Romanos 11:1-36
1 Por tanto, pregunto: ¿Acaso rechazó Dios a su pueblo? ¡De ninguna manera! Porque yo mismo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.
2 Dios no rechazó a su pueblo, al cual conoció de antemano. ¿O no saben lo que dicen las Escrituras en el caso de Elías cuando se quejó ante Dios contra Israel? Dice:
3 Señor, han matado a tus profetas y han derribado tus altares; y yo he quedado solo, y procuran quitarme la vida.
4 Pero, ¿qué le dice la respuesta divina? He dejado para mí siete mil hombres que no han doblado la rodilla delante de Baal.
5 Así también, en este tiempo presente se ha levantado un remanente según la elección de gracia.
6 Y si es por la gracia no procede de las obras; de otra manera, la gracia ya no sería gracia.
7 ¿Qué, pues? Lo que Israel busca, eso no alcanzó, pero los elegidos sí lo alcanzaron; y los demás fueron endurecidos,
8 como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos para no ver, y oídos para no oír, hasta el día de hoy.
9 Y David dice: Que su mesa se convierta en trampa y red, en tropezadero y retribución para ellos.
10 Que sus ojos se oscurezcan para no ver, y haz que su espalda se doblegue para siempre.
11 Pregunto pues: ¿Acaso tropezaron para que cayesen? ¡De ninguna manera! Más bien, con la transgresión de ellos ha venido la salvación a los gentiles para que aquellos sean provocados a celos.
12 Y si su transgresión es la riqueza del mundo y su fracaso es la riqueza de los gentiles, ¡cuánto más será la plena restauración de ellos!
13 Y a ustedes, los gentiles, les digo: Por cuanto yo soy apóstol de los gentiles, honro mi ministerio
14 por si de alguna manera pueda provocar a celos a los de mi carne y hacer salvos a algunos de ellos.
15 Porque si la exclusión de ellos resulta en la reconciliación del mundo, ¡qué será su readmisión sino vida de entre los muertos!
16 Si la primicia es santa, también lo es toda la masa; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.
17 Y si algunas de las ramas fueron desgajadas y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado entre ellas y has sido hecho copartícipe de la raíz — es decir, de la abundante savia del olivo —
18 no te jactes contra las demás ramas. Pero aunque te jactes en contra de ellas, no eres tú quien sustentas a la raíz sino la raíz a ti.
19 Entonces dirás: “Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado”.
20 Está bien; por su incredulidad fueron desgajadas. Pero tú por tu fe estás firme. No te ensoberbezcas sino teme;
21 porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará.
22 Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente para con los que cayeron; pero la bondad para contigo, si permaneces en su bondad. De otra manera, tú también serás cortado.
23 Y ellos también, si no permanecen en incredulidad, serán injertados; porque Dios es poderoso para injertarlos de nuevo.
24 Pues si tú fuiste cortado del olivo silvestre y, contra la naturaleza, fuiste injertado en el buen olivo, ¡cuánto más estos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo!
25 Hermanos, para que no sean sabios en su propio parecer no quiero que ignoren este misterio: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.
26 Y así todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el libertador; quitará de Jacob la impiedad,
27 Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.
28 Así que, en cuanto al evangelio son enemigos por causa de ustedes, pero en cuanto a la elección son amados por causa de los padres;
29 porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.
30 De igual manera, ustedes en otro tiempo eran desobedientes a Dios, pero ahora han alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos.
31 Asimismo, ellos han sido desobedientes en este tiempo para que, por la misericordia concedida a ustedes, también a ellos les sea ahora concedida misericordia.
32 Porque Dios encerró a todos bajo desobediencia para tener misericordia de todos.
33 ¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!
34 Porque: ¿Quién entendió la mente del Señor? ¿O quién llegó a ser su consejero?.
35 ¿O quién le ha dado a él primero para que sea recompensado por él?.
