Santiago 1:1-27
1 Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus de la dispersión: Saludos.
2 Hermanos míos, tengan por sumo gozo cuando se encuentren en diversas pruebas
3 sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia.
4 Pero que la paciencia tenga su obra completa para que sean completos y cabales, no quedando atrás en nada.
5 Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios — quien da a todos con liberalidad y sin reprochar — y le será dada.
6 Pero pida con fe, no dudando nada. Porque el que duda es semejante a una ola del mar movida por el viento y echada de un lado a otro.
7 No piense tal hombre que recibirá cosa alguna del Señor.
8 El hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos.
9 El hermano de humilde condición, gloríese en su exaltación;
10 pero el rico, en su humillación porque él pasará como la flor de la hierba.
11 Pues se levanta el sol con su calor y seca la hierba, cuya flor se cae, y su bella apariencia se desvanece. De igual manera también se marchitará el rico en medio de sus negocios.
12 Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman.
13 Nadie diga cuando sea tentado: “Soy tentado por Dios” porque Dios no es tentado por el mal, y él no tienta a nadie.
14 Pero cada uno es tentado cuando es arrastrado y seducido por su propia pasión.
15 Luego esa pasión, después de haber concebido, da a luz el pecado; y el pecado, una vez llevado a cabo, engendra la muerte.
16 Mis amados hermanos, no se engañen:
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces en quien no hay cambio ni sombra de variación.
18 Por su propia voluntad, él nos hizo nacer por la palabra de verdad para que fuéramos como primicias de sus criaturas.
19 Sepan, mis amados hermanos: Todo hombre sea pronto para oír, lento para hablar y lento para la ira
20 porque la ira del hombre no lleva a cabo la justicia de Dios.
21 Por lo tanto, desechando toda suciedad y la maldad que sobreabunda, reciban con mansedumbre la palabra implantada la cual puede salvar su vida.
22 Pero sean hacedores de la palabra, y no solamente oidores engañándose a ustedes mismos.
23 Porque cuando alguno es oidor de la palabra y no hacedor de ella, este es semejante al hombre que mira su cara natural en un espejo.
24 Se mira a sí mismo y se marcha, y en seguida olvida cómo era.
25 Pero el que presta atención a la perfecta ley de la libertad y persevera en ella sin ser oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.
26 Si alguien parece ser religioso y no refrena su lengua sino que engaña a su corazón, la religión del tal es vana.
27 La religión pura e incontaminada delante de Dios y Padre es esta: cuidar a los huérfanos y a las viudas en su aflicción, y guardarse sin mancha del mundo.
CAPITULO 1
ENCABEZAMIENTO: EXHORTACION SOBRE EL OIR, EL HABLAR Y LA IRA. Este último tema se discute también Efesios 3:13-4.
1. Jacobo—un apóstol de la circuncisión, con Pedro y Juan; Jacobo en Jerusalén, Palestina y Siria; Pedro en Babilonia y Oriente: Juan en Efeso y Asia Menor. Pedro escribe a los judíos esparcidos de Ponto. Galacia y Capadocia; Jacobo, a los israelitas de las doce tribus esparcidas. siervo de Dios—no que no fuese apostol; pues Pablo, un apóstol, también así se llama; pero escribiendo a los israelitas en general inclusive, si bien indirectamente, a los incrédulos, humildemente omite el título de “apóstol”; lo hace Pablo también cuando escribe a los hebreos; asimismo Judas, apóstol, en su Epístola General. y del Señor Jesucristo—término no mencionado más, salvo en el 2:1: ni tampoco en sus discursos (Hechos 15:14; Hechos 21:20), por temor de que su mención frecuente del nombre de Jesús pareciese motivada por la vanidad, por ser “el hermano del Señor” [Bengel]. Siendo práctica su enseñanza, más bien que doctrinaria, requería la mención menos frecuente de Cristo. esparcidas—lit., “que están en la dispersión”. La dispersión de los israelitas y su comunicación con Jerusalén como centro de la religión, fueron los medios divinamente ordenados para la propagación del cristianismo. Los peregrinos de la ley se tornaron en caravanas del evangelio (Wordsforth). salud—palabra no hallada en otra carta cristiana sino aquí y en la epístola del sínodo de Jerusalén dirigida a las iglesias gentiles; coincidencia casual que indica la genuinidad. En el griego original (chairein) por “salutaciones”, hay una relación con el “gozo”, al cual se les exhorta en medio de las miserias existentes motivadas por la pobreza y la consiguiente opresión.
