Y las aguas volvieron, etc. San Jerónimo en este pasaje comenta, "que todas las aguas y torrentes van al vientre del abismo, por las venas ocultas de la tierra", y por el abismo entiende el mar: según el de Eclesiastés i. 7, todos los ríos desembocan en el mar. Pero como el mar mismo, en esta ocasión, excedió sus límites (de otra manera sus aguas no habrían sido más altas que la tierra) el sentido quizás se limitó a esto, que las aguas fueron disminuyendo gradualmente; como podemos decir de las inundaciones de la tierra, que las aguas se van, no por el curso regular de las acequias, sino por los efectos del sol y los vientos que las secan. (Estius)

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