Aquí expresa el cambio que se había producido en él. La ley a la que había estado apegado, había fallecido. Ahora estaba tan unido a Cristo y su cruz, que dice: No yo, sino Cristo que vive en mí. Las fuertes expresiones utilizadas por San Pablo con respecto a la ley judía en este capítulo, pueden parecer extrañas y muy susceptibles de una interpretación errónea. Pero siempre debemos tener en cuenta que St.

Pablo habla exclusivamente de la parte ceremonial de la ley, y no de la moral, contenida en el decálogo: de esto más adelante dice en su epístola a los Romanos, (ii. 13.) los hacedores de la ley serán justificados. Pero para lograr esto, era y es necesaria la gracia que Jesucristo ha merecido y obtenido para todos, gracia que Dios ha derramado sobre todos, más o menos, desde el principio del mundo.

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