Salmo 38:1-22
1 Salmo de David. Para conmemorar.
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Para recordar a Dios respecto a su misericordia, y al salmista, de sus pecados. Rogando a Dios le dé alivio de su pesado castigo, declara su integridad ante los hombres, se queja de la defección de sus amigos y de la persecución de sus enemigos; y reposando en Dios en espíritu sumiso, y con penitente confesión, invoca el pacto con Dios y su propia inocencia respecto de las acusaciones de sus enemigos, y pide el divino consuelo y socorro.
1-4. Pide liberación del justo castigo, el que describe (6:1) bajo la figura de enfermedades físicas. tus saetas, etc.—las agudas y pesadas aflicciones que sufría (Deuteronomio 32:23). mis iniquidades—es decir, el castigo de las mismas (Deuteronomio 31:10; 2 Samuel 6:12). Sobre mi cabeza—como una inundación.
5-8. La abominación, corrupción y tortura agotante expresan la angustia mental del salmista. Es posible que se tratara de alguna enfermedad corporal. mis lomos—el asiento de la fuerza.
9. Dios puede oír (Romanos 8:26).
10. Está acongojado—heb., jadea, como si apenas sobreviviera. luz de mis ojos—agotamiento total (Romanos 6:7; Romanos 13:3).
11, 12. Los amigos le abandonan, los enemigos aumentan en malignidad. buscaban mi alma—(1 Samuel 20:1; 1 Samuel 22:23.)
13, 14. Se somete con paciencia sin proferir reproches ni réplicas (Juan 19:9) a los insultos de ellos.
15-17. porque está convencido de que Jehová Dios—lit., el Soberano (de quien es siervo) le responderá (Juan 3:4; Juan 4:1), y no permitirá que aquéllos triunfen por la posible claudicación de él.
18. La conciencia del pecado aumenta el sufrimiento, el cual debidamente recibido lleva a la confesión.
19, 20. Con todo, humillado ante Dios, es víctima de sus mortales enemigos, llenos de malicia y traición. están vivos—lit., son de vida, quieren quitarme la mía; sanguinarios.
21, 22. (Cf. el Salmo 22:19; Salmo 35:3). Términos de frecuente uso. En este Salmo el lenguaje en general se permite aplicarse a Cristo como sufriente, tipificándole David como tal. Esto no nos obliga a aplicar la confesión de pecado a Cristo, sino solamente las penas y penalidades que él llevó por nosotros.