Luego el final; es decir, después de la resurrección general de todos, será el fin del mundo. Entonces Cristo entregará su reino, como a este mundo, sobre todos los hombres, sobre el diablo y sus ángeles apóstatas, representados por principados y potestades; no sino que Cristo, como Dios y como hombre, reinará por toda la eternidad, no solo sobre sus elegidos sino sobre todas las criaturas, habiendo triunfado por su resurrección sobre el enemigo de la humanidad, el diablo, sobre el pecado y sobre la muerte, que es como si fuera el último enemigo de sus elegidos.

En la resurrección general, Cristo presentará a estos elegidos a su Padre celestial, como frutos de su victoria sobre el pecado y la muerte; y aunque como hombre vino a sufrir y morir, y también fue sometido a su Padre eterno, siendo Dios además de hombre, es Señor de todo, y hará que sus fieles siervos participen de su gloria en su reino celestial. (Witham)

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