Triste. No sé cómo sucede, que cuando se aman las cosas superfluas y terrenales, estamos más apegados a lo que poseemos en efecto que al deseo. Porque, ¿por qué este joven se fue triste, sino porque tenía grandes riquezas? Una cosa es no desear y otra separarse de ellos, una vez que los tenemos. Se incorporan y, por así decirlo, forman parte de nosotros mismos, como la comida; y, cuando se toman, se transforman en nuestros propios miembros. Nadie soporta fácilmente que un miembro de su cuerpo sea cortado. (San Agustín, ep. Xxxi. Ad Paul.)

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