Dos, destinados a la propagación de los de su especie. Dios luego especifica qué más Noé debería conservar para comer, cap. vii. 2. (Calmet). --- Las bestias salvajes olvidaron su naturaleza salvaje y se sometieron al justo Noe; y todos acudieron prontamente a su disposición, de la misma manera que vienen los animales domésticos cuando les ofrecemos comida. Sin embargo, en todo esto debemos reconocer la obra de Dios y una especie de milagro. (Haydock)

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