No se lo prohibas. Nuestro Señor no se conmueve por este evento, para enseñarnos que la virtud perfecta no alberga pensamientos de venganza, y que la ira no se encuentra donde reina la plenitud de la caridad. Los débiles no deben ser ahuyentados, sino asistidos. Que el pecho del hombre religioso no se conmueva siempre por la pasión y que la mente del generoso no se perturbe por los deseos de venganza. (San Ambrosio)

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad