Tu Dios. Por este título entrañable, todos estamos obligados a consagrar todo nuestro corazón y alma a nuestro único Creador y Redentor; y por lo tanto debemos amar a Dios con sinceridad y cumplir con todos sus mandamientos. Este prefacio del Decálogo, refuerza los actos de fe, esperanza, caridad, religión, etc. (Haydock)

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