36 Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
CAPITULO 11
CONTINUACION Y CONCLUSION DEL MISMO TEMA—ISRAEL SERA INCLUIDO AL FINAL Y, CON LOS GENTILES, VENDRA A SER UN SOLO REINO DE DIOS SOBRE LA TIERRA.
1. Digo pues: ¿Ha desechado [“deshechó”] Dios a su pueblo? En ninguna manera—El Señor en verdad anunció que “el reino de Dios sería quitado a Israel” (Mateo 21:41); y cuando le preguntaron los once, después de su resurrección, si en aquel tiempo “restauraría el reino a Israel” su respuesta fué una admisión virtual de que Israel ya estaba, en algún sentido, fuera del pacto (Hechos 1:9). Con todo el apóstol aquí enseña que, en dos respectos, Israel no estaba “desechado;” Primero, no totalmente; Segundo, no finalmente. EN PRIMER LUGAR, veamos que Israel no estaba del todo desechado. Porque también yo soy Israelita [véase Filipenses 3:5]—Siendo así un testigo de lo contrario. de la simiente de Abraham—descendiente directo del padre de los fieles. de la tribu de Benjamín (Filipenses 3:5.) la cual, cuando se rebelaban las diez tribus, constituyó con Judá el reino fiel de Dios (1 Reyes 12:21), y después del cautiverio fué, junto con Judá, el corazón de la nación judaica (Esdras 4:1; Esdras 10:9).
2-4. No ha desechado [no desechó del todo] Dios a su pueblo, al cual antes conoció—Sobre la expresión “antes conoció,” véase nota, cap. 8:29. ¿O no sabéis qué dice de Elías—(lit., “en Elías,” es decir, en la sección que habla de él) la Escritura? como hablando [léase: “como intercediendo”] con Dios contra Israel, dice:. . yo he quedado solo—“Sólo yo quedo.” Pero Dios contesta. siete mil hombres … no han doblado la rodilla a Baal—No “a la imagen de Baal,” según un suplemento de la versión inglesa.
5. Así también, aun en este tiempo—“en esta sazón presente;” en este período cuando Israel está rechazado (véase Hechos 1:7. griego.) han quedado reliquias—“se ha hecho un residuo”. por [de conformidad con] la elección de gracia—Es decir: “Así como en el tiempo de Elías la apostasía de Israel no era tan universal como parecía, ni como él profeta en su desaliento concluyó que era, así ahora, el rechazo de Cristo por Israel no es tan aterrador en extensión como uno fácilmente pensaría. Y así como entonces, ahora hay un remanente fiel; pero no de personas mejores que las incrédulas multitudes, sino de personas escogidas por gracia para la salvación.” (Véase 1 Corintios 4:7; 2 Tesalonicenses 2:13). Esto establece nuestra interpretación del argumento sobre la elección del capítulo nueve, en el sentido de que no es una elección de gentiles en lugar de judíos, ni solamente para gozar de ventajas religiosas, sino que es la elección soberana de algunos de Israel mismo, para que crean y sean salvos. (Vase nota, cap. 9:6.)
6. Y si por gracia, luego no por las obras … etc.—mejor dicho: “Ahora, si (la elección) es por gracia, ya no es por obras, porque (en tal caso) la gracia ya no es gracia; y si es por obras …” (La autoridad de manuscritos antiguos en contra de esta cláusula, como superflua y no del texto original, es fuerte, pero opinamos que no es lo suficientemente fuerte para justificar la exclusión. Tales redundancias aparentes no son raras en el apóstol.) La posición general aquí asentada es de importancia vital: Que no hay sino dos posibles fuentes de la salvación: las obras de los hombres, y la gracia de Dios; y que estas dos son tan esencialmente distintas y opuestas que la salvación no puede ser una combinación o mixtura de ambas, sino que tiene que ser o de la una o de la otra. (Véase nota 3 del cap. 4.)
