Jesús se paró ante el gobernador. Al comparar a los cuatro evangelistas juntos, Pilato condescendió a salir a los sacerdotes y les preguntó, ¿qué acusaciones traían contra este hombre? Ellos respondieron primero en términos generales: (Juan xviii. 30.) Si no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado. Tómalo tú, dijo Pilato, y juzgalo según tu ley. Ellos respondieron: No nos está permitido dar muerte a nadie.

Después de esto lo acusaron de provocar tumultos y prohibir dar tributo a César; (Lucas xxiii. 2; una falsedad manifiesta; ver Mateo xxii,) y que él dijo, él es Cristo, el rey. Ante esto Pilato lo llamó al palacio delante de él, y dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús reconoció que lo era: pero primero preguntó a Pilato si decía esto de sí mismo o por sugerencia de otros; lo cual era para insinuar que esta información de que él era un rey provenía de sus malvados adversarios; y que Pilato, habiendo sido gobernador durante tanto tiempo, no podía dejar de saber que nunca se había puesto a sí mismo como rey, ni pretendía tener ningún poder real.

Sin embargo, Pilato respondió algo malhumorado: ¿Soy judío? Tu nación y los principales sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Entonces Jesús le dijo a Pilato que su reino no era de este mundo. Esto satisfizo abundantemente a Pilato: quien no necesitaba preocuparse por ningún reino espiritual, o que no fuera de este mundo. Jesús hablando de la verdad, Pilato le preguntó de una manera leve, ¿qué es la verdad? pero quizás, sin esperar respuesta alguna, salió poco después y les dijo a los judíos que no había encontrado causa ni crimen en Jesús.

(Witham) --- El Juez de toda criatura viviente fue procesado con el permiso de su Padre celestial, ante el juez menor de Judea, y se deja interrogar por él, aunque todas las preguntas propuestas fueron puestas en ridículo, o por alguna razón. igualmente motivo básico. (Orígenes) --- Nuestro divino Salvador se confesó rey; pero para no ofender ni a judíos ni a gentiles, declaró al mismo tiempo que su reino no era de este mundo. (San Juan Crisóstomo)

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