Vio su rostro, como si fuera el rostro de un ángel. Todos en el consejo, o sanedrín, vieron un brillo extraordinario y encantador en el semblante de Esteban, que los llenó de admiración y temor. (Witham) --- Ángel. Su rostro brillaba con un brillo maravilloso, emblema de su perfección interior. En esto se parecía a Moisés, cuyo rostro era tan brillante, que los judíos no podían contemplarlo fijamente.

Con esto, los espectadores tuvieron la oportunidad de convertirse, si así lo hubieran deseado, o quedaron imperdonables por su negligencia. También es un testimonio de la gran santidad del diácono. No se registra que este mismo milagro le haya sucedido a nadie más que a Moisés y a nuestro Señor en su transfiguración. (Denis el Cartujo) --- Aunque esta aparición, en un grado inferior, se ha observado con frecuencia en el rostro constante y alegre de los mártires ante sus perseguidores, y de los santos privilegiados, mientras estaban felizmente empleados en sus íntimas comunicaciones con cielo.

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