En este y en los siguientes versículos, San Pablo muestra su ansiosa solicitud de no dar ninguna ocasión, la menor ocasión de escándalo, para que no caiga algún reproche sobre el ministerio del evangelio: porque nada es más probable que manche el santidad de la religión, que la falta de conducta en cualquiera de sus ministros. Si lo que dicen es verdad, ¿por qué sus propias vidas se corresponden tan poco con lo que dicen? Este será el grito de todos los libertinos. (Calmet)

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