7-10. ¿Qué pues?—“¿Qué conclusión sacamos? Lo que buscaba Israel—mejor: “Lo que Israel está buscando (esto es, la justificación, o aceptación con Dios—véase nota, cap. 9:31), no lo halló, pero la elección (el remanente elegido de Israel) lo halló, y los demás fueron endurecidos, o sea, fueron judicialmente entregados a la “dureza de sus propios corazones.” Como está escrito—(Isaías 29:10; Deuteronomio 29:4), Dióles Dios espíritu de remordimiento (“entorpecimiento”) … hasta el día de hoy. Y David dice—Salmo 69:23—En este salmo tan mesiánico debe referirse a los que rechazan a Cristo. Séales vuelta su mesa …—Es decir, que sus mismas bendiciones resulten en maldición para ellos, y que sus diversiones se transformen en aguijón y en venganza sobre ellos. sean obscurecidos … y agóbiales—expresivos de la decrepitud, o de la condición servil que sobrevendría a la nación por justo juicio de Dios. El objeto del apóstol al poner estas citas es para demostrar que lo que se había visto obligado a decir de la condición existente de la nación y del presagio de su porvenir estaba más que confirmado por las Escrituras. Pero, EN SEGUNDO LUGAR, veamos que Dios no ha desechado a su pueblo finalmente. La ilustración de este punto se extiende del v. 11 al v. 31.
11. Digo pues: ¿Han tropezado (“tropezaron”) para que cayesen. .? Mas por el tropiezo de ellos—lit., “transgresión,” pero se traduce mejor aquí por “paso falso” [De Wette]; no por “caída,” como en la versión inglesa. vino la salud (“salvación”) a los Gentiles, para que fuesen provocados a celos—Aquí, como también en el cap. 10:19 (cita de Deuteronomio 32:21), vemos que la emulación es un estímulo legítimo para lo bueno.
12. Y si la falta (o “transgresión”, véase v. 10) de ellos es la riqueza del mundo (gentil)—por ser la ocasión de su accesión a Cristo. y el menoscabo de ellos (esto es, la reducción del Israel verdadero a un residuo tan pequeño) la riqueza de los Gentiles, ¿cuánto más el henchimiento de ellos?—“su plenitud,” su plena restauración (véase nota, v. 26). Esto quiere decir que, “Si un acontecimiento tan nefasto como esta falta cometida por Israel fué la ocasión de tan indecible bien al mundo gentil, “¿de cuánto mayor bien podemos esperar que será productivo un evento tan bienaventurado como lo será la plena restauración de ellos?”
13. a vosotros hablo, Gentiles—otra prueba de que esta Epístola fué dirigida a creyentes gentiles. (Véase nota, cap. 1:13.) Por cuanto … mi ministerio honro—Debe leerse esta cláusula parentéticamente.
14. Por si … provocase [véase nota, v. 11] … a celos a mi carne—Comp. Isaías 58:7.
15. Porque si el extrañamiento de ellos—El apóstol había negado que estuviesen rechazados (v. 1); aquí lo afirma. Las dos cosas son verdad: ellos fueron desechados, pero ni total ni finalmente, y es de este rechazo parcial y temporal que el apóstol habla aquí. es la reconciliación del mundo (gentil), ¿que será el recibimiento de ellos, sino vida de los muertos?—La recepción de toda la familia de Israel, esparcidos como están entre todas las nacionos debajo del cielo, y siendo los enemigos más inveterados del Señor Jesús, será una manifestación tan estupenda del poder de Dios sobre el espíritu de los hombres, y de su gloriosa presencia con los heraldos de la cruz, que no solamente encenderá el asombro reverente por todas partes, sino que también cambiará el modo dominante de pensar y de sentir acerca de las cosas espirituales en tal forma que se parecerá a una resurrección de entre los muertos.
