Víctimas. Sin piedad, son inútiles. Dios toleraba que víctimas sangrientas apartaran al pueblo de la idolatría, pero a menudo mostraba que no eran de mucha importancia, para que pudieran ser llevadas a ofrecer el sacrificio de la nueva ley, que incluye eminentemente a todas las demás. (San Jerónimo) (Salmo xlix. 9., Amós v. 21. y Jeremías vi. 20.) (Teodoreto)

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