2. Hermanos míos—frase muy repetida por Jacobo, que denota la comunidad nacional y la de la fe. sumo gozo—“todo gozo”, causa del mayor gozo [Grocio] Nada sino gozo [Piscator]. Considerad que todas “las diversas tentaciones” son cada una asunto de gozo [Bengel]. cayereis—de improviso, de modo de ser rodeados de ellas (así el griego original). tentaciones—no en el sentido limitado de instigación al pecado, sino de pruebas y aflicciones de cualquier especie que prueban y purifican el carácter cristiano. Ver “tentar”, eso es, atentar, Génesis 22:1. Algunos de aquellos a quienes escribe Jacobo estaban “enfermos,” o de otra forma “afligidos” (Génesis 5:13). Toda prueba posible al hijo de Dios es una obra maestra en la estrategia del Capitán de nuestra salvación para el bien de él.
3. la prueba—el examen o comprobación de vuestra fe, es decir, por “diversas tentaciones.” Ver Romanos 5:3 : “La tribulación” obra paciencia, la paciencia obra experiencia (en el original: dokime, afín de dokimión: “comprobación” aquí; allí es “experiencia”; aquí comprobación, que produce experiencia). paciencia—El original expresa más: fortaleza perseverante o continuación (Lucas 8:15).
4. Que esta perseverancia tenga una obra perfecta (v. 3), eso es, que tenga su pleno efecto, demostrando el grado más perfecto de fortaleza, a saber “el gozo de llevar la cruz” [Menoquio], y resistiendo hasta el fin (Mateo 10:22) [Calvino]. seáis perfectos—bien desarrollados en todos los atributos del carácter cristiano. Para esto se requiere el “gozo” [Bengel], como parte de la “obra perfecta” de la probación. La obra de Dios en un hombre es el hombre. Si las enseñanzas de Dios por la paciencia han tenido una perfecta obra en ti, tú eres perfecto [Alford]. cabales—lo que tiene completas todas sus partes, sin carecer de parte integral; 1 Tesalonicenses 5:23 : “vuestro entero espíritu y alma y cuerpo”; pues “perfecto” significa “sin mancha en sus partes.
5. Y si—El griego tiene “pero”, que es importante. “Pero (por cuanto esta perfecta entereza sin carecer de nada es difícil de adquirir) si alguno …” tiene falta—como el vocablo está repetido (según el uso de Jacob) del v. 4, “sin carecer de nada”, tradúzcase: “Si alguno de vosotros necesita sabiduría”, es decir, sabiduría por la cual podáis “tenerlo todo por gozo cuando caigáis en diversas tentaciones”, y permitáis que “la paciencia tenga su obra perfecta”. Esta “sabiduría” se demuestra detalladamente en sus efectos (1 Tesalonicenses 3:17). La suprema sabiduría, que gobierna la paciencia así en la pobreza como en la riqueza, se describe en los vv. 9, 10. demándela—(ver el 4:2.) abundantemente—Con generosidad. Traducido “con simplicidad” en Romanos 12:8. Dios da sin agregar cosa alguna que quite de la liberalidad de la dádiva [Alford]. Dios requiere la misma simplicidad de parte de sus hijos (Mateo 6:22 : “tu ojo … simple”). y no zahiere—una ilustración de cómo Dios da con simplicidad. Da al humilde suplicante, sin reprocharle sus pecados pasados e ingratitud, ni su futuro abuso de la bondad de Dios. Los judíos rezan: “Que no tenga yo necesidad de dádivas de los hombres, cuyos dones son pocos, mas sus censuras muchas; pero dame de tu mano, amplia y llena”. Véase la petición de Salomón de “sabiduría,” y el don de Dios por encima de lo que pidió, aunque Dios preveía que su futuro abuso de la bondad divina iba a merecer cosa muy dura. Jacobo tiene por delante el sermón del monte (Véase mi Introducción). Dios oye la oración sincera, y concede, o la cosa pedida, o bien algo mejor; de la manera que el buen médico tiene en cuenta el bien del enfermo mejor con negarle la cosa nociva que pide, que con concederle algo momentáneamente agradable pero perjudicial.