16. Y si el primer fruto es santo, también lo es el todo, y si la raíz es santa, también lo son las ramas—Los israelitas estaban obligados a ofrecer a Dios las primicias de la tierra: tanto en la condición cruda, en el manojo de grano recién segado (Levítico 23:10), como en la forma elaborada, la torta amasada (Números 15:19), mediante lo cual toda la cosecha de la estación sería tenida por santificada. Es probable que aquí signifique la segunda forma de ofrenda, por cuanto a ésta le corresponde mejor la palabra “masa,” que se traduce como “el todo” en nuestra versión; y el argumento del apóstol es, que la separación para Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, del resto de la humanidad, como la raíz que originó la raza, fué una ofrenda tan verdadera de primicias como las que santificaban el producto de la tierra, así, en la estimación de Dios, fué igualmente real la separación de la masa. o “del todo” de dicha nación, en todo tiempo, para Dios. La figura de la “raíz” y las “ramas” es de aplicación similar: la consagración de aquélla se extiende también a ésta.
17, 18. Que si …—Más bien: “Pero si …; es decir: “Si no obstante esta consagración a Dios de la raza de Abrahán, algunas de las ramas fueron quebradas—La masa de los incrédulos israelitas que rechazan al Señor se llaman “algunos,” no para atenuar el prejuicio judaico (véase nota, cap. 3:3, y sobre “no todos”, cap. 10:16), como antes, sino con el propósito opuesto de arrestar el orgullo gentílico. y tú, siendo acebuche, has sido [“fuiste”] ingerido [“injertado”] en lugar de [“entre”] ellas—Aunque se acostumbra más bien unir el injerto superior al tronco inferior, el método opuesto, aquí empleado a propósito, no es sin ejemplo en la realidad. y has sido hecho participante [junto con las ramas restantes, el residuo creyente] de la raíz y de la grosura de la oliva [la rica gracia asegurada por el pacto a la verdadera simiente de Abrahán]; No te jactes contra las ramas [desechadas]; y si te jactas … no sustentas tú (“no eres tu quien sustentas”) a la raíz, sino la raíz a ti—como si se dijera: “Si las ramas no deben jactarse de la raíz que las sustenta, mucho menos los gentiles deben jactarse de la simiente de Abrahán; porque ¿cuál es tu posición, oh gentil, con relación a Israel, sino la de la rama con relación a la raíz? De Israel ha venido todo lo que eres, y todo lo que tienes en la familia de Dios, porque “la salvación es de los judíos” (Juan 4:22).
19-21. Pues las ramas, dirás (tú, como razón para tu jactancia), fueron quebradas para que yo fuese ingerido [“injertado”]. Bien—concedido; pero acuérdate que—por su incredulidad fueron quebradas, mas tú [no por ser gentil, sino solamente] por la fe estás en pie—Pero como la fe no puede vivir en aquellos “cuya alma no es derecha” (Habacuc 2:4)—No te ensoberbezcas, antes teme—Proverbios 28:14; Filipenses 2:12 : Que si Dios no perdonó a las ramas naturales [que brotaron del tronco paterno], a ti tampoco [mero injerto de olivo silvestre.] Aquello se hubiera creído, anteriormente, muy improbable; pero, después de lo acontecido, nadie podrá maravillarse de esto.
22, 23. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente en los que cayeron [rechazando a la simiente escogida]; mas la bondad [“de Dios:” lección correcta] para contigo—Esto es, su bondad soberana al admitirte al privilegio del pacto, a ti que eras “extranjero a los pactos de la promesa” (Efesios 2:12). si permanecieres en la bondad—confiando tan sólo en aquella bondad que te hizo lo que eres. pues de otra manera … y aun ellos [también], si no permanecieren en incredulidad, serán ingeridos; que poderoso es Dios para volverlos a ingerir—Esta invocación del poder de Dios para efectuar el restablecimiento de su antiguo pueblo, sugiere la vasta dificultad que hay para lograrlo: lo que han comprobado tristemente todos los que alguna vez han trabajado por la conversión de los judíos. Que expositores inteligentes piensen que esto se dijo con relación a judíos individuales, reintroducidos de tiempo en tiempo en la familia de Dios al creer en el Señor Jesús, es sorprendente; y con todo, los que niegan el restablecimiento nacional de Israel tienen que interpretar así al apóstol. Pero esto significa confundir las dos cosas que el apóstol cuidadosamente distingue. En todo tiempo son admisibles los judíos individuales, y así han sido admitidos en la iglesia por la puerta de la fe en el Señor Jesús. Ellos son el “residuo”, aun en este tiempo presente, “según la elección de la gracia,” de los que el apóstol en la primera parte del capítulo ha citado como uno. Pero es evidente que aquí habla de algo no existente entonces, pero que se había de esperar como un gran acontecimiento futuro en la dispensación de Dios, a saber, la reinjertación de la nación como tal, cuando ya “no permanezcan en la incredulidad.” Y aun cuando esto se dice aquí meramente como una suposición (de que cesara la incredulidad de ellos)—a fin de ponerla en paragón con la otra suposición, de lo que sobrevendrá a los gentiles si ellos no permanecen en la fe—la suposición se convierte en una predicción explícita en los versículos que siguen.
