Comentario Católico de George Haydock
Deuteronomio 25:4
No bozal, etc. San Pablo entiende esto del trabajador espiritual en la iglesia de Dios, a quien no se le puede negar su manutención, 1 Corintios ix. 8, 9, 10. (Challoner) --- Los demás trabajadores, e incluso las bestias, también deben ser tratados con humanidad. Antiguamente era costumbre en Egipto, Judea, España, etc., tener un lugar limpio en el campo, alrededor de un árbol, donde, durante el calor del día, extendían las gavillas, y hacían dar vueltas continuamente a los bueyes, para pisar el maíz.
Algunos tenían la mala naturaleza de ponerles bozal o de taparse la boca con estiércol; (\ 'c6liian iv. 25,) de donde surgió el proverbio, "un buey en un montón" de maíz, para denotar un avaro, que en medio de la abundancia no comerá. (Suidas.) --- Moisés condena esta crueldad; ya que no es justo, dice Josefo, rechazar a estos animales una recompensa tan pequeña por la ayuda que nos brindan en la obtención de maíz. (Calmet) --- Además de este sentido literal, Dios tenía principalmente a la vista el místico, que S.
Paul nos revela. (Menochius) --- Paine, por tanto, aprovecha la ocasión para ridiculizar a los sacerdotes, quienes, dice, "predican Deuteronomio, porque Deuteronomio predica los diezmos". Pero este bok no les exige más que otros libros de la Escritura, y la razón común dicta que el obrero es digno de su salario. Si el artesano, etc., no trabaja por nada, ¿por qué los sacerdotes deberían gastar sus vidas y fortunas en beneficio del pueblo, sin sacar ventaja alguna de ellos? ¿Quién ha servido en las guerras a su cargo en algún momento? (1 Corintios ix.
7.) Si la forma de pagar los diezmos es la más elegible para el apoyo de los ministros de Dios, es una cuestión de menor importancia. Al menos puede alegar una antigüedad muy alta, (Haydock) ya que estaba en vigor 400 años antes de la ley de Moisés. Abraham pagó diezmos a Melquisedec, que era rey y sacerdote; y Pisístrato recibió diezmos del pueblo de Atenas, para gastarlos en los sacrificios públicos y para el bien general. (Laercio en Solone .; Watson, deje. 2.)