El apóstol no prohíbe aquí esa defensa mediante la cual una persona, ya sea de palabra o de acción, se protege de daño. Esto no podía condenarlo, ya que él mismo lo había recurrido tantas veces, como leemos en los Hechos de los Apóstoles: y en la segunda [epístola] a Timoteo, escribe: "En mi primera defensa nadie estaba conmigo. " Sea sólo que prohíba la venganza que una persona tome de su vecino, por medios privados, sin recurrir a la autoridad legal. (Estius)

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