24. Porque si tú eres [“fuiste”] cortado del natural acebuche, y contra natura fuiste ingerido en la buena oliva [“olivo”], ¿cuánto más éstos …—Esto es precisamente lo opuesto del v. 21: “Así como la excisión de los meramente injertados gentiles por causa de la incredulidad, es cosa que con más razón se había de esperar, que la excisión del Israel natural, antes que ésta aconteciese; así la restauración de Israel, una vez que lleguen a creer en Jesús, es cosa mucho más compatible con lo que debiéramos esperar, que la admisión de los gentiles a una posición que nunca antes habían gozado.”
25. Porque no quiero … que ignoréis este misterio—La palabra “misterio”. usada tantas veces por el apóstol, no significa (como para nosotros) algo incomparable, sino “algo guardado antes en secreto, ya sea totalmente o en la mayor parte, y solamente ahora revelado plenamente” (comp. cap. 16:25; 1 Corintios 2:7; Efesios 1:9; Efesios 3:3, Efesios 3:9,10, etc.). para que no seáis acerca de vosotros mismos arrogantes—como si sólo vosotros hubieseis de ser por todo el tiempo futuro la familia de Dios. que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel—Esto es, ha acontecido parcialmente, a una porción de Israel. hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles—No la conversión general del mundo a Cristo, como muchos lo entienden, porque tal cosa parece que contradiría la última parte de este capitulo, y colocaría el restablecimiento nacional de Israel en un futuro demasiado lejano: además, en el v. 15, el apóstol parece hablar del recibimiento de Israel, no como subsecuente a la conversión del mundo, sino como que contribuyera grandemente a ella; sino: “hasta que los gentiles hayan tenido su tiempo pleno de la iglesia visible para sí solos, mientras los judíos hayan estado fuera, privilegio del cual los judíos gozaban hasta que los gentiles fueron introducidos.” Véase nota, Lucas 21:24.
26, 27. Yluego todo Israel será salvo—Entender esta gran declaración, como muchos la entienden aún, meramente en el sentido de la recepción gradual de judíos individuates hasta que al fin no quedara ninguno en la incredulidad, sería hacer a dicha declaración violencia así como a todo el contexto. No puede significar sino el ingreso final de Israel como nación, en contraste con el actual “residuo”. [Así opinan Tholuck, Meyer, De Wette, Philippi, Alford, Hodge.] De esto siguen tres confirmaciones, dos de los profetas, y la tercera del pacto abrahámico mismo. Primeramente, como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que (el “que” se omite, según la mejor lección, y se agrega “él”, quitará de Jacob la impiedad—El apóstol, habiendo sacado sus ilustraciones de la pecaminosidad del hombre principalmente del Salmo 14 y de Isaías 59, ahora parece combinar el lenguaje de ambos textos para referirse a la salvación de Israel de la misma pecaminosidad. [Bengel.] En el primer pasaje, el salmista anhela ver “la salvación de Israel viniendo desde Sión” (Salmo 14:7); en el otro, el profeta anuncia que “el Redentor (o “Libertador”) vendrá a (o para) Sión” (Isaías 59:20). Pero como todas las gloriosas manifestaciones del Dios de Israel se creía que salían desde Sión, la sede de su gloria manifiesta (Salmo 20:2; Salmo 110:2; Isaías 31:9), giro que el apóstol da a las palabras sólo añade a ellas la idea ya conocida. Y en vista de que el Profeta anuncia que “vendrá a (o para) los que en Jacob se tornen de la transgresión,” y el apóstol cita este pasaje diciendo que él vendrá para “quitar de Jacob la impiedad,” concluímos que este último pasaje se sacó de la versión de los Setenta y parece indicar una lección diferente del texto original. El sentido, sin embargo, es en ambas lecciones esencialmente el mismo. Segundo, Y—aquí introduce otra cita—este es mi pacto con ellos—lit., “este es el pacto de parte mía para ellos”. cuando quitare sus pecados—Esto creemos que es sólo un resumen breve de Jeremias 31:31, y no palabras expresas de una predicción. Los que creen que no hay en el Antiguo Testamento predicciones tocante al Israel literal que se extiendan más allá del fin de la dispensación judaica, se ven obligados a considerar estas citas del apóstol como meras adaptaciones del lenguaje del Antiguo Testamento para expresar sus propias predicciones [Alexander, sobre Isaías, etc.]
