El que, etc. Hay dos tipos de cruces que nuestro Salvador nos manda tomar aquí: una corporal y la otra espiritual. Por lo primero, nos ordena refrenar los apetitos rebeldes del tacto, el gusto, la vista, etc. Por el otro, que es mucho más digno de nuestra atención, nos enseña a gobernar los afectos de la mente y refrenar todos sus movimientos irregulares, con humildad, tranquilidad, modestia, paz, etc. Ciertamente preciosa a los ojos de Dios, y gloriosa es esa cruz, que gobierna y pone bajo el debido dominio las pasiones ilegales de la mente. (San Agustín)

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