6. pida en fe—eso es, en la persuación de que Dios puede dar y dará. Jacobo empieza y termina con “fe”. Por la mitad de la epístola, quita los impedimentos de la fe, y enseña el verdadero carácter de ella [Bengel]. no dudando—titubeando entre la confianza y la incredulidad. Compárese el caso de los israelitas, que parecían creer en parte en el poder de Dios, pero que se inclinaban más hacia la incredulidad con “limitarlo”. Por otra parte, comp. Hechos 10:20; Romanos 4:20 (“Tampoco … dudó con desconfianza”); 1 Timoteo 2:8. semejante a la onda de la mar—Isaías 57:20; Efesios 4:14. “Llevados por doquiera de todo viento de doctrina”. movida del viento—o “llevada” por fuerza exterior. echada—por fuerza interior, por su propia inestabilidad [Bengel]. Ya echado sobre la ribera de la fe y la esperanza; ya arrollado al abismo de la incredulidad; una vez, elevado a la cima del orgullo mundano, otra, arrojado a la arena de la desesperación y aflicción [Wiesinger].
7. pues—paralelo con “porque” Daniel 1:6. tal hombre—el inestable, que se engaña a sí mismo. no piense—La fe real es más que mera opinión o conjetura. ninguna cosa—es decir, de las que pide; muchas cosas recibe de Dios: el alimento, el techo, etc., pero éstos son dones generales de la providencia; de las cosas impartidas especialmente en respuesta a la oración, de ellas el inconstante no recibirá cosa alguna, y menos la sabiduría.
8. de doblado ánimo—lit., de doble alma, la una dirigida hacia Dios, la otra hacia otra cosa. El griego favorece la traducción de Alford: “El (el que duda, v. 6) es un hombre de doble ánimo, inconstante …” o mejor, la de Beza. Las palabras del v. 8 están en aposición con “el tal hombre” del v. 7; así que el verbo “es”, que no está en el original, no hace falta suplirlo: “Tal hombre … hombre de doble ánimo, inconstante en todos sus caminos”. No es hipócrita lo que se quiere decir, sino hombre inconstante, como demuestra el contexto. Es lo opuesto de “el ojo simple” de Mateo 6:22.
9, 10. Tradúzcase: “Pero gloríese el hermano …” es decir, el mejor remedio contra el mal del doble ánimo es aquella simplicidad cristiana de espíritu que permite que el “hermano” de humilde condición exterior “se regocije” (v. 2) “en su alteza,” de ser tenido por hijo y heredero de Dios, siendo sus aflicciones mismas las arras de su gloria y corona venideras (v. 12); y que el rico pueda “regocijarse en su humillación”, siendo despojado de sus bienes por amor de Cristo [Menoquio]; o en ser humillado en espíritu mediante las pruebas providenciales, lo que es motivo verdadero de regocijo [Gomaro]. El intento de la Epístola es reducir todas las cosas a una base uniforme (cap. 2:1; 5:13). Al “bajo” con preferencia al “rico” se le llama “el hermano” (Bengel). En cuanto uno sea “rico” meramente en bienes mundanos, “él se pasará”; en cuanto su carácter predominante es el de un “hermano,” él “permanece para siempre” (1 Juan 2:17, Joel 2:17). Esta interpretación responde a todas las objeciones de Alford a que se tome “el rico” aquí como “hermano” en cualquier sentido. Para evitar hacerle hermano al rico, él traduce: “Pero el rico se gloria en su bajeza”, es decir, en lo que resulta ser su “humillación” (su riqueza, Filipenses 3:19), así como se dice al pobre que se regocije en lo que es en realidad su exaltación (su condición humilde).
11. Tomado de Isaías 40:6. con ardor—más bien, “con el viento caluroso” desde el este o del sur, el que quema la vegetación (Lucas 12:55). “El ardor” del sol no está en su salida, sino más bien al mediodía; mientras que el ardoroso viento kadím sopla a menudo al amanecer (Jonás 4:8). [Middleton, El Artículo Griego] Mateo 20:12 emplea el sustantivo por calor. Isaías 40:7 : “La hierba se seca … porque el viento … sopló” parece corresponder al viento ardiente aquí. en todos sus caminos—indica el grado embarazoso de los planes del rico [Bengel]. Compárese “sus caminos”, es decir, su curso de vida, su conducta (v. 8).
12. Bienaventurado—Comp. el Sermón del Monte, Mateo 5:4, Mateo 5:10. sufre la tentación—No el “caer en diversas tentaciones” (v. 2) es el motivo de la bienaventuranza, sino el soportar la prueba “hasta el fin”. Véase Job 5:17. cuando fuere probado—lit., “una vez aprobado”, cuando haya pasado por la prueba (v. 3), habiendo su “fe” ganado finalmente la victoria. la corona—no aludiendo a la corona o guirnalda dada a los ganadores en los juegos; porque ésta, una alusión natural para Pablo al escribir a los gentiles, entre los cuales tales juegos existían, sería impropia para Jacobo, quien se dirige a cristianos judíos, que miraban las costumbres gentílicas con repugnancia. de vida—“de la vida”; la “vida” constituye la corona, la sola vida verdadera, la suprema, la vida eterna. La corona sugiere un reino (Salmo 21:3). Dios—omitido de los mejores manuscritos y versiones; otros interpolan “el Señor”. El corazón del creyente suple la omisión, sin necesidad de que se mencione el nombre. El “fiel que ha prometido” (Hebreos 10:23). a los que le aman—En 2 Timoteo 4:8, “la corona de justicia a los que aman su aparición”. El amor produce la paciente resistencia; nadie evidencia mejor su amor que los que sufren por él.
13. Cuando … tentado—probado por la solicitación al mal. Hasta aquí se trataba de la “tentación” en el sentido de prueba, la probación por medio de las aflicciones. Que nadie piense que Dios le imponga una necesidad inevitable de pecar. Dios no os envía pruebas a fin de haceros peores, sino mejores (vv. 16, 17). Por tanto, no os dejéis hundir bajo la presión del mal (1 Corintios 10:13). de Dios—por intermedios que de él procedan. El griego no dice “tentado por Dios”, sino “tentado de Dios”, lo que denota agencia indirecta. no puede ser tentado de los malos—o bien. “de males,” o lo malo: ni tientan a Dios ningunos de nuestros pecados a seducirnos a cosas peores, ni él mismo tienta a nadie de su voluntad” (lit., de sí mismo: comp. la antítesis Daniel 1:18: “De su (propia) voluntad nos ha engendrado” a santidad, cuán lejos está de tentarnos por su propia voluntad) [Bengel]. En Génesis 22:1 se dice que Dios “tentó a Abrahán”, pero allí la tentación significa probación, y no seducción. Alford traduce según el sentido ordinario del griego: “Dios no está versado en el mal”. Pero así se nos da un sentido menos probable, y el de nuestra versión, probablemente, es el verdadero; pues el griego eclesiástico a menudo usa palabras con sentido nuevo, según las nuevas verdades que debe enseñar.
14. Todo hombre, cuando es tentado, lo es por la atracción (aquí, como en el v. 13, la preposición apo expresa procedencia más bien que la agencia de la tentación) de sus propias concupiscencias. La causa del pecado está en nosotros mismos. Ni aun las sugestiones de Satanás nos ponen en peligro, sino cuando las hacemos nuestras. Cada uno tiene sus propias concupiscencias peculiares (así el griego), que surgen de su propio temperamento y hábitos. Se origina la concupiscencia en el pecado innato en el hombre, heredado de Adán. atraído—el primer paso en la tentación: desviado de la verdad y de la virtud. sebado—lit., enganchado por el cebo, como el pescado. El segundo paso: el hombre se permite (como expresa la voz media del griego) ser inducido al mal [Bengel]. La “concupiscencia” está aquí personificada, como la ramera que seduce al hombre.
15. La unión culpable se efectúa cuando la voluntad abraza a la tentadora. “La concupiscencia”, la ramera, entonces “pare el pecado” a saber, aquel pecado al cual la tentación inclina. Luego el pecado especificado (así denota el griego), “siendo cumplido, engendra muerte”, de la cual estaba todo el tiempo preñado [Alford]. Esta “muerte” está en marcado contraste con la “corona de la vida” (v. 12), el blanco de la “paciencia” y perseverancia, cuando tenga su obra perfecta. El que pretende pelear contra Satanás con las armas de Satanás, no debe maravillarse si se ve sobrepujado. Destrúyase el pecado en la simiente de la concupiscencia.
16. no erréis—atribuyendo a Dios la tentación al mal; antes, al contrario (sigue demostrando que) “todo bien”, todo lo bueno proviene de Dios.
17. dádiva … don—Vocablos distintos: (1) el acto de dar, o el don en la iniciación: (2) la cosa dada, el don hecho perfecto, cumplido. Como la dádiva está parangonada con el “pecado” en su iniciación, así el “don perfecto” se contrasta con “el pecado … cumplido”, que engendra muerte (2 Pedro 1:3). de lo alto—(ver el 3:15). Padre de las luces—El Creador de las luces del cielo (ver Job 38:28 [Alford]; Génesis 4:20; Hebreos 12:9). Esto concuerda con la referencia a los cambios en la luz de los cuerpos celestiales, referidos al final del versículo. También, el Padre de las luces espirituales en el reino de gracia y de gloria. Estas se tipificaban por las luces sobrenaturales en la coraza del sumo sacerdote, el Urim. Por cuanto “Dios es luz, y en él no hay tinieblas algunas” (1 Juan 1:5, Joel 1:5), él no puede en manera alguna, ser el autor del pecado (v. 13), el cual es tinieblas (Juan 3:19). mudanza ni sombra de variación—Malaquías 3:6). Ningunas de las variaciones que sufren las “luces” físicas, ni de las que pueden sufrir las espirituales, se aplican a Dios. “Sombra de variación”, como la sombra arrojada por un astro sobre otro, al salir de su revolución, por ejemplo, cuando la luna es eclipsada por la sombra de la tierra, y el sol por el cuerpo de la luna. Bengel llega aquí a un punto culminante: “no hay variación ni sombra (sugestión) de alteración”: denotando lo primero un cambio de comprensión; lo segundo, de la voluntad.
18. (Juan 1:13). La regeneración del creyente es el ejemplo supremo que prueba que nada sino el bien procede de Dios. de su voluntad—Porque le plugo (lo que demuestra que la naturaleza esencial de Dios es hacer el bien, no el mal), no inducido por causa exterior alguna. nos engendró—espiritualmente; un hecho una vez por todas consumado (1 Pedro 1:3, 1 Pedro 1:23). En contraste con la concepción de la concupiscencia y el nacimiento del pecado, causante de la muerte (v. 15). La vida sigue naturalmente en contacto con la luz (v. 17). la palabra de verdad—el evangelio. El medio objetivo, como la fe es el medio apropiador de la regeneración, por el Espíritu Santo como el agente eficiente. primicias—Ciertas, o alguna clase de primicias. Respecto a la resurrección, Cristo es las primicias (1 Corintios 15:20, 1 Corintios 15:23); los creyentes, con respecto a la regeneración, son, como pudiéramos decir las primicias (figura de la consagración del primogénito de hombre, ganado, y frutos a Dios, familiar a los lectores judíos) eso es, ellos son las primeras de las criaturas regeneradas de Dios, y las arras de la regeneración final de la creación. Véase Romanos 8:19, Romanos 8:23, donde también el Espíritu, el agente divino de la regeneración del creyente, es llamado “primicias”, eso es, las arras de que la regeneración comenzada en el alma, se extenderá también, finalmente, al cuerpo y a las partes inferiores de la creación. De todas las criaturas visibles de Dios los creyentes forman la parte más noble, y como las primicias legales, santifican a las demás; ésta es la razón por que son duramente probados ahora.
19. Por esto—por cuanto vuestros males son de vosotros mismos, pero vuestro bien, de Dios. Sin embargo, los manuscritos y versiones más antiguos leen así (histe por hoste): “Lo sabéis (así dice en Efesios 5:5; Hebreos 12:17), mis amados hermanos; pero (por consiguiente) sea todo hombre pronto para oír”, eso es, dócil en la recepción de “la palabra de la verdad” (vv. 18, 21). El método correcto para oír se trata en los vv. 21-27 y el cap. dos. tardío para hablar—(Proverbios 10:19; Proverbios 17:27; Eclesiastés 5:2.) Una buena manera de escaparnos de la clase de tentación que surge de nosotros mismos (v. 13). Tardío en hablar con autoridad como maestro o tutor de otros (Eclesiastés 3:1); una falta judaica muy común; tardío también en hablar cosas tan ligeras acerca de Dios, como en el v. 13. Nos han sido dadas dos orejas. observan los rabinos, pero una sola lengua; aquéllas están abiertas y expuestas, mientras que la lengua está entre paredes y tras los dientes. tardío en airarse—(Eclesiastés 3:13; Eclesiastés 4:5.) Tardío para acalorarse en el debate: otra falta de los judíos (Romanos 2:8), propensión a hablar mucho. Tittmann cree que no quiere decir tanto la “ira”, como un sentimiento de indignación y de mal humor bajo las calamidades que tocan a toda la vida humana: esto concuerda con las “diversas tentaciones” del v. 2. La ligereza para enojarse impide oír la palabra de Dios; así ocurrió con Naamán, 2 Reyes 5:11; Lucas 4:8.
20. El celo airado del hombre en el debate, como si estuviese excitado por el honor de la justicia de Dios, está lejos de obrar lo que es en verdad la justicia ante los ojos de Dios. La verdadera “justicia se siembra en paz” no en la ira (Lucas 3:18). Según la mejor y más antigua lección, el verbo significa “practicar”; el texto recibido tiene el que significa “producir”.