28, 29. Asi que, cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros—Esto es, son considerados y tratados como enemigos (en un estado de exclusión de la familia de Dios por causa de la incredulidad) en beneficio de vosotros los gentiles; en el sentido de los vv. 11, 15. mas cuanto a la elección (de Abrahán y su simiente), son muy amados—aun en su condición de excluídos—por causa de los padres. Porque sin arrepentimiento son las mercedes [“los dones”] y la vocación de Dios—Es decir, son irrevocables. “La vocación de Dios,” significa aquel soberano acto por el cual Dios, en el ejercicio de su libre elección, “llamó” a Abrahán, para que fuese el padre de un pueblo especial; mientras que “los dones de Dios”, aquí denotan los artículos del pacto que Dios hizo con Abrahán, los cuales constituyen la distinción real entre la suya y las demás familias de la tierra. Las dos cosas, dice el apóstol, son irrevocables; y ya que el único motivo por el cual se hace referencia a esto es el destino final de la nación israelita, es claro que lo que aquí se afirma es la perpetuidad por todos los tiempos del convenio abrahámico. Y para que nadie diga que aunque Israel, como nación, no tiene destino alguno bajo el evangelio, sino que como pueblo desapareció del escenario con el derrumbe de la pared medianera de separación, y que no obstante, el pacto abrahámico aun perdura en la simiente espiritual de Abrahán, compuesta de judíos y gentiles en una masa indistinta de hombres redimidos bajo el evangelio—el apóstol, como para excluir esta suposición misma, asevera expresamente que el mismo Israel que, tocante al evangelio, es considerado como “enemigo por causa de los gentiles,” “es amado por causa de los padres;” y en prueba de esto agrega: “Porque los dones y la vocación son sin arrepentimiento,” irrevocables. Pero ¿en qué sentido son ahora los incrédulos y excluídos hijos de Israel “amados por causa de los padres”? No meramente por los recuerdos ancestrales, así como uno mira con cariñoso interés al hijo de un amigo querido por amor a dicho amigo [Dr. Arnold]—aunque es un pensamiento hermoso, y no ajeno a la Escritura en relación con este mismo asunto (véase 2 Crónicas 20:7; Isaías 41:8)—sino a causa de las conexiones y obligaciones ancestrales, o bien, su descendencia lineal y su unidad, con los padres, en el pacto que Dios estableció con ellos en el principio. En otras palabras, el Israel natural—no el residuo de ellos según la elección de gracia,” sino LA NACION, que nació de Abrahán según la carne—son todavía un pueblo escogido, y como tales, “amados.” El mismo amor que escogió a los padres, y reposó sobre ellos como el tronco paternal de la nación, todavía reposa sobre sus descendientes en general, y todavía los ha de redimir de la incredulidad, y los restablecerá como la familia de Dios.
