado el nombre de nuestro padre de su clan, por no haber tenido un hijo varón? Danos heredad entre los hermanos de nuestro padre.

5 Moisés llevó la causa de ellas a la presencia del SEÑOR,

6 y el SEÑOR respondió a Moisés diciendo:

7 — Bien dicen las hijas de Zelofejad. Ciertamente les darás la propiedad de una heredad entre los hermanos de su padre, y pasarás a ellas la heredad de su padre.

8 Y a los hijos de Israel hablarás diciendo: “Si alguno muere y no tiene hijo varón, pasarán su heredad a su hija.

9 Si no tiene hija, darán su heredad a sus hermanos.

10 Si no tiene hermanos, darán su heredad a los hermanos de su padre.

11 Si su padre no tiene hermanos, darán su heredad al pariente más cercano de su familia, y este la tendrá en posesión. Esto será un estatuto de derecho para los hijos de Israel, como el SEÑOR lo ha mandado a Moisés”.

12 El SEÑOR dijo a Moisés: — Sube a este monte de Abarim y mira la tierra que he dado a los hijos de Israel.

13 Después que la hayas mirado, tú también serás reunido con tu pueblo, como fue reunido tu hermano Aarón.

14 Porque fueron rebeldes a mi mandato en el desierto de Zin, en la rebelión de la congregación, en vez de tratarme como santo ante sus ojos en las aguas, es decir, en las aguas de Meriba, en Cades, en el desierto de Zin.

15 Entonces Moisés respondió al SEÑOR diciendo:

16 — Que el SEÑOR, Dios de los espíritus de toda carne, ponga al frente de la congregación un hombre

17 que salga y entre delante de ellos, que los saque y los introduzca, para que la congregación del SEÑOR no sea como ovejas que no tienen pastor.

18 Luego el SEÑOR dijo a Moisés: — Toma a Josué hijo de Nun, hombre en el cual hay espíritu, y pon tu mano sobre él.

19 Harás que se ponga de pie delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la congregación, y lo comisionarás en presencia de ellos.

20 Pondrás de tu dignidad sobre él, para que toda la congregación de los hijos de Israel le obedezca.

21 Él estará de pie delante del sacerdote Eleazar, quien consultará por él delante del SEÑOR mediante el juicio del Urim. A sus órdenes saldrán, y a sus órdenes entrarán él y todos los hijos de Israel con él, toda la congregación.

22 Moisés hizo como el SEÑOR le había mandado. Tomó a Josué, y lo puso delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la congregación.

23 Puso sus manos sobre él y lo comisionó, como el SEÑOR había hablado por medio de Moisés.

LAS HIJAS DE SALPHAAD PIDEN UNA HEREDAD.

4. Dadnos heredad entre los hermanos de nuestro padre—Viendo estas mujeres jóvenes que sólo los varones en las familias habían sido registrados, y que por consiguiente nadle en su familia se había registrado, y que dicha familia estaba omitida, hicieron saber a Moisés su queja y las autoridades se unieron con él en la administración de justicia. El caso era importante; y como el caso de hijas dejadas como unicos miembros de familia no sería acontecimiento infrecuente o raro, la ley de harencia, bajo autoridad divina, fué extendida no sólo para satisfacer casos similares, sino también otros casos, como cuando no quedaran hijos de un propietario fallecido, ni hermanos que le sucedieran. Un reparto de la tierra prometida estaba a punto de hacerse; y es iteresante saber la provisión legal que se había hecho en estos casos comparativamente raros para evitar que un patrimonio fuera enajenado a otra tribu. (Véase cap. 36:6, 7). Nuestro padre murió en el desierto, el cual no estuvo … en la compañía de Coré—Esta declaración podía ser necesaria, porque su muerte habría podido suceder cerca del tiempo de aquella rebelión; y especialmente porque, como los hijos de estos conspiradores estaban envueltos junto con sus padres en el terrible castigo, la petición de las mujeres parecía más justa y lógica, ya que su padre no murió por alguna causa que condenase a su familia a perder su vida y su heredad. en su pecado murió—i. e., por la común ley de la mortalidad a la cual todos los hombres, por el pecado, están sujetos.

12-17. MOISES, AVISADO DE SU MUERTE PIDE UN SUCESOR.

12. Jehová dijo a Moisés: Sube a este monte Abarim, y verás la tierra—Aunque los israelitas ya estaban sobre los confines de la tierra prometida, a Moisés no le fué permitido cruzar el Jordán, sino que murió sobre uno de los montes de Moab, a los cuales fué dado el nombre general de Abarim (cap. 33:47). La privación de este gran honor se debió a la malhadada conducta que él manifestó al golpear la peña en Meriba; y mientras que el piadoso guía se sometía con una mansa aquiescencia al decreto divino, mostró el espíritu de un patriotismo genuino en sus oraciones fervientes por el nombramiento de un sucesor digno y competente.

16. Ponga Jehová, Dios de los espiritus de toda carne, varón sobre la congregación—La petición muy acertadamente fué dirigida a Dios en su carácter de Autor de todos los dones intelectuales y todas las gracias morales con los cuales están dotados los hombres, y quien puede levantar personas aptas para a los deberes más arduos y las situaciones más difíciles.

18-23. JOSUE NOMBRADO COMO SU SUCESOR.

18. Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él—Un testimonio poderoso aquí se da, a la pesonalidad del Espíritu Divino. La imposición de manos era una ceremonia antigua. (Véase Génesis 48:14; Levítico 1:4; 1 Timoteo 4:14).

20. pondrás de tu dignidad sobre él—En toda la historia de Israel, no se levantó profeta o gobernante semejante a Moisés, mientras no llegó el Mesías, cuya gloria los eclipsó a todos. Pero Josué era honrado y calificado en un grado eminente, por medio del servicio especial del sumo sacerdote, quien pedía consejos para él según el juicio de Urim ante el Señor.

Continúa después de la publicidad