21. dejando—“poniendo aparte”, una vez para siempre (dice el griego), como ropa sucia. Comp. la ropa sucia de Josué, Malaquías 3:3, Malaquías 3:5; Apocalipsis 7:14. “La inmundicia” se limpia con oír la palabra de Dios (Juan 15:3). superfluidad de malicia—el exceso (es decir, el espíritu inmoderado indicado por “la ira” vv. 19, 20), que surge de la malicia (nuestra natural disposición mala de los unos hacia los otros). 1 Pedro 2:1 tiene las mismísimas palabras en el griego. Así se traduce “malicia” en Efesios 4:31; Colosenses 3:8. El “exceso indigno” [Bengel] no es bastante fuerte. El exceso superfluo en el habla es también reprobado como “venido del mal” (vocablo en el griego afín de perversidad aquí) en el Sermón del Monte (Mateo 5:37), con el que la Epístola de Santiago tiene tanto en común. con mansedumbre—el uno para con el otro [Alford], lo contrario de “la ira”, (v. 20), y que corresponde a los “recién nacidos” de 1 Pedro 2:2. La mansedumbre, pienso, incluye también un espíritu como de niño, dócil, humilde, tanto como no contencioso (Salmo 25:9; Salmo 45:4; Isaías 66:2; Mateo 5:5; Mateo 11:28; Mateo 18:3 : en contraste, Romanos 2:8). Sobre “recibid” aplicado a la tierra que recibe semilla, véase Marco 4:20. En contraste, Hechos 17:11; 1 Tesalonicenses 1:6 con 2 Tesalonicenses 2:10. palabra ingerida—La palabra evangélica, cuyo atributo propio es el de ser injertada por el Espíritu Santo, de modo que sea vivamente incorporada en el creyente, como el brote fructífero es injertado en el acebuche natural. La ley vino al hombre solamente desde afuera, y le advirtió su deber. El Evangelio es ingerido interiormente, y así cumple el propósito ulterior de la ley (Deuteronomio 6:6; Deuteronomio 11:18; Salmo 119:11). Alford traduce: “La palabra implantada”, refiriéndose a la parábola del sembrador (Mateo 13). Yo prefiero nuestra versión. puede hacer salvas—un incentivo fuerte para corregir nuestra pesadez en oír la palabra: aquella palabra que oímos tan descuidadamente puede (instrumentalmente) salvarnos. [Calvino]. almas—Vuestro verdadero “yo”, la personalidad, pues el “cuerpo” está sujeto a la enfermedad y a la muerte; pero salvada el alma ya, el cuerpo como el alma lo será al fin (Salmo 5:15, Salmo 5:20).
22. La calificación del precepto: “sed prontos para oír:” “sed hacedores … no solamente oidores”: no meramente “haced” la palabra, sino “sed hacedores” sistemática y continuamente, como si tal cosa fuera vuestro negocio ordinario. Jacobo aquí se refiere al Sermón del Monte (Mateo 7:21). engañándoos—por la falacia lógica (el griego lo expresa) de que el mero oír sea todo lo necesario.
23. Porque—el autoengaño lógico (v. 22) ilustrado. oye … no hace—El griego: “oidor de la palabra, y no hacedor”, como en el v. 22. El verdadero discípulo—dicen los rabinos—aprende a fin de hacer, y no meramente a fin de saber o de enseñar. su rostro natural—“el rostro de su nacimiento:” la cara con que nació. Como el hombre puede contemplar su cara natural en el espejo, así el oidor puede percibir su imagen moral en la palabra de Dios. El fiel retrato del alma del hombre en la Escritura es la prueba más fuerte de la verdad de la misma. En ella, también, vemos reflejada la gloria de Dios, tan bien como vemos nuestra vileza natural.
24. consideró—No bien hubo contemplado su imagen cuando se marchó por su camino (v 11). “Consideró” corresponde a oír la palabra; “se fué”, a desatenderla después de oír; dejando vagar la mente hacia otra parte y perdiendo interés en la cosa oída: luego sigue el olvido [Alford]. (Ezequiel 33:21). El “consideró” aquí y en el v. 23 denota que, por pasajero que fuera, algún conocimiento de sí mismo, aun cuando fuera momentáneo, fué impartido al oír la palabra (1 Corintios 14:24). y … y—la repetición expresa la ligereza unida a la liviandad [Bengel] luego se olvidó qué tal era—en el espejo. El olvido no es excusa (v. 25; 2 Pedro 1:9).
25. mirando atentamente—Verbo compuesto: lit., se encorvó para mirar de cerca; más fuerte que el “consideró” del v. 24. Una curiosidad feliz, si bien es eficaz en llevar fruto [Bengel]. perfecta ley … de la libertad—la regla evangélica de vida, perfecta y perfeccionadora (como se ve en el Sermón del Monte, Mateo 5:48), que también nos hace caminar verdaderamente en la libertad (Salmo 119:32, Versión del Libro de Oración Anglicano). Los cristianos han de poner por meta una norma de santidad superior a la que se entendía generalmente bajo la ley. El principio del amor sustituye la letra de la ley, de modo que por el Espíritu son libres del yugo del pecado, y libres para obedecer por el instinto espontáneo (Salmo 2:8, Salmo 2:10, Salmo 2:12; Juan 8:31; Juan 15:14; comp. 1 Corintios 7:22; Gálatas 5:1, Gálatas 5:13; 1 Pedro 2:16). La ley así queda anulada, pero cumplida. perseverado—en contraste con el “se fué” del v. 24: continúa tanto mirando en el espejo de la palabra de Dios, como haciendo sus preceptos. bienaventurado en su hecho—en hacerlo En la misma ejecución de la obra hay bienaventuranza (Salmo 19:11).
26, 27.—un ejemplo de hacer la obra. religioso … religión—el griego expresa el servicio o ejercicio exterior de la religión, siendo “la piedad” su alma íntima. “Si alguno cree ser religioso; eso es, observador de los oficios de la religión, que sepa que éstos consisten no tanto en las observancias externas como en actos de misericordia y en la humilde piedad (Miqueas 6:7), tales como la visitación de los huérfanos … y guardarse sin mancha del mundo” (Mateo 23:23). Jacobo no quiere decir que estos oficios sean los grandes factores esenciales, o el todo de la religión; sino que, mientras el culto legal era meramente ceremonial, los mismos servicios del evangelio consisten en actos de misericordia y santidad, y que tienen la luz por su vestidura, siendo su manto mismo la justicia [Trench]. El vocablo se halla sólo aquí y en Hechos 26:5 : “Conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión he vivido Fansio.” Colosenses 2:18, “el culto a los ángeles”. no refrena su lengua—La discreción en el hablar es mejor que la elocuencia del hablar (Comp. 3:2, 3). Comp. Salmo 39:1. Dios solo puede capacitarnos para hacerlo. Jacobo, tratando de la ley, naturalmente observa este pecado. Porque personas hay que están libres de los pecados más groseros, y hasta demuestran evidencias externas de santidad, pero que a menudo se enaltecen a sí mismas, infamando a otros so pretexto de celo, mientras que su motivo real es su inclinación a hablar mal. [Calvino]. corazón—éste y la lengua accionan y reaccionan el uno sobre la otra.
27. religión pura y sin mácula—“La pureza” es aquel amor que no tenga en sí mistura ajena alguna, como la ilusión y la hipocresía. Guardarse sin contaminación es el medio de conservar pura la religión [Tittman]. “Pura” expresa el lado positivo del culto religioso; el “sin mácula” el lado negativo; lo mismo que visitar a los huérfanos y a las viudas es el activo, el guardarse sin mancha del mundo, es el lado pasivo del deber religioso. Tal es la forma más noble que toman nuestros ejercicios religiosos, en lugar de los oficios ceremoniales de la ley. delante de Dios y Padre—lit., “delante de aquel que es (nuestro) Dios y Padre”. Dios está así denominado para indicar que si queremos ser como nuestro Padre, no es por medio de ayunos, etc., porque él nada de esto hace, sino siendo “misericordiosos, como nuestro Padre es misericordioso” [Crisóstomo]. visitar—en simpatía y con oficios benignos para aliviar sus aflicciones. los huérfanos—cuyo “Padre” es Dios (Salmo 68:5); peculiarmente impotentes. y guardarse—La conjunción “y” no está en el griego: tan íntima es la relación entre las obras activas de misericordia y la abstención personal de la mundanalidad en espíritu, palabra, y hecho, que no hace falta la conjunción entre visitar y guardarse. “Guardarse”: con celosa vigilancia, orando al mismo tiempo, confiando en Dios el solo poderoso para guardarnos (Juan 17:15; Judas 1:24).