30, 31. Porque como también vosotros en algún tiempo no creísties [“obedecisteis”] a Dios—Esto es, no rendisteis a Dios “la obediencia de la fe,” siendo extranjeros a Cristo. mas ahora habéis alcanzado misericordia por [en la ocasión de] la incredulidad de ellos—(véase nota, vv. 11, 15, 28.) Así también éstos [los judíos] … no han creído [“han sido ahora desobedientes”] para que, por la misericordia para con vosotros, ellos también alcancen misericordia—Aquí hay una idea del todo nueva. El apóstol hasta ahora ha subrayado la incredulidad de los judíos como el medio u ocasión para la fe de los gentiles—el rechazo de aquéllos dando ocasión para la recepción de éstos: una verdad que daba a los generosos creyentes gentiles sólo una satisfacción mixta. Ahora, presentando un aspecto más animador, habla de la misericordia dispensada a los gentiles como un medio para el establecimiento de Israel; lo que parece significar que, por la instrumentalidad de los gentiles creyentes, Israel como nación por fin ha de “mirar a aquel a quien horadaron y llorar sobre él.” (véase 2 Corintios 3:15.)
32. Porque Dios encerró a todos en [“para”] incredulidad, para tener misericordia de todos—Es decir, de “todos” aquellos de los que estaban hablando: los gentiles primero, y luego los judíos. [Fritzsche, Tholuck, Olshausen, De Wette, Philippi, Stuart, Hodge.] Ciertamente, no se trata de “toda la humanidad individualmente” [Meyer, Alford]; porque el apóstol no está tratando aquí de individuos, sino de aquellas grandes divisiones de la humanidad, los judíos y los gentiles. Y lo que aquí dice es, que fue el propósito de Dios encerrar a cada una de estas divisiones de los hombres para que experimentaran primero, un estado humillado, condenado, sin Cristo, y luego, un estado de misericordia en Cristo.
33. ¡Oh profundidad …—El apóstol ahora se entrega a la extática contemplación de la grandeza de aquel plan divino que él acababa de trazar. de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia [“conocimiento”] de Dios—Muchos expositores lo vierten “de las riquezas y sabiduría y conocimiento …” [Erasmo, Grocio, Bengel, Meyer, De Wette, Tholuck, Olshausen, Fritzsche, Philippi, Alford, Versión Revisada.] Las palabras por cierto contendrán este sentido, “la profundidad de las riquezas de Dios.” Pero “las riquezas de Dios es una expresión mucho menos usada por nuestro apóstol, que las riquezas de ésta o aquella otra perfección de Dios; y las palabras que inmediatamente siguen limitan nuestra atención a la inescrutabilidad de los “juicios” de Dios, lo que probablemente significa sus decretos o sus planes (Salmo 119:75), y la de sus “caminos,” o sea el método por el que los lleva a efecto. (Así opinan Lutero, Calvino, Beza, Hodge, etc.) Además, todo lo que sigue hasta el fin del capítulo parece indicar que mientras que la gracia de Dios para con los culpables en Cristo Jesús se presupone en todo el tema de este capítulo, lo que evoca la admiración especial del apóstol, después de trazar algo en detalle los propósitos y planes divinos en la impartición de esta gracia, es “la profundidad de las riquezas de la sabiduría y conocimiento de Dios” en estos propósitos y métodos. El “conocimiento”, entonces, señala probablemente la vasta extensión de la comprensión divina en esto manifestada: la “sabiduría,” aquella aptitud para lograr los fines propuestos que caracteriza todo este proceder.
34, 35. Porque ¿quién entendió la mente del Señor?—véase Job 15:8; Jeremias 23:18. ¿o quién fúe su consejero?—Véase Isaías 40:13. ¿O quién le dió a él primero, para que le sea pagado [en compensación]?—Véase Job 35:7, Job 41:11. Estas preguntas, como se verá, no son sino citas del Antiguo Testamento, como si fueran para demostrar cuán conocida al antiguo pueblo de Dios era la gran verdad que el apóstol mismo acababa de pronunciar, de que los planes y los métodos de Dios tienen un alcance de comprensión y de sabiduría estampado en ellos que los finitos mortales no pueden profundizar, ni mucho menos imaginarlos, antes que fueran revelados.
36. Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas. A él sea gloria por siglos. Amén—De esta manera, dignamente, con una brevedad sólo igualada por su sublimidad, recapitula aquí el apóstol todo este asunto. “De él son todas las cosas,” como la eterna Fuente de ellas; “por medio de él son todas las cosas,” por cuanto él lleva a efecto sus eternos consejos determinados; y “para (que es la correcta traducción) él son todas las cosas,” por ser suyas propias hasta el fin; siendo la manifestación de la gloria de sus propias perfecciones, desde el principio hasta el fin, el último propósito, por ser el más sublime.—Sobre este capítulo rico en enseñanzas, nótese: (1) Es un consuelo indecible saber que, en tiempos de la mayor decadencia religiosa y de la más extensiva apostasía de la verdad, la lámpara de Dios nunca se deja apagar, y que un fiel residuo siempre ha existido: residuo mayor de lo que nuestros lánguidos espíritus pueden fácilmente creer (vv. 1-5). (2) La conservación de este remanente, así como su separación al principio, es todo como resultado de la gracia (vv. 5, 6). Cuando los individuos y las comunidades, después de muchas e infructuosas amonestaciones, son abandonados por Dios, siguen de mal en peor (vv. 7-10). (4) Dios ha arreglado sus tratos con las grandes divisiones de la humanidad de manera “que ninguna carne se gloríe delante de él.” Los gentiles y los judíos, cada cual en su oportunidad, fueron “encerrados a la incredulidad,” para que aquéllos y éstos por turno. experimentasen la “misericordia” que salva a los peores de los pecadores (vv. 11-32). (5) Así como somos “justificados por la fe,” así somos “guardados por el poder de Dios por la fe”—por la fe sola—para la salvación (vv. 20-32). (6) El pacto de Dios con Abrahán y con su simiente natural, es un pacto perpetuo que tiene tanta fuerza bajo el evangelio como antes de él. Es por esto que los judíos como nación sobreviven aún, a pesar de las leyes que, en circunstancias análogas, han extinguido o destruído la identidad de otras naciones. Y es por eso que los judiós como nación aun han de ser restaurados a la familia de Dios por el sometimiento de sus orgullosos corazones a aquel que horadaron. Y como los gentiles creyentes tendrán el honor de ser los instrumentos de este admirable cambio, así el vasto mundo gentil cosechará tal beneficio de ello que será como la comunicación de la vida a ellos de los muertos. (7) Así pues, la iglesia cristiana tiene la razón suprema para el establecimiento y la vigorosa prosecución de misiones entre los judíos; habiendo prometido Dios no sólo que habrá un residuo de ellos que ingresará en toda edad, sino que se ha empeñado en el ingreso final de toda la nación, habiendo asignado el honor de tal ingreso a la iglesia gentil, y asegurándoles que el evento, cuando llegue, tendrá un efecto vivificador sobre todo el mundo (vv. 12-16, 26-31). (8) Los que piensan que en todas las profecías del Antiguo Testamento los términos “Jacob,” “Israel,” etc., han de entenderse solamente con referencia a la iglesia cristiana, parece que leen el Antiguo Testamento de una manera diferente de la del Apóstol, quien, al usar estos términos de la profecía del Antiguo Testamento, presenta argumentos para probar que Dios tiene raudales de misericordia para el Israel natural (vv. 26, 27). (9) Las investigaciones meramente intelectuales tocante a la verdad divina en general, y la percepción de los oráculos vivientes en particular, tienen un efecto endurecedor, y son un contraste grande con el espíritu de nuestro apóstol, cuyo largo bosquejo del majestuoso proceder de Dios para con los hombres en Cristo Jesús, termina con una exclamación de admiración, que se confunde en una actitud aun más sublime de adoración (vv. 33-36).