Quedarse. Su deseo de que se quedaran, después de haber sido plenamente informado de que no era la voluntad de Dios que debía ir, se debía a la inclinación que tenía de gratificar a Balac en aras de la ganancia mundana. Y Dios castigó esta disposición perversa permitiéndole ir (aunque no para maldecir al pueblo, como lo hubiera hecho de buena gana) y permitiéndole caer aún más y más profundamente en el pecado, hasta que por fin llegó a dar ese consejo abominable contra el pueblo de Dios, que terminó en su propia destrucción. Tan triste es disfrutar de la pasión por el dinero. (Challoner) (San Agustín, q. 48.) --- Philo (de vita, Mos. I) piensa que Balaam fingió esta licencia de Dios, ver. 22. (Calmet)

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