Tierra. Lleno de admiración, estalla en esta patética exclamación, preguntándose que Dios debería dignarse a aceptar lo que había hecho; y que, por el símbolo de su presencia, debería comprometerse a honrar este templo de una manera más particular, y derramar sus gracias con una mano más liberal sobre aquellos que allí se presentaran ante él. Este sabio príncipe no estaba ignorante de que la inmensidad de Dios llena todos los lugares.

--- Cielos. No sabemos cuántos haveans admitieron los judíos. Encontramos, 1. el aire, 2. la región de las estrellas, 3. la residencia de Dios, así especificada; y este último se denota aquí como el más excelente de todos. San Pablo lo llama el tercer cielo, 2 Corintios xii. 2. Los basilidianos contaron tantos cielos como días hay en el año. (San Ireneo i